La hija médico del Presidente

Cecilia Piñera Morel (35) es la hija más desconocida y menos política del Presidente de Chile. Fanática de lo científico desde niña, hoy es pediatra y hace una subespecialización en Infectología. Nos asomamos a su mundo médico que siempre se ha desarrollado en el sistema público. En el futuro no quiere cambiar esa línea. Aquí habla de la salud nacional, de lo que está pendiente, del dolor de sus pacientes, de su padre y, claro, de política.




Los paramédicos abren de par en par las puertas traseras de la ambulancia. Toman las manillas de la camilla y, con esfuerzo, la dejan sobre la Avenida Barros Luco. Se apuran en volver para cerrar las puertas. Tendido en esa camilla hay un adolescente con los ojos abiertos. Casi no puede mover la cabeza ni los brazos. Debajo de su pantalón de buzo, sus piernas se acaban a la altura de las rodillas.

-¿Es el Hugo?

La pregunta la hace una mujer joven, de piel clara, delgada, con ojos y cabellos oscuros. Viste delantal blanco y sobre el pecho lleva bordado un nombre: Dra. Cecilia Piñera M. Es 6 de noviembre y ella está de paso en el Hospital Exequiel González Cortés (HEGC). Aquí trabajó interrumpidamente desde 2005, cuando comenzó su beca de Pediatría en la Universidad de Chile, hasta marzo de 2013. Este año, para hacer una nueva subespecialidad, debió partir al hospital Luis Calvo Mackenna, donde hoy estudia Infectología.

La vida de Cecilia se divide en tres mundos. Uno en el hospital infantil Luis Calvo Mackenna, donde a veces, cuenta, no existe papel para secarse las manos y donde, debido a los escasos recursos del hospital y los pacientes, debe pensarlo mucho antes de mandar a un niño a hacerse un examen. Por sus estudios, allí también hace investigación en laboratorio. Su otro mundo existe los martes y los jueves, cuando atiende a unos pocos pacientes en una consulta que comparte en Estoril, Las Condes. En su tercer mundo, su escenario más privado, Cecilia es la esposa del ingeniero Ricardo Levy y madre de Antonia (4) y Tomás (18 meses). También es la hija menos conocida y más alejada de la política del Presidente Sebastián Piñera.

Hace meses que la doctora Piñera no volvía al "Exequiel". Hoy lo hizo porque El Semanal le propuso mostrar el espacio donde se desarrolla como médico, y ella dice que fue en este hospital donde se formó como pediatra. Se define como "Exequielina" y aquí piensa regresar a principios de 2015, luego de terminar la subespecialidad. Eso fue un acuerdo con su marido, "porque con mi sueldo del hospital no alcanza, así que es una decisión familiar".

Esta mañana se le nota contenta. Las madres de sus pacientes, los funcionarios y los vendedores ambulantes que rodean el hospital se acercan a saludarla. Le preguntan cuánto le falta para regresar.

-Sí, es el Hugo- responde la mamá del adolescente tendido en la camilla.

-¡Qué está grande, es todo un lolo!- comenta la doctora Piñera.

Cecilia baja la voz y le dice a la mamá del niño: "Ojalá que no lo trasladen todavía". Por la edad, al paciente le corresponde ser derivado a un hospital de adultos.

Los paramédicos toman la camilla, cruzan la calle y entran a este hospital antiguo. Entonces Cecilia Piñera cuenta que Hugo fue su paciente, que tiene una malformación congénita que le afecta varios órganos e impidió que se desarrollaran sus piernas y pies. Durante todas las semanas de sus 16 años de vida, Hugo ha ido a control al Exequiel González Cortés. A veces queda hospitalizado, otras regresa a su casa en ambulancia.

-¿Y para usted, como médico,  no es frustrante trabajar con pacientes que no se pueden mejorar?

-(Piensa un rato). Es verdad... uno se involucra con los niños, es difícil el proceso. En la medicina de adultos, la muerte es algo más natural, en cambio en un niño uno se toma la muerte como una derrota. Para un pediatra es más doloroso que un paciente se muera.

