Gordon McMullan, crítico literario inglés: "Shakespeare no inventó nada; él era un gran adaptador"

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El catedrático del King's College de Londres lideró este año las celebraciones por los 400 años del autor del Rey Lear y fue uno de los invitados a Puerto de Ideas.




Han pasado 25 años desde que Gordon McMullan (1962) comenzó sus estudios sobre William Shakespeare y ello no ha impedido que el crítico inglés se siga sorprendiendo y emocionando con su obra y su alcance mundial. Le sucedió en 2013 cuando vio la versión del director japonés Yukio Ninagawa de Pericles, hablada en japonés: "No necesité siquiera entender el idioma, era una obra tan bella y emotiva que literalmente lloré", cuenta. También le pasó cuando hace un año recibió una llamada de Chantal Signorio, quien lo invitó a dar dos conferencias sobre el autor de Hamlet en el Festival Puerto de Ideas de Valparaíso, que finalizó el domingo. "Me conmueve esa interrelación entre el ayer y el hoy, y que sin importar el idioma, sea japonés, español o inglés, Shakespeare siga influyendo", agrega el crítico literario inglés, quien justamente participó de la sexta edición del evento porteño que convocó a 25 mil personas.

El catedrático y director del London Shakespeare Center en el King's College ha liderado este año el Shakespeare400, las multitudinarias celebraciones que se extendieron de enero a septiembre pasado en Inglaterra, por el cuarto centenario del autor, y que tuvieron montajes teatrales, lecturas, exposiciones y conferencias:

"Quién hubiese imaginado que seguiría celebrándolo aquí en Chile. ¡Es genial!", exclamó.

Con la sala de la Escuela de Derecho UV a tablero vuelto en ambas jornadas, McMullan habló de la vigencia del dramaturgo inglés. En la primera, Memoria y olvido de Shakespeare, se refirió a cómo evolucionó su valoración desde que murió hace cuatro siglos, y en la segunda, Pasado y futuro de William Shakespeare, discutió junto al escritor chileno Jorge Edwards sobre la proyección de su legado y la influencia de su obra en diversos autores, incluidos Pablo Neruda y Nicanor Parra.

Aunque hoy la altura e importancia global de Shakespeare son verdades indiscutibles, para Gordon McMullan aún existen bastantes falsos mitos que rodean su figura y que son necesarios remover. "Debido a que Shakespeare murió en 1616, en 1700 nadie ponía un interés especial en él; durante 50 años estuvo olvidado y recién los filósofos románticos alemanes lo rescataron como un genio, como un icono creativo único. Hoy es retrógrado y destructivo pensar así: Shakespeare recuperó la obra de muchos autores anteriores a él y los reescribió siempre colaborativamente", afirma.

¿Es corrector decir que más que un creador original Shakespeare fue un adaptador de historias?

Totalmente. Shakespeare no inventó nada, ninguna de sus historias, quizás La Tempestad, porque aún no se ha encontrado la fuente para ella, pero todo el resto lo reescribió. Fue un gran recopilador de otros texto que reescribió. Por eso el Shakespeare global de hoy, reinventado en diferentes lenguas, locaciones y tiempos no debería sorprender; sus obras son tan fáciles de adaptar, porque él mismo era un hábil adaptador. Cualquier obra que reimagine a Shakespeare es correcta y la aplaudo porque va en el mismo sentido del espíritu de Shakespeare.

¿Existen todavía dimensiones por descubrir de este autor?

Siempre hay nuevas cosas. Primero hay muchos registros de los tiempos de Shakespeare que aún no se tienen y muchos que han aparecido porque los investigadores han ido a lugares que antes no habían visto. Segundo, siempre es muy distinta la lectura de Shakespeare según los tiempos. No es lo mismo cuando se leía en 1950, que en 1980. Te doy un ejemplo actual: luego de los atentados del 9/11 en EEUU, los americanos además de descubrir que había musulmanes en el mundo también se dieron cuenta de algo que había pasado desapercibido para ellos y es que el personaje Otelo, que ellos siempre habían caracterizado como un negro, un afroamericano, era en realidad un musulmán. La palabra "moro" (moor) en tiempos de Shakespeare significaba musulmán. En esos años estaban aterrorizados con la cantidad de musulmanes en el mundo, y de hecho solían dividirlos geográficamente, entre moros y turcos, y no por su religión, para que se vieran mucho menos de lo que son. Los adaptadores americanos de Shakespeare le dan a Otelo características más agresivas y violentas ahora que saben su origen musulmán. Eso refleja cómo un cambio histórico cultural puede hacernos reentender a Shakespeare. Los descubrimientos nunca van a acabar, porque las reinterpretaciones cambian todo el tiempo.

¿Qué importancia tenía para Shakespeare el público?

Estaba muy pendiente y preocupado por la audiencia. El era un escritor profesional de teatro que estaba escribiendo para un audiencia viva y no para la posteridad. Básicamente tuvo cuatro audiencias diferentes: el Globe Theater, donde iba todo tipo de personas; el Blackfriars, que era una audiencia más adinerada, muchos estudiantes de derecho; la corte del rey James I - tras la muerte de Elizabeth I Shakespeare siguió escribiendo para el sucesor al contrario de lo que se cree -, y los teatros públicos e itinerantes de Londres que se dieron después de que muchos teatros establecidos se cerraron debido a las plagas. Así que tenía un público muy versátil y transversal.

¿Qué hay de cierto en la influencia que hubo entre Shakespeare y Cervantes?

No hay pruebas de que se hayan conocido y la única pista de la influencia de Cervantes en Shakespeare es la obra Cardenio, inspirada en Don Quijote, que está perdida. Esta obra fue escrita, al igual que Enrique VIII, junto a John Fletcher, un colaborador de Shakespeare, y quien sí escribió por lo menos 15 obras inspiradas en Cervantes, principalmente en Historias ejemplares.

¿Actualmente tiene algún proyecto en torno a Shakespeare?

Sí, estoy trabajando en un libro que rescata las celebraciones por el tricentenario de la muerte de Shakespeare, en 1916, que fueron lideradas por Israel Gollancz , un profesor de mi universidad, pero que fueron opacadas por la Primera Guerra Mundial. En esa oportunidad se hizo un libro homenaje donde hubo una colaboración de un chileno: el periodista Carlos Silva Vildósola, quien fue el primero en reparar en la relación entre Shakespeare y Cervantes.

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