Guede, no fue la ruda




Me convence Colo-Colo. Se ordenó atrás y comenzó su crecimiento. Mérito de Pablo Guede; observó carencias y no se tapó los ojos, escuchó y modificó. Si te golpeaban con facilidad la cara lo mejor era cubrirse y así lo entendió. En el inicio del torneo era muy fácil liquidar a la ínfima muralla alba, balón largo y el espacio sobraba para fusilar. Paulo Garcés y Justo Villar miraban con impotencia cómo entraban por todos lados y con holgura para convertir. El oponente se agrupaba y gozaba con el terreno mal utilizado, esperaba y atacaba con velocidad más precisión. No había mayor ciencia, ya que la ofrenda era muy notoria. No era tan intrincado discernir por dónde pasaba la desnutrición alba. Hacerle daño era sencillo. Hoy no, el festín se terminó.

Colo-Colo construyó muros que antes se derretían con poca temperatura. Definió a tres defensores: Barroso, Zaldivia y Baeza. Ninguno con la libertad que por lo menos yo aplaudía en el inicio de este proceso. Es raro ver a estos centrales disputar un balón en campo contrario.

¿Qué más hizo Guede? Transformó a Figueroa y a Martín Rodríguez como los dueños de los costados. Ambos son volantes que juegan como laterales para cerrar la línea de cinco, se posicionan en el medio para cubrir al lateral rival y cumplen el rol de punteros.

En el medio se demoró, pero reaccionó. Envolvió ese perímetro con dos volantes centrales: Jaime Valdés y Esteban Pavez. Los dos con un juego diferente, pero, producto de su alza individual, le dieron al conjunto equilibrio y un pase preciso en la salida. ¿Y el 10? El creador, ya sea Ramón Fernández o Marcos Bolados, participan mucho más en la recuperación del balón y no asumen ese patético rol estático del diez . Hoy corren y marcan al seis rival. Ambos no sólo cubren el espacio del enganche, sino que se desplazan con facilidad a los costados para sorprender al oponente. Fernández apareció como en su mejor momento en O' Higgins y Bolados aportó ritmo y asistencias en la última fecha.

En delantera hay una gran virtud de Guede y de los protagonistas -Octavio Rivero y Paredes- que conviven en el área sin mayor inconveniente. Los dos se desmarcan correctamente, no son egoístas, se marcan el pase, se mueven con soltura cuando hay que alejarse del área y se sienten cómodos a pesar de cubrir una zona donde a veces dos es multitud.

¿La debilidad? El balón cruzado, los sorprende notoriamente, muestran dudas en el momento de atacar la pelota o tomar al rival, en el juego aéreo tienen la tarea pendiente, en esa tierra aún tiemblan. El Cacique ha crecido y eso es producto del trabajo, no de la ruda, ni de las cintas rojas ni del vinagre.

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