Gerente deportivo: Un cargo con muchas formas

El casting de Colo Colo para contratar un gerente deportivo pone de moda un cargo aparentemente trascendental, pero indefinido. ¿Para qué sirve esta figura? En Chile, no todos los clubes lo tienen incluido en su organigrama. Y entre los que lo lucen, también en el extranjero, la designación no está resuelta: va desde ex futbolistas hasta abogados e ingenieros. Y muchas veces, para nada; manda el presidente.




Son clubes de fútbol, pero también son empresas. Empresas que generan millones, que venden su marca y que en ocasiones incluso cotizan en Bolsa. Entidades deportivas con fines de lucro, gigantes bicéfalos con prioridades distinas -fútbol y finanzas- tratando  de caminar al menos hacia el mismo lado.  Una búsqueda del equilibrio institucional que genera muchas veces un choque de intereses, un conflicto de poder entre los responsables de la gestión económica y los encargados del área deportiva de las diferentes entidades futbolísticas. Una confrontación que acostumbra a zanjarse con aquello del aquí mando yo, aunque se trate de una afirmación con demasiados matices. Porque el que manda, especialmente en el terreno de lo deportivo, no es siempre aquel que parece que manda, ni tampoco necesariamente aquel a quien ha sido encomendado el mando.  Vayamos por partes.

Desde hace algunos años, en el organigrama de la mayoría de las instituciones deportivas figura un cargo al que presuntamente han sido atribuidas una serie de funciones ejercidas antes por diferentes actores. Se trata del gerente deportivo, el responsable de encabezar el proyecto a medio y largo plazo de un equipo, de ser el nexo entre la administración de la entidad y el cuerpo técnico y de llevar a cabo todas negociaciones de compra-venta de jugadores, entre otras tareas. Una función vital que, al menos en el fútbol chileno, no ha terminado todavía de cuajar o interpretarse de manera concreta.

Y es que basta con echar un vistazo a la mayoría de los clubes de Primera División para darse cuenta de que en raras ocasiones el gerente deportivo (si es que existe) llega a hacer uso efectivo de dichas competencias.  "En Chile no existen demasiados gerentes deportivos con una función definida como la que puede tener, por ejemplo, el Tati Buljubasich en Católica. Él sí que tiene cierta capacidad de resolución, pero la mayoría de los directores deportivos están dependiendo siempre de su jefatura, no tienen independencia", asegura al respecto el representante de futbolistas José Luis Carreño, a quien le cuesta horrores dar con el interlocutor válido para iniciar una negociación.

"Ante la ausencia de directores deportivos, uno se reúne con los gerentes generales, como Johnny Ashwell, en el caso de Unión, o (Mario) Lucero, en el caso de la U de Conce. Con Colo Colo, por ejemplo, no está del todo claro. Se contacta unas veces con Carvallo, otras directamente con Mosa, otras con Lucho Mena. Lo que yo percibo es que muchos dueños de clubes, desde la llegada de las Sociedades Anónimas, no han sido asesorados de forma correcta", explica.

Sabino Aguad es uno de los gerentes deportivos más laureados del balompié chileno. Sus procesos en el Colo Colo de Borghi o en la U de Sampaoli, así lo acreditan. "A mí en mi carrera me han tocado directorios de todos los tipos, desde el mayor grado de libertad de acción hasta todo lo contrario. He pasado de un extremo a otro", anuncia, de manera introductoria, antes de sugerir -sin llegar a manifestarlo- quiénes se reservan el poder de decisión en la mayoría de los clubes chilenos:  "Chile es un país presidencialista. Lo es en todo ámbito de cosas y el fútbol no es una excepción. Hasta la prensa, lo primero que hace es querer conocer la opinión del presidente. Incluso en los momentos en los que yo, como director deportivo, gozaba de un grado de independencia mayor, las consultas se las hacían siempre al presidente del club".

Una injerencia presidencial en los asuntos deportivos, perfectamente perceptible, por ejemplo, en el caso de Aníbal Mosa en Colo Colo (justo el club que ahora busca profresionalizar el cargo, aunque no tiene claro cómo ni con quién), que no constituye en absoluto ninguna novedad. Y si no que se lo pregunten a Florentino Pérez. Paradigma absoluto de la toma de decisiones de índole deportiva  en la sombra, desde su llegada a la presidencia del Real Madrid no sólo ha ido afianzando su posición de liderazgo a golpe de talonario, sino que ha desdañado con tal ligereza la figura del director deportivo que la ha situado al borde de la extinción. El ex futbolista Miguel Pardeza fue el último en desempeñar esta función -tan baladí a ojos de Florentino- en las oficinas del club merengue, entre 2009 y 2015.

