La ciencia descubre el secreto del animal "que no siente dolor"

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Se trata del ratopín rasurado, un roedor africano que evolucionó para obtener menos receptores nerviosos y adecuarse a su vida subterránea, sin además sufrir de cáncer.




Vive en oscuros túneles subterráneos con poco oxígeno y altas temperaturas, casi no tiene pelo, nunca bebe agua, es tres veces más longevo que un ratón y se organiza en colonias como las hormigas. Son algunas de las características del ratopín rasurado, un roedor de la sabana africana que a sus extraordinarias capacidades agrega una aún más importante para los humanos: son resistentes al cáncer.

Originario de Etiopía, Kenia y Somalia, con medidas de 8 a 10 cm., peso de 35 gramos y también llamado rata topo desnuda (Heterocephalus glaber), este roedor ha demostrado a través de varios estudios que no parece sufrir los típicos problemas de la vejez, siendo casi inmune a las quemaduras por ácido a las que se expone en su hábitat, alto en concentraciones de dióxido de carbono.

Pero todas estas virtudes tienen una razón. De acuerdo a un grupo de investigadores del centro Max-Delbruck de Medicina Molecular de Berlín, existe una leve variación genética que lo diferencia de los demás mamíferos, y que es posible encontrar en un receptor conocido como TrkA. Éste funciona como una compuerta, y en el eventual caso de quemaduras por ejemplo, el animal segrega una proteína conocida como factor de crecimiento nervioso, que actúa como una llave de apertura. Al abrirse, se inicia un sistema que activa las neuronas que envían señales de dolor al cerebro.

El estudio, publicado en Cell Reports establece que en comparación con otros 26 mamíferos incluidos en la investigación, existen hasta tres unidades básicas del ADN entre ellos y el ratopín. Esto haría que el animal fuese menos sensible al dolor (al menos en apariencia) y que el circuito sensorial entre quemaduras e inflamación sea menos activo. De hecho, para que el ratopín sienta dolor es necesario intensificarlo diez veces más que lo normal.

"Consideramos quea través de los años la evolución hizo un cambio suficientemente sutil en este roedor para que las señales de dolor, si bien sean activas, no sean tan potentes como para que el animal sufra algún riesgo", señala Gary Lewin, investigador principal del estudio.

En ese sentido, Lewin indica que al nacer, el ratopín tiene similar número de receptores nerviosos de dolor que los ratones, pero que al llegar a la edad adulta pierden dos tercios de ellos.

De esta forma, el roedor evolucionó para que su vida se adaptara a las difíciles condiciones de su hábitat, tanto en el factor alimentario con su lento metabolismo, y el hecho que los receptores nerviosos se hayan "apagado" por no resultar necesarios. Esto finalmente, le da una ventaja en comparación a otros mamíferos que sí sufren de dolor.

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