La pantalla grande se enfrenta a la saturación de franquicias cinematográficas

La Momia

La Momia es la más reciente película en sumarse a la moda de los universos compartidos en el cine. Los estudios de Hollywood están aprobando películas sin fechas de estreno claras ni equipos definidos.




La tendencia moderna comenzó en 2008, con Iron Man, protagonizada por Robert Downey Jr. Esa fue la primera película del llamado Universo Cinematográfico de Marvel, que casi diez años después ya ha estrenado 15 películas y recaudado más de US $ 11.700 millones en la taquilla global. El exitoso ejemplo de la compañía de historietas comenzó a popularizar el concepto de "universo compartido" en la pantalla grande, una franquicia de películas en donde cada personaje de una propiedad intelectual -en este caso superhéroes como el Capitán América, el mencionado Iron Man y Thor- podían tener su propia cinta, pero además interactuar mutuamente en crossovers en conjunto, como Avengers (2012).

En los años recientes, la fórmula tuvo un explosivo aumento en Hollywood: el principal rival de las historietas Marvel, DC Comics, anunció su propio universo cinematográfico de la mano de Warner Bros., llamado DCEU (DC Expanded Universe), el que inició con El Hombre de Acero (2013) y continuó con Batman vs Superman, Escuadrón Suicida (ambas en 2016) y recientemente con Mujer Maravilla. Warner también inició junto a Legendary Pictures el llamado MonsterVerse, con Godzilla en 2014 y que este año continuó con Kong: la Isla Calavera.

El más reciente caso es La Momia, protagonizada por Tom Cruise y Sofia Boutella, estrenada la semana pasada y que da inicio al "Dark Universe" de Universal, iniciativa con la que el estudio pretende revivir a sus monstruos clásicos en el cine, como Frankenstein, el Hombre Invisible y el Monstruo de la Laguna.

Pero la repetición de la fórmula, que se espera siga sumando nuevos exponentes -Desde Transformers hasta los dibujos animados de Hanna-Barbera se podrían sumar en el futuro cercano- ha llevado a un nuevo problema para los estudios: no hay espacio ni tiempo para todos.

El caso de La Momia y Universal dejó en evidencia la apresurada planificación de las grandes producciones en el escenario actual: el estudio anunció su "Dark Universe" incluso antes de estrenar la primera película. Previo a que la cinta con Tom Cruise recibiera su primera reseña o vendiera su primera entrada, el proyecto ya tiene diez películas más anunciadas. De esas, sólo dos tienen protagonistas definidos; La novia de Frankenstein con Javier Bardem y El Hombre Invisible con Johnny Depp, pero sólo la primera tiene director y fecha de estreno en 2019. La Momia de momento acumula resultados dispares: las críticas han sido en su mayoría negativas, y los números de taquilla en Estados Unidos fueron decepcionantes, con sólo US $ 32 millones recaudados. El lado positivo fueron los ingresos a nivel internacional; con US $ 141 millones. El recibimiento irregular deja dudas sobre si los planes para continuar el universo cinematográfico seguirán de la misma forma.

Pero Universal está lejos de ser el único estudio en caer en la fatiga por la saturación de las franquicias: Si bien Warner ha sumado buenos resultados económicos con sus películas de superhéroes DC, el respaldo crítico ha sido inconstante, y también sufre de un exceso de proyectos en desarrollo: con sólo dos películas con fecha de estreno definida -Liga de la Justicia en noviembre y Aquaman en 2018-, mientras hay 13 cintas aprobadas, pero sin un calendario claro de producción. Muchas de ellas no tienen ni directores ni elