La lucha de Xi Jinping obliga a los funcionarios del gobierno chino a desintoxicarse del lujo

El sector del lujo nota los efectos de la campaña contra el despilfarro implementada por el presidente chino. Los hoteles de cinco estrellas están dispuestos a rebajar su estatus para poder volver a alojar a funcionarios del PCCh.




En las metrópolis chinas las cosas se hacen a lo grande. El mayor lujo impera en los hoteles, restaurantes y tiendas del centro. Pero desde que el presidente, Xi Jinping, declarase la guerra al despilfarro, todo el sector está en guardia. Y es que los caros gustos de los altos funcionarios eran una fuente segura de ingresos que ahora podría desaparecer.

El miedo se extendió y los hoteles de cinco estrellas están dipuestos a rebajar su estatus para poder volver a alojar a funcionarios del Partido Comunista. Para ello, 56 establecimientos intentaron el año pasado perder una estrella, según informó la agencia de noticias Xinhua en base a cifras de la asociación de china de turismo.

Además, muchos hoteles retiraron sus peticiones para recibir más estrellas. La facturación de los 680 hoteles con cinco estrellas cayó en 2013 un 14 por ciento, informó la asociación de turismo. En total, en China hay unos 4.000 hoteles con al menos una estrella.

El año pasado, Xi Jinping ordenó una "profunda depuración" y pidió modestia a los funcionarios. Xi anunció una lucha contra "moscas" pero también contra poderosos "tigres", es decir, tanto contra pequeños funcionarios corruptos como contra los más influyentes. 

Algo parecido hicieron ya sus predecesores, Hu Jintao y Jiang Zemin, pero pocos analistas creían que la campaña de Xi sería tan larga y rigurosa.

En medio de la lucha contra el despilfarro de fondos públicos, el año pasado China decretó la paralización durante cinco años de la construcción de nuevos edificios oficiales. También se prohibieron los grandes banquetes en actos del partido y la compra de caros vehículos extranjero para el Ejército Popular de Liberación. 

Para el profesor Wu Qiang, de la reputada Universidad Tsinghua, a Xi no le importa tanto la corrupción. "Es una herramienta en una lucha de poder. Sirve para asegurarse el poder en el régimen", afirmó Qiang en declaraciones a dpa en Beijing. No se trata tanto del poder del partido, sino de que Xi quiere consolidad su poder como jefe del Estado, explica el profesor.

El sector del lujo nota los efectos de la campaña y cada vez son más las empresas que los reconocen. El productor francés de bebidas alcohólicas Rémy Cointreu asegura que su venta de coñac cayó un 18 por ciento en China el año pasado. "Creemos que la campaña por la moral en China influirá en el consumo de preductos premium", afirma la empresa. También el mercado más exclusivo de té cayó en 2013 un 15 por ciento en China, según el periódico China Daily.

Pero la campaña de Xi apenas cambiará nada en el enraizado sistema de nepotismo y sobornos, opina el analista Zhang Ming, de la Universidad Renmin: "La gente de negocios sigue necesitando el poder y la influencia de los políticos. Así que seguirán encontrando formas de conseguirlo"

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