La carrera por el telescopio más grande

La próxima década será la de los telescopios gigantes, que permitirán llegar a lugares del universo imposibles de alcanzar hoy. Y Chile albergará dos de los más poderosos.




El primer telescopio  óptico considerado de grandes dimensiones fue construido en 1845 y tenía un espejo de 1,83 metros. El Leviatán, creado por Lord Rosse, en Irlanda, permaneció con ese título hasta que en 1917 fue superado por el telescopio Hooker, en el Monte Wilson (EE.UU.). Su espejo medía 2,5 metros.

Pero el avance de la óptica, y las demandas de la astronomía, permitieron la construcción de espejos cada vez más grandes, capaces de captar luz desde lugares más lejanos. El Gran Telescopio de Canarias (España) es hoy su mayor exponente, con 10,4 metros (compuesto por 36 piezas).

"Hay una buena analogía: cuanto más grande el recipiente, más rápido juntas agua. En astronomía, cuanto más grande el espejo, más luz obtienes para ver objetos", dice el astrónomo Ezequiel Treister, investigador de la U. de Concepción y el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (Cata). Mientras más grande el espejo, mayor posibilidad de distinguir objetos muy débiles o lejanos, como las primeras galaxias que se formaron en el universo. "Los telescopios más grandes tienen además otra ventaja: pueden observar con más detalle", agrega Andrés Jordán, astrónomo de la U. Católica.

Ilustración de la estructura que sostendrá al Telescopio de Treinta Metros

GIGANTES EN OPERACIÓN
La próxima década se vislumbra como la de los telescopios gigantes, cuando comiencen a operar tres nuevos proyectos, cuyos espejos superan los 20 metros.

El primero en ver la luz será el Telescopio Gigante de Magallanes (GMT). Instalado en el observatorio Las Campanas (región de Coquimbo), tendrá un espejo de 24 metros, compuesto por siete segmentos de 8,4 metros cada uno, que le darán una resolución diez veces mayor a la que hoy tiene el telescopio espacial Hubble.

Construido por un consorcio de universidades de EE.UU., instituciones australianas y de Corea del Sur, además de la U. de Sao Paulo (Brasil), el GMT comenzará a operar en 2021, a 2.500 metros de altura.  Además de ser el primer megatelescopio en empezar a funcionar, será el que estrene un instrumento diseñado y construido -en parte- por chilenos: Clef, un aparato capaz de detectar exoplanetas similares en tamaño a la Tierra, los más difíciles de captar.

Le sigue en tamaño el Telescopio de Treinta Metros (TMT). Instalado en el volcán Mauna Kea, el más alto de Hawai (4.205 m) y un lugar tan sagrado para los nativos de la isla como para los astrónomos que desde hace más de 40 años observan el universo desde su cima. Con 492 espejos de 1,4 metros, comenzará a operar en 2022 y permitirá observar la formación de estrellas y planetas con aún mayor resolución.

Recración artística del E- ELT, en la cima del cerro Armazones.

El TMT será, para principios de la década, el mayor telescopio óptico en la Tierra, además del más alto del mundo. Aunque sólo podrá ostentar el primer título por cerca de dos años, porque para 2024 está proyectado que empiece a operar el E-ELT (Telescopio Europeo Extremadamente Grande), instalado en cerro Armazones (Antofagasta). Este nuevo instrumento del Observatorio Europeo Austral (ESO) tendrá un espejo de 39 metros de diámetro (800 espejos de 1,5 m cada uno).

Jordán señala que pese a la competencia entre estos telescopios, al tener instrumentos distintos las instalaciones se complementarán: "Además, los que están en hemisferios distintos tendrán acceso a diferentes partes del cielo", dice. A inicios de la próxima década, gran parte del potencial de observación del universo estará instalado en Chile (70%). Según Treister, es el mejor sitio para poner un telescopio, ya que el clima seco del norte permite obtener a 2.000 metros las mismas condiciones de observación que en Hawai se obtienen a 4.000 m.

Pero es necesario cubrir ambos hemisferios. "En principio, el cielo es el mismo, pero no exactamente. Cuando uno mira objetos muy distantes es el mismo, pero cuando vemos cosas cercanas el hemisferio sur es más rico", dice. Los expertos agregan que desde acá es más fácil observar el centro de la Vía Láctea y las Nubes de Magallanes (galaxias similares a la nuestra, pero más pequeñas), mientras desde el hemisferio norte es posible observar Andrómeda, la galaxia espiral más cercana y similar a la Vía Láctea.

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