En el interior del laboratorio secreto de Google

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A tres kilómetros del epicentro de la firma, en las oficinas de X, se generan las ideas más revolucionarias del buscador.




Hasta 2010, Google era solo una compañía de Internet. Pero sus fundadores, Sergei Brin y Larry Page decidieron ampliar el giro y competir en el mercado de la innovación. Así fundan Google X, un grupo secreto, apartado de la empresa y liderado por su propia figura: el científico y emprendedor Astro Teller.

La leyenda dice que cuando Teller le preguntó a Page cual sería el objetivo de Google X, éste le dijo que no sería ni un laboratorio, ni una institución filantrópica sino una compañía que busca hacer "lanzamientos hacia la luna" (o moonshots), uno tras otro, hasta dar en el blanco.

Siete años después, Google X pasó de ser un laboratorio secreto a una compañía con total autonomía. Tras el nacimiento de Alphabet, nombre de la matriz de todas las compañías creadas por Google, la empresa abandonó la palabra Google de su nombre para llamarse solo X, aunque el espíritu del emprendimiento se mantuvo intacto.

Sus nuevas oficinas se ubican a un poco más de tres kilómetros del campus central de Google y como es de esperarse, las zonas donde pueden tomarse fotos o filmar son escasas. Y es que dentro de X siempre se están desarrollando ideas, cientos de ellas, muchas de las cuales nunca se sabrá que existieron, parte del proceso creativo de un lugar donde su líder no es un CEO, sino el "Capitán" Astro Teller.

Una de las principales diferencias de X con el resto de Silicon Valley es que sus ideas son pensadas para plazos de cinco a 10 años, lapso que el inversionista tradicional, que busca recuperar su inversión rápidamente, no está dispuesto a esperar.

Una idea de X nace cuando se juntan tres elementos básicos: un gran problema que necesita solución, una tecnología de punta y una solución radical que quizás hoy no exista. Cada año, cientos de estas ideas pasan por diferentes etapas, haciendo que solo las más fuertes sobrevivan.

Cada etapa pasa primero por un proceso de "evaluación" rápida, en el cual debe demostrarse si es viable. Una de las particularidades del proceso, es que en esta etapa nunca dicen que no, por muy radical que sea la idea, sino que el mismo investigador debe llegar a esa conclusión. Ideas del tipo "un sistema que genere energía de las avalanchas" es un gran ejemplo de una idea que probablemente fracase, pero en el proceso de fracaso, quienes la hicieron entendieron por qué, para así mejorar sus siguientes propuestas.

Si una idea pasa la temporada, que puede durar meses de pruebas y prototipos, se llega a la "fundación", etapa donde se destina de uno a dos años de recursos para ver si la idea puede finalmente convertirse en un producto. Solo entre dos a cuatro ideas al año, de las cientos de la etapa anterior llegan acá, y aun así, siguen teniendo un 50% de posibilidad de rechazo.

Un ejemplo notable de fracaso fue el Project Foghorn, que buscaba acabar con el calentamiento global usando agua de mar para crear combustible para automóviles. La idea funcionó a escala pequeña, pero el costo que tiene producirla estaba lejos de competir con las actuales alternativas, por lo que tuvo que ser desechada. Tan importante como lograr que funcione es que la idea pueda llegar al mercado.

La graduación

Solo los que sobreviven a todos estos pasos se convierten en proyectos oficiales de X, cuyo objetivo final es crear una nueva compañía para Alphabet -como el proyecto de autos inteligentes que derivó en la creación de Waymo- o desarrollar tecnologías que se integren a otros productos de Google, o incluso convertirse en empresas totalmente independientes.

Junto con Waymo, desde X han surgido compañías como Verily, enfocada en soluciones médicas que han creado lentes de contacto que monitorean la diabetes o Google Brain, la red neuronal de inteligencia artificial hoy presente en casi todos los productos del gigante de las búsquedas.

Todas estas ideas que recién se conocen, comenzaron hace al menos siete años como un salto de fe hacia la luna y tras años de investigación, prototipos, y muchos pero muchos fracasos, han logrado llegar a su destino.

Se sabe que en 2015, un equipo de robótica se unió a X a trabajar en proyectos que, según sus propios calendarios, recién hoy estarían saliendo de evaluación.

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