Cómo la fórmula Minions está cambiando el cine animado

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Mi Villano Favorito 3 está repitiendo el éxito de sus entregas anteriores. La franquicia ha cimentado su éxito controlando su presupuesto.




Con su costo de US$ 79 millones, Mi villano favorito 3 se transformó en la película de mayor presupuesto en ser producida por el joven estudio Illumination Entertainment, propiedad de Universal, cuyo debut fue apenas en 2010; justamente la primera entrega de Mi villano favorito.

Pero hablar del mayor costo en el caso de la franquicia responsable de la aparición de los populares minions -esas criaturas pequeñas, redondas, amarillas y no muy inteligentes que acompañan al protagonista Gru- es algo relativo. Después de todo, pese a estar en su tercera entrega, el presupuesto de la saga es sólo un poco mayor que el de la original, que costó US$ 70 millones. Si bien no es exactamente una cantidad moderada, la cifra llega a ser la mitad de los montos de producción que manejan hoy en día algunos de los nombres más grandes de la industria, como Pixar -cuyos presupuestos pueden ir entre los US$ 150 y los US$ 200 millones- y DreamWorks (Shrek, Cómo entrenar a tu dragón).

Las inversiones en las que se mueve Illumination han sido parte central de su estrategia para irrumpir en el cine animado: sus ocho películas publicadas han bordeado los US$ 70 millones en su producción cada una, suman una taquilla de más de US $ 5 mil millones en todo el mundo, y que sigue creciendo gracias a los buenos resultados de Mi villano favorito 3, incluyendo Chile, en donde el cine animado domina los meses de invierno.

La animación de las cintas de las películas del estudio no apunta a intentar replicar lo más posible las texturas de la vida real o revolucionar la tecnología cinematográfica en su proceso, sino privilegiar la libertad que entrega el género para justamente aprovechar la caricatura y efectos visuales simples que no tienen por qué preocuparse de su veracidad.

El fundador de Illumination Entertainment, Chris Meledandri, lo definió así: "Un presupuesto de producción estricto y una película exitosa no son mutuamente excluyentes". Al contrario, pareciera que la estrategia sólo ha dado resultados, más allá incluso de Mi villano favorito y los minions, que se han transformado en un fenómeno del cine familiar. En 2011, la segunda película del estudio, Hop, recaudó US$ 184 millones en todo el mundo, cifra que para una cinta animada común podría haber sido un fracaso, pero con un costo de apenas US$ 63 millones, implicó recuperar casi tres veces su presupuesto.

Menos es más

Los presupuestos inferiores a los US$ 100 millones para una película animada de un gran estudio parecen ser cosa de otra época. La última vez que una película de Pixar costó menos que eso fue con Los Increíbles en 2004, y en el caso de DreamWorks, Vecinos invasores, en 2006. Incluso Blue Sky, de Fox, detrás de franquicias como La era de hielo y Río, que generalmente realiza películas con menos recursos que las de sus pares, viene realizando proyectos por sobre los US$ 90 millones desde 2009.

Pero la opción de conseguir el éxito con menos gastos seduce a algunos rincones de Hollywood. La próxima semana se estrena en Chile La aventuras del Capitán Calzoncillos, película animada que llega bajo el alero de DreamWorks. La cinta, que sigue a un par de niños de colegio que hipnotizan a su director para que crea que es un superhéroe, se realizó con apenas US $ 38 millones de dólares, la segunda película menos costosa del estudio, detrás de Wallace y Gromit (2005).

Habiéndose sólo estrenado hasta ahora en Estados Unidos, la película de todas formas ha conseguido el doble de su presupuesto en taquilla, a falta de debutar la próxima semana en Latinoamérica y otros mercados. Además ha sido bien recibida por la crítica. El Capitán calzoncillos fue la solución perfecta para un complicado estudio, que en los últimos años ha atravesado un difícil escenario económico. De paso, sirve para buscar una ventaja que permita sobrevivir en el siempre competitivo mercado del cine animado.

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