La historia de negocios de Carlos Abumohor relatada por sus hermanos Nicolás y René

Siguiendo los pasos de su padre, Zacarías, los tres hermanos Abumohor Touma transformaron el negocio textil familiar en un grupo diversificado en banca, industria y comercio. Carlos, que falleció esta semana a los 89 años, fue determinante en esa historia.<br><br>




Los Abumohor emigraron de Beit Jala, Palestina, a inicios del siglo pasado y aquí echaron raíces, formaron familia y desarrollaron sus negocios. La tercera generación, hijos de Zacarías Abumohor y de María Touma, fue particularmente prolífica: se diversificó en los sectores textil, financiero, industrial y de comercio, con los hermanos Nicolás, Carlos y René a la cabeza.

El fallecimiento de Carlos, ocurrido esta semana, a la edad de 89 años, trajo de vuelta la historia de estos inmigrantes que se abrieron paso en Chile con esfuerzo e imaginación. Siempre juntos, subraya Nicolás Abumohor Touma, el mayor de los tres.

"Mi padre perdió todo su patrimonio en la crisis mundial del 29: lo que valía cien bajó a uno y después, con la moratoria, volvió a 400. Pero él, que había devuelto su mercadería para poder pagar, ya había perdido todo su capital", relata el empresario.

Zacarías Abumohor era comerciante en Concepción y tras la debacle se asentó en Santiago. "Comenzó a viajar por el país cuando éramos chicos. Después fuimos saliendo nosotros, a muy temprana edad, para ayudarlo. Primero yo, que soy el mayor, luego Carlos y después René", dice.

Sentado en su oficina, Nicolás Abumohor, junto a su hermano René, el menor, recuerda los tiempos en que levantaron el negocio textil familiar.

"Cuando empezamos a trabajar con el papá, viajábamos mucho en ferrocarril, porque éramos socios del Sindicato de Viajantes, lo que nos daba algunas franquicias. Carlos salía el lunes, volvía el viernes y se quedaba en la semana a despachar sus pedidos. Después partía yo. Nos íbamos turnando. Por eso pudimos prosperar. Ese ha sido nuestro éxito. Hemos querido mucho a la comunidad y en el caso de Carlos eso se dio especialmente", afirma.

¿Todos querían ser empresarios como su padre?
N: Todo era para ayudar al papá. Luego fuimos creando la inquietud de ser empresarios, arrendamos una industria pequeña, la compramos y  la agrandamos. Dejamos los productos de batalla, empezamos con otros de calidad, trajimos licencias, marcas mundiales. A medida que capitalizamos nos  metimos en otras cosas, como Parque Arauco y CorpBanca.

¿Cómo se complementaban?
N: Eramos muy unidos, muy unidos, siempre trabajamos juntos y nunca tuvimos problemas. Los árabes tenemos un sentido muy arraigado de familia.
R: Todas las cosas se veían, se planteaban y se conversaban entre los tres. Si al final había que decidir, era Nicolás quien lo hacía.
N: No había diferencias entre nosotros, nos desarrollamos con mucha armonía. Podíamos diferir en un criterio o en un pensamiento, pero siempre con cariño. Carlos cooperaba con lo suyo.

FOCO COMUNITARIO
La compra del Banco Osorno fue, probablemente, una de las apuestas que más se recuerda de Carlos Abumohor.

Ocurrió a mediados de los 80, en que enfrentado a la posibilidad de adquirir la institución financiera, convocó a un grupo integrado por Espir Aguad, Jorge Selume, Alvaro Saieh, Alejandro Kauak y Alberto Kassis, entre otros, para concretar la operación, en un momento en que el negocio textil estaba en retirada.

Una década después, los socios vendieron la entidad al grupo hispano Santander, en varias veces su precio original. "Carlos nunca pensó en él solo, porque era muy comunitario y nunca fue egoísta", grafica Nicolás Abumohor.