Pero Pérez, no es el único exponente de un modelo que insiste en sublimar la lógica empresarial sobre la lógica deportiva, por más que, en ocasiones, ésta atente directamente contra el sentido común. El empresario Massimo Moratti,  dueño del Inter de Milán durante casi 30 años hasta la venta de gran parte de sus acciones en 2013 y recordado tanto por su injerencia en la conformación de planteles campeones como por su gusto por el despilfarro; o Roman Abramovich, dueño y señor del Chelsea desde su desembarco en Londres en 2003, y a diferencia de buena parte del séquito de multimillonarios, magnates y jeques árabes que le siguieron (y que supieron centrarse sólo en las finanzas y en resucitar a clubes como City, Mónaco o PSG), interfirió notablemente en las contrataciones, también podrían formar parte de esta lista.

"Que el presidente tenga mucha o poca injerencia no tiene porqué ser bueno ni malo. Ellos, aquí en Chile, tienen que estar muy involucrados porque es a ellos a quienes van a felicitar o a linchar en función de si las cosas salen bien o mal", sostiene Aguad.

El arte de delegar

"La función de gerente deportivo en este club la desarrollo yo, pero yo soy gerente general, que no es lo mismo. Por mi experiencia, yo asumo también esa parte y no necesito contratar a nadie para que se ocupe de la gerencia deportiva". El que habla es Johnny Ashwell, gerente general de Unión Española, ex gerente de la U y exponente de la que es, probablemente, la práctica más extendida a día de hoy en los clubes chilenos, la de tener un hombre para todo. O muchos para nada, como parece deducirse del funcionamiento interno de las oficinas de Macul: "Para entender un club hay que estar adentro. Por eso desconozco qué es lo que están buscando en Colo Colo. Si ya está Fernando Carvallo, si el presidente  ya está al 100% metido en eso, si está también el gerente general en el tema (Alejandro Pol), la duda es cuál será la función del director deportivo si ya hay tres personas trabajando en eso", reflexiona Sabino Aguad.

Cuestión de idiosincrasia, tal vez, o de dinero, como sostiene Carreño: "En Chile nos cuesta mucho delegar dentro de la jefatura. Yo creo que por eso no termina de implantarse la figura del director deportivo. Por eso y por el costo que puede tener. Pero es importante que haya un especialista que trabaje durante todo el año y no sólo a final del año, porque trabajando con tiempo se equivocarían menos en las contrataciones", subraya.

Delegar, pues, en un profesional especializado. Aunque existen muchas formas de delegar. Como, por ejemplo, la de hacerlo directamente en los propios técnicos, algo que, en opinión de Ashwell, hacen todos y cada uno de los clubes chilenos: "En Chile, todas las decisiones sobre las contrataciones las toma el director técnico. No hay ningún club en el que sea el club el que le haga el plantel al DT. En Europa sí que ocurre eso, pero aquí en Chile no. La elección de los jugadores corresponde absolutamente al DT", asegura.

Pero dotar de plenos poderes al entrenador, con maniobras como las que muchos apuntan llevó a cabo Beccacece ordenando la contratación de Andrés Lagos en detrimento de Aguad -para ganar, tal vez, mayor poder de decisión- no deja de resultar llamativo.

Técnicos investidos también como Managers, al estilo de Wenger, en el Arsenal, Ferguson en el Manchester United , Arrigo Sacchi en el Milan de fines de los 80, o incluso el Mourinho de los últimos tiempos, encajarían dentro de este perfil, que arroja un saldo bien diverso.

Trabajo en equipo

Pese a que no existe un modelo infalible, todo hace indicar que para que un director deportivo pueda realizar sus funciones de manera óptima, todos en el club deben remar hacia el mismo lado. Y respetar las áreas de trabajo. Ejemplos exitosos de este modelo, existen también unos cuantos. Desde el Barcelona de Txiki Begiristain primero (hoy en el Manchester City), Andoni Zubizarreta después y Roberto Fernández ahora; hasta el modelo alemán que representan Mathhias Sammer (Bayern), Michael Zorc (Dortmund) o Ruddy Völler, pasando por el Rayo de Felipe Miñambres y, sobre todo, el Sevilla de Monchi, quien en poco más de una década ha generado en las arcas del conjunto andaluz una plusvalía superior a los 200 millones de euros mediante la compraventa de jugadores revalorizados en Nervión, como Dani Alves, Julio Baptista, Ivan Rakitic o Carlos Bacca, por citar tan solo algunos ejemplos.

Pero cómo analizar, por ejemplo, a los tres grandes clubes del fútbol chileno desde el prisma de su gestión deportiva si sólo Universidad Católica cuenta con un gerente reconocible en esa área. A quién hacer responsable, entonces, en el caso de la U, de su política de contrataciones de los últimos años. O cómo saber, en lo referente a Colo Colo, quién es el profesional mejor preparado para ejercer de director deportivo si ese cargo no ha sido creado aún. Si han citado a todos los actores al casting y no les han entregado ningún guión.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.