Francisca Werth, directora ejecutiva de la Fiscalía Nacional: "La aspiración del Ministerio Público es llegar a tener una academia"

Francisca Werth  Directora ejecutiva de la Fiscalía Nacional

La administración de Jorge Abbott apuesta a que el organismo pueda contar con una estructura propia, para capacitar mejor a sus funcionarios. Al ingresar a la institución, los nuevos fiscales son entrenados en litigación oral, pero también en términos de gestión, para trabajar con sus equipos.




Casi $ 700 millones al año destina el Ministerio Público para capacitar a sus funcionarios. Así lo asegura la directora ejecutiva de la Fiscalía Nacional, Francisca Werth, quien afirma que el tema se ha transformado en una prioridad para la entidad que encabeza Jorge Abbott.

¿Cómo es la formación de un fiscal tras salir de la universidad e ingresar al Ministerio Público?

Desde que entran reciben capacitaciones, básicamente en tres ámbitos. El jurídico, en que se entrena a todos los fiscales y abogados asistentes luego de las promulgaciones de las leyes, como sucedió el año pasado con la agenda corta. En este contexto, también se les entrena en contenidos especializados, como drogas, anticorrupción, delitos sexuales y temas que van a ser más contingentes, como la trata de personas, que hace seis o siete años no era un delito que tuviera el significado que tiene hoy. Otro ámbito es el vinculado con las habilidades propias que debe tener un fiscal, como litigación oral, preparación de evidencia y cuestiones más específicas propias de la labor investigativa. Los funcionarios también son capacitados en términos de gestión, para que sepan manejar los procesos de trabajo, las carpetas, las causas y sus equipos, porque los fiscales trabajan con abogados asistentes, gestores y otros funcionarios. Liderazgo es otro tema al que le hemos puesto harto énfasis, y también el autocuidado, que diría que es un área en que el Ministerio Público tiene desafíos pendientes todavía. De hecho, es una de las áreas prioritarias este año dentro del plan estratégico de la fiscalía.

¿En qué contexto?

En el plan de manejar bien lo que significa ser un fiscal, por ejemplo, para que conozcan primeros auxilios psicológicos. En el fondo, es una mirada que se ha ido desarrollando para todas las situaciones que se conocen como el Burnout, en que los fiscales se queman.

¿Y eso tiene que ver con las agresiones que han sufrido los fiscales en las audiencias?

Sí, en julio del año pasado hicimos un taller de seguridad integral. Pero también capacitamos a nuestros funcionarios de primera línea de atención de usuarios. Porque uno piensa, claro, a los fiscales los pueden agredir en una audiencia, y eso claramente es así. Lo que pasó semanas atrás lo dejó en claro, pero también está la línea de atención al público, donde debemos tener personas que sepan enfrentar a alguien que se descompense, otro que se ponga agresivo, etc.

Y, además, hay una línea más especializada de entrevistas de víctimas. Así que diría que la institución invierte no solamente muchos recursos, sino que le pone énfasis a la formación, que es un tema prioritario. De hecho, la aspiración del Ministerio Público es llegar a tener una academia que responda a una estructura más orgánica de lo que es todo este plan de capacitación que hacemos.

¿Hay algún vínculo con una universidad, en el sentido de que les pidan expositores para hacer cursos a estudiantes de Derecho que quieren seguir la carrera de fiscal del Ministerio Público?

Sí. El año pasado me invitaron a la Universidad Católica para dar una charla a estudiantes, porque ellos tienen un programa para incentivarlos a seguir la línea del servicio público, que es una crítica que suele recibir esa facultad, por tener un perfil más comercial. Carlos Gajardo estuvo esta semana en la Universidad Adolfo Ibáñez y hay muchos profesionales que hacen clases. Eso lo encontramos muy positivo, porque se incentiva a estudiantes a hacer la práctica aquí. Así que, en general, tenemos varias instancias de coordinación con distintas universidades y también para la formación de nuestros fiscales.

¿Qué le parece que más de dos tercios de los fiscales provengan de universidades del Consejo de Rectores? ¿Por qué cree que se genera esto?

Creo que es la edad. El promedio de los fiscales y fiscales regionales diría que bordea los 45 años. Y cuando ellos egresaron, las universidades privadas tenían menos fuerza que hoy y no otorgaban crédito. Entonces, si alguien tenía restricciones económicas, no podía no considerar entrar a una pública.

El mayor número de fiscales ha egresado de la Universidad de Chile, después de la de Concepción...

Eso es interesante y creo que se debe a las formaciones que entregan. Ambas tienen facultades que desde siempre han tenido un fuerte vínculo con el servicio público.

¿Y respecto de las privadas? Porque uno saca cuentas y están bien parejas con las del Consejo de Rectores a la hora de ver de dónde egresaron los fiscales.

Eso me parece muy bueno, porque tenemos a la Universidad Central como un buen ejemplo de una excelente facultad de Derecho. La Diego Portales tuvo un rol importante en la Reforma Procesal Penal y tiene profesores que estuvieron muy involucrados en eso, como Mauricio Duce, Cristián Riego y Juan Enrique Vargas. Y de alguna manera, si tienes profesores como esos, van incentivando y orientando una mirada.

¿Ustedes ven y analizan si las universidades de las que egresan quienes postulan para ser fiscal están acreditadas?

No es un tema que hemos mirado en particular. Como nuestro proceso de selección incluye pruebas y entrevistas, la universidad pasa a ser un antecedente. Además, si tienes título de abogado es porque fue otorgado por la Corte Suprema.

Ustedes también tienen profesionales egresados de la Universidad del Mar. ¿Cómo ven esa situación?

Insisto, el título de abogado lo otorga la Corte Suprema, y si ellos se han titulado es porque han demostrado que pueden hacerlo. Y bueno, no hay mucho más que agregar por parte del Ministerio Público.

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