Cuando habla, la doctora se parece a la Primera Dama. Sonríe mucho, mira a los ojos y explica usando las manos y los objetos que encuentre cerca. Tal como si le hablara a un niño.

Cecilia Piñera tiene 35 años. Es la segunda de los cuatro hijos del Presidente. La mayor Magdalena (38) es historiadora y trabaja como jefa del Gabinete en La Moneda. Sebastián (33) es ingeniero comercial de la UC con posgrado en  Estados Unidos  y Cristóbal (29) es sicólogo, pero también se dedicó a los negocios con un emprendimiento tecnológico.

Cuando era pequeña y estudiaba en el Saint George, Cecilia recuerda que en su casa se hablaba de historia y de política. No era casualidad. Su abuelo José Piñera fue un líder de la Falange y embajador en Europa, todas sus tías y primas paternas estudiaron Historia y su papá empresario ingresó a la política militante en la centroderecha en 1990.

En la Prueba de Aptitud Académica, en 1996, Cecilia Piñera sacó 740 puntos y postuló a tres carreras: en primer lugar a Medicina en la Universidad de Chile, y luego a Ingeniería Comercial y Licenciatura en Historia en la UC, influenciada por los intereses de su familia.

"Fui científica desde chiquitita", dice. De esas niñas que cazaban insectos para estudiarlos en un microscopio, y que en la Educación Media tomaban electivos de Biología y Química. A nivel familiar, lo más cercano al mundo de la salud fue  que su mamá y tías maternas pasaron por la Escuela de Enfermería en la Chile, y su tío abuelo, monseñor Bernardino Piñera, quien  antes de entrar al seminario estudió Medicina en la U. Católica. Sacó la especialidad en Fisiología, pero jamás ejerció.

En enero de 1997, Cecilia Piñera se enteró que por un punto de diferencia con el último ingresado no había sido aceptada en Medicina.  La lista de espera no corrió. Sí fue aceptada en Ingeniería Comercial en la UC. Sus padres le propusieron que tratara un año allí y que luego volviera a intentarlo. Ella no aceptó. "Yo soy súper embalada, sabía que si me matriculaba me iba a quedar en Ingeniería, así que con el dolor de mi alma en ese momento me fui a la Universidad de los Andes. Entré con mucho prejuicio, porque ligaba Los Andes con el Opus Dei, pero tiene una formación súper integra, una visión de la persona bien profunda, de enseñarnos el trato con los pacientes y conectarse con el dolor. Me gustó la formación sin ser Opus Dei", recalca. Lo único que critica de esa casa de estudios es que "no existía la vida universitaria y que nos pasaban muy poquito de anticoncepción".

Durante los siete años de carrera, Piñera Morel se turnaba con sus compañeras para ir en auto desde la casa de sus padres en San Damián hasta Monseñor Alvaro Portillo, ambos en Las Condes. Posteriormente, hizo el internado en el Hospital de San Bernardo, uno de los más pobres de Santiago.

Cuando egresó, a los 22 años, su tío abuelo Bernardino le regaló un reconocido libro de medicina interna llamado Cecil y se lo dedicó: "Un Cecil para Cecilia". Entonces, estaba segura que trabajaría en un hospital y sería otorrino. Pero en 2004 entró por un año al Programa Infantil del Consultorio de Lo Barnechea y desechó la idea. "En la atención primaria descubrí esta cosa integral del pediatra, de no fijarse solamente en un órgano y olvidarme del resto, sino que se tiene una visión integral de un niño. Además, lo bueno de trabajar con niños es que puedes atender pacientes graves, pero la mayoría se mejora".

-Pero también están los que no mejoran o fallecen. ¿Se ha involucrado en forma personal con un paciente?