¿Era uno de sus rasgos más marcados?
N: Carlos fue un soñador, le gustaba proyectarse y desarrollar, participar en muchos proyectos. Eso pasó con el banco: nunca pensó en comprarlo para la familia, porque quería que fuera un banco de descendientes de árabes. Cuando lo planteó en el Estadio Palestino, se matriculó mucha gente que a la hora de los postres no puso aportes... entonces, Carlos se vio obligado, con un grupo muy reducido de amigos, a enfrentar la situación y comprar el banco.
R: Pensó en un negocio para la colonia. De lo contrario, si hubiera sido para nosotros, debiéramos haber tenido el 51%. Pero finalmente no fue así.
N: En el Estadio Palestino ocurrió lo mismo, fue muchos años presidente y gastó de su propio bolsillo para tener una cosa bonita para la colectividad. Siempre, en ese aspecto, quiso participar con otros.
R: El ha dejado un gran legado. Era muy cariñoso, compartía las cosas, adoraba a sus amigos y los respetaba. Y siempre le gustó compartir.

¿Es un sello de familia?
N: Sí, tenemos mucha entrega y queremos mucho a la comunidad y a la gente. Uno de los éxitos que hemos podido tener y que nos ha facilitado el desarrollo, es el amor al prójimo, y eso nos ha dado facilidades para compartir cada vez que hemos podido. Hemos tenido eco donde hemos ido. Cuando usted quiere, lo quieren. Y cuando usted da, recibe. Esa es la razón.
R: A Carlos le gustaba compartir. Por ejemplo, cuando tomamos un porcentaje de Parque Arauco, tuvimos la chance de entrar tres veces más alto. Sin embargo, él invitó a tres amigos más y les cedimos una parte. Era una persona preocupada. A mí, como hermano menor, me regaloneó mucho. Y siempre respetó mucho a Nicolás.

TRADICIONES FAMILIARES
¿Cómo veía a los empresarios hoy?
N: Tenía el mismo concepto de todos: que con la apertura de Chile hay áreas que no tienen nada que hacer y otras que acentuar. El área textil, por ejemplo, no puede competir con el Oriente.

¿Y las nuevas generaciones? ¿Cómo las veía?
N: Con modernismo. El le entregó en vida a sus hijos gran parte de la administración. Y lo mismo estamos haciendo todos. Viene la nueva generación y van compartiendo el espíritu con el que la familia se desarrolló.
R: Lo importante es que nosotros, como familia, trabajamos juntos hasta el año 2000 y después, por la inquietud de mis hermanos de darle chance y tiraje a la chimenea, nos separamos en algunas cosas patrimonialmente, pero seguimos juntos en otras. El objetivo era que los hijos de Nicolás, los hijos de Carlos y los míos, se pudieran desarrollar y no tuvieran que esperar a que nosotros nos fuéramos. Y lo han hecho muy bien.
N: Ese es el concepto de los árabes: tienen mucho respeto por los mayores. Nosotros les dimos entrada a los niños, pero seguimos en nuestras cosas, en nuestros intereses comunes siempre.

Tras esa separación, ¿siguieron conversando temas de negocios?
N: Nos reuníamos habitualmente. En familia trabajamos y vivimos, felizmente. Y lo echamos de menos.
R: Hermanables en un cien por ciento. Y los dos estaban muy preocupados de mis cosas, tanto como yo estaba de las cosas de ellos. Eso no se perdió nunca.
N: Y no va a cambiar nunca.

¿Qué temas comunes los ocupaban en estos años?
N: Arreglábamos el mundo, no tenga ninguna duda, siempre con inquietudes y buscando alternativas, como es natural. Como empresarios, siempre veíamos las posibilidades de esto o de lo otro, o de acentuar lo que teníamos. Era una convivencia muy agradable, de mucha entrega.

¿Y hacia adelante, cómo se proyectan como familia?
N: No cambia nada, todo sigue igual. Al contrario, con más sentimientos tal vez. Ahora hay dos ausencias, incluyendo la de mi padre. Esta (la de Carlos) es muy notoria. Y también muy sentida. Muy sentida...

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