Julio Grondona: El padrino del fútbol argentino

El poderoso presidente de la AFA murió con 82 años. La historia de su ascenso y larga estadía en los altos mandos.




"En la FIFA, todos lo saben, se habla en inglés. Yo les puedo asegurar que eso en Zurich no pasaba cuando llegaba Julio. Nadie me lo contó, eh. Lo comprobé personalmente. He entrado junto a Grondona y todos le hablaban en español. Todos se acomodaban a él. Me atrevo a decir que tenía más poder que Blatter...". El testimonio de Enrique Lombardi, presidente de Estudiantes de La Plata, vale para entender lo que significaba en el fútbol mundial Julio Humberto Grondona, quien murió ayer, a los 82 años, por un paro cardíaco.

El presidente de la AFA en los últimos 35 años y el vicepresidente primero de la FIFA era un especialista en construir y en administrar el poder. Tan hábil era que siempre se acomodaba a cualquier situación, inclusive a las más traumáticas. Tan rápido era que siempre tenía la mejor jugada, la siguiente, antes que todos.

Grondona nació en una humilde ferretería de Sarandí (su negocio ubicado en el Gran Buenos Aires, donde ha concedido múltiples entrevistas), consiguió tener en un puño al fútbol argentino y logró ser el hombre más fuerte de una multinacional como la FIFA. Lo que nunca pudo explicar con la claridad es la inmensa fortuna que amasó en su carrera como dirigente de fútbol. Por algo en la última década lo acosaron las sospechas de corrupción. Hubo allanamientos, acusaciones, intentos de desestabilizarlo. Eso sí, no hubo un solo fallo que lo condenara.

Así como era incondicional con su esposa Nélida (su muerte golpeó muy duro al dirigente) y con su familia, Grondona también mostraba diversas caras según la ocasión. Así convivió con los extremos, tanto deportivos como políticos y económicos.

Potenció a la selección argentina apoyado en fenómenos de personalidades muy distintas, como Diego Maradona en el inicio de su gestión y como Lionel Messi en el final. Con los entrenadores de la Albiceleste también vivió sorprendiendo. Saltó de César Menotti a Carlos Bilardo, más opuestos imposibles. Buscó a Daniel Passarella, aunque no lo soportaba. Le renovó a Marcelo Bielsa, a pesar de que el Loco no se abría a ninguna de sus clásicas sugerencias. Hasta le dio una oportunidad como DT a Maradona, pese a que se habían cruzado acusaciones de las peores y aunque no lo consideraba idóneo.

Con los gobiernos nacionales, Grondona tampoco perdió. Llegó a la AFA en plena dictadura militar. Transitó la democracia con el radicalismo, con el menemismo, con la fracasada Alianza y con el kirchnerismo.

También se adaptó a los poderes económicos, según las conveniencias, claro. Pactó casi dos décadas con grupos privados, vendiéndoles el fútbol, pero en el último lustro le abrió las puertas de la AFA al Gobierno Nacional a cambio de una fortuna que no transformó al mundo de la pelota, porque sus dirigentes continuaron administrando tan mal como antes...

Aunque era de carácter híper temperamental, la construcción del poder en la AFA se apoyó en su oído. Grondona escuchaba y ayudaba a todos los dirigentes, desde aquellos de los clubes más chicos, que podían pedirle un par de pelotas, hasta los líderes de las instituciones más grandes, que le solicitaban millones para tapar deudas. Auxiliando a todos, comprometía a todos. Comían todos de la mano de Grondona y luego no podían darle la espalda. Así gozó ocho reelecciones en la AFA, a pesar de la violencia sinfín en los estadios, a pesar de la pobreza de los clubes.

Llegó a ser uno de los máximos dirigentes del fútbol mundial, porque supo crecer escuchando a un ex presidente de la FIFA, a Joao Havelange. Ese brasileño, con el que lo unía una cercanía geográfica y con el que estableció una muy buen relación en la Conmebol, al cabo fue quien nombró vicepresidente de la FIFA a Grondona. En ese camino, generó un vínculo muy fuerte con Joseph Blatter, tanto que era su fiel ladero. El propio Grondona, en charlas íntimas, contaba que él no había querido ser presidente de la FIFA. Como se sentía el número 1, no le interesaba esa nominación. ¿Para qué más? Si hasta era el presidente de la Comisión de Finanzas, administrando miles de millones de dólares...

Con apenas 24 años, Grondona inventó en 1956 a ese modesto Arsenal de Sarandí que en un puñadito de décadas atravesó todas las categorías del fútbol argentino hasta ser campeón de Primera y ganar copas internacionales. Grondona saltó luego al poderoso Independiente y quedó en su memoria como un perfecto dirigente. Grondona desembarcó en la AFA en 1979 y nadie logró moverlo. Alguna vez declaró: "De la AFA me van a sacar con las patas para adelante". Tenía razón.

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