Antes de responder, Cecilia se toma su tiempo. Ya no mira a los ojos ni mueve las manos. Su mirada se concentra en un árbol, como si su mente estuviese en otro lado. Entonces dice:

"El año pasado, el Luciano fue mi paciente hartos meses. Tenía una enfermedad a los intestinos que le impedía absorber bien los alimentos. Hay que darle alimentación directa a la vena. El tenía un día más que mi hijo Tomás y vivía en el hospital, y a mí se me partía el alma. Porque yo veía que mi Tomás empezaba a gatear y Luciano no se sentaba; o yo había ido con Tomás a la plaza y Luciano no salía. Me afectó mucho, tuve que conversarlo con el resto de los médicos. Mi marido me decía: 'Te tiene muy afectada el Luciano'. Sí… hay pacientes que uno lleva siempre".

SALIR DEL CLOSET

En marzo de 2005, Cecilia entró a hacer la beca de pediatría en el Hospital Exequiel González Cortés. Según sus propios funcionarios y profesionales, "éste es un lugar con sensibiliad de izquierda". Allí, por ejemplo, hace clases y trabaja el doctor Guido Girardi, padre del senador PPD.

Semanas antes de que Cecilia entrara a hacer la beca, por los pasillos del hospital se comentaba: "Viene la hija de Piñera".  "Pero era puro prejuicio, si ganarse una beca de la Chile es súper difícil", cuenta una funcionaria. La becaria Piñera llegaba temprano. Trabajaba en la Unidad de Lactantes y en las noches dormía en la residencia médica, espacio que comparten hombres y mujeres durante los turnos. Una doctora que compartió allí con ella, cuenta que por sus aptitudes culinarias Cecilia fue elegida para cocinar esas noches.

En mayo de ese año, el apellido Piñera sonó más fuerte en esos pasillos hospitalarios. Contra todo pronóstico, Sebastián Piñera era elegido por Renovación Nacional como candidato a Presidente de la República. Ocho meses después, ensegunda vuelta, sería vencido por Michelle Bachelet.

Esta mañana de noviembre, siete años más tarde, Cecilia está afuera del hospital con delantal blanco y un estetoscopio al cuello. La idea es sacarle una foto; ella se tapa la cara con las manos. "Ay, es que me carga cuando los políticos que no hacen clínica hace 20 años, se sacan una foto con el delantal", dice. Pero al rato se convence de que ella sí ejerce la medicina, que no postula a cargos políticos, y entonces acepta.

Antes, eso sí, pide prestado un lápiz labial. Le pasan uno rosado fuerte. Cecilia lo mira con espanto y dice que la esperen un poco. Cruza la calle y abre la puerta de su auto, un Hyundai Elantra del 2012. Al regresar, tiene los labios pintados de café rojizo y el cabello tomado en un moño.

A mediados de 2009, su padre volvió a inscribirse como candidato a Presidente de la República; esta vez, como el representante de consenso de la Alianza. Cecilia, que ya se había titulado de pediatra y tenía cinco meses de embarazo, decidió por primera vez participar en una campaña política. En marzo de ese año, como todos los días, llegó al Exequiel González Cortés con su delantal blanco. Junto a ella iba su padre candidato, quien daría una charla en el auditórium. Para Cecilia, esto "fue dejar de ser piola, como salir del clóset, decir: ya, sí, si soy hija de Piñera".

Un médico del hospital cuenta que "más allá de los prejuicios, la Cecilia logra encantar a la gente. Hay personas de izquierda que decían 'voy a votar por el papá de la Cecilia'. Es que ella humaniza al presidente, es como su cara más amable".

Sebastián Piñera asumió como Presidente el 11 de marzo de 2010. Pero Cecilia no estuvo cerca de él para el rescate de los mineros de ese año ni cuando comenzaron las movilizaciones sociales del 2011 ni para el discurso del 21 de mayo del primer año de gobierno. El 22 de julio de 2010, junto a su marido y a su hija Antonia, que tenía un año, viajaron a San Francisco, California.  Su esposo cursaría un MBA en Stanford y ella, postuló a una pasantía en el Lucile Packard Children´s Hospital, el servicio de salud de esa universidad. Trabajó en la unidad de infectología pediátrica. "Pasar del Exequiel a Stanford, me hizo sentir que nuestra formación como médicos es bastante buena. Era lo que esperaba hacer".

CONSEJOS AL PADRE

Al día siguiente que su padre fue elegido Presidente en segunda vuelta, el 17 de enero de 2010, Cecilia volvió al hospital. Medio en broma, medio en serio, los médicos decían: "Ahora sí que nos van a construir un hospital nuevo". Desde los 90 que ese establecimiento está en la lista de los hospitales que necesitan ser remodelados. Para el terremoto del 27/F, los médicos esperaban que los daños en el edificio fueran estructurales, para que lo reconstruyeran con rapidez, pero como sólo el yeso de las murallas se vino abajo, les tocó seguir esperando. Pero sólo hasta el 2013.

En marzo pasado, el Presidente Piñera puso la primera piedra del nuevo establecimiento donde será relocalizado el Exequiel. Esa misma semana, Cecilia comenzaba las clases de Infectología en el Calvo Mackenna, por lo que no estuvo presente. Su papá le mandó por el teléfono un correo donde le dijo que esto "no se lo perdonaría".

No es la primera vez que se mandan correos. Cada vez que algo escasea en el hospital, como vacunas o instrumental, la doctora Piñera se lo hace saber a su padre, y él le reenvía el mail al ministro Jaime Mañalich. Los pacientes de Cecilia acostumbran también a mandarles cartas para sus papás. La mayoría habla de pobreza en sus viviendas o que el dinero no les alcanza. Ella se las entrega al Presidente.

- ¿Los médicos le hacen también comentarios de la gestión del Presidente?

-Yo he dejado bien en claro que no soy la ministra de salud. A mi papá le transmito la realidad de los pacientes, pero no  tengo una mirada negativa de la salud. Por Dios que falta, pero también hay muchas cosas que han ido mejorando. Si ves los niveles macro de salud en Chile, estamos a nivel de un país súper desarrollado, pero gastando infinitamente menos. Y claro, queda muchísimo por mejorar, pero... chuta va a parecer frase de mi papá: es como la parte final de un cerro, la  más empinada y difícil, pero estamos mucho más cerca de la cima. Ya pasamos la mitad.

- ¿Y cuándo le hace comentarios a su padre? Los que trabajan con él dicen que hay que argumentarle todo...

-Siempre le doy mi opinión. Cuando han ocurrido cosas como el posnatal, le escribí como pediatra y le dije que lo encontraba un lujo. Otras veces soy bien criticona. De las vacunas, siempre le opino qué deberíamos traer.  Le mando investigaciones y papers costo-beneficio que avalan lo que le digo.

- ¿El Presidente le pide consejos?

-Sí, por ejemplo cuando ocurrió un brote de clostridium dificile el año pasado o cuando fue el brote en el norte de norovirus, le expliqué de qué se trata la enfermedad. Yo le mando papers, pero él entiende harto.

Cecilia Piñera camina por a la Unidad de Lactantes del HEGC. Es un pasillo de baldosa roja, con habitaciones rosadas y celestes a su alrededor. Los niños hospitalizados están junto a sus mamás; algunos conectados a una máquina. En medio de ese mundo de la medicina pública, responde otra pregunta:

-¿Qué opina de Piñera 2017?

Ah… no sé. Va a tener que convencernos a todos.

LA POLITICA

-¿Usted se considera de derecha?

-No, pero soy del gobierno. Y no porque sea mi papá el Presidente, sino porque encuentro que lo han hecho bien.

-¿Va a votar por Evelyn Matthei?

-El voto es secreto.

En 1999, Cecilia Piñera no votó por Joaquín Lavín, el abanderado de la Alianza. Al igual que su hermana Magdalena, optó por Ricardo Lagos, quien resultó vencedor en segunda vuelta. De la ex Presidenta y también pediatra Michelle Bachelet,  quien se enfrentó a su padre en 2005, dice que "es una mujer muy capaz, humana, muy cercana a la gente y muy inteligente. La admiro en muchos sentidos, pero también me llama la atención que siendo mujer, mamá y pediatra no se haya avanzado en ciertas cosas como el posnatal de seis meses".

La política y la medicina es una combinación fácil de encontrar. Figuras como Guido Girardi, Karla Rubilar, Enrique Accorsi y la misma Bachelet son ejemplos de ello. Pero Cecilia Piñera cree que la lucha por una mejor salud se puede dar desde otro flanco: "Estudié en el Saint George, donde el liderazgo era muy importante, nos formaban para contribuir a la sociedad. Pero la política en sí, creo por lo vivido con mi padre, tiene un costo tan alto, que se puede ejercer desde otros frentes. Yo quiero ejercer un liderazgo en salud trabajando en un hospital y contribuyendo a formar especialistas a través de la docencia".

Esa visión la llevó en 2007, en vez de tomar vacaciones, a trabajar dos meses con la Fundación América Solidaria en Haití. Alojaba con otros médicos jóvenes en una zona rural y en las mañanas tomaba su bicicleta y partía a atender niños al hospital de Puerto Príncipe.

Actualmente estudia Infectología, una de las ramas más políticas de la medicina. Pertenece al área de la Salud Pública, que es la que trabajan los gobiernos para establecer objetivos como los planes de vacunación, la ley de fármacos o incluir nuevas enfermedades en el Auge.  Hoy Cecilia divide su tiempo entre largas horas en el laboratorio investigando virus o parásitos y, por otro lado, atendiendo pacientes. En el Calvo Mackenna visita niños en la Unidad de Oncología y dice que cuando se encuentra con algún niño nacido con VIH Positivo el mundo se le viene encima: "eso quiere decir que todos fracasamos como sistema; hoy si se siguen los protocolos, no debieran nacer niños con el virus".

Caminando por el hospital Exequiel González Cortés se escuchan guaguas llorando. Ella no se inmuta. Dice que el llanto de un niño es como la música ambiental de su vida. Por esos pasillos lanza ideas de salud pública para Chile: como que el futuro gobierno debe fortalecer la atención primaria, que se deben crear condiciones atractivas para que los médicos quieran irse a trabajar a provincia, formar médicos de calidad con énfasis en lo clínico, regionalizar la salud.

Le preguntamos cómo vivió la interpelación al ministro Mañalich el 8 de octubre pasado, cuando debió ir al Congreso a defender diversos temas de su gestión. Ella se pone nerviosa. "A ver... cómo lo vamos a responder". Piensa un momento y dice: "Yo creo que él ha sido uno de los ministros más valientes que hemos tenido, ha generado cambios y movimientos en la salud pública, que es una maquinaria súper pesada de mover. Lo que más rescato es que ha puesto a los pacientes en el centro de las políticas que ha tomado. Ahora, lo que yo discrepo con todo respeto, porque lo admiro y respeto mucho, es la forma cómo lo ha hecho. Creo que alguna gente o gremios se han sentido pasados a llevar". 

-¿Tiene alguna relación con el ministro?

-Sí, y cada vez que lo veo le alego de las vacunas, y él se ríe de mí. Las vacunas son mi propio spot.

Cecilia Piñera camina hasta el final de la Unidad de Lactantes. Al fondo hay una pieza con una sola cuna. El niño recién despertó. Usa mascarilla, del pecho le cuelga un chupete rojo, de sus brazos y estómago salen cables para alimentarlo. Es Luciano y esta doctora hace meses que no lo veía. Se lava las manos, se acerca y le hace cariño en la frente. Le habla en voz baja. Cuenta de nuevo que nació un día después que su hijo Tomás, que tiene un año y medio, pero Luciano no representa más de 10 meses. Cecilia Piñera se queda mirándolo y piensa en voz alta: "A Luciano siento que lo tengo que cuidar, es inevitable no compararlo con mi hijo".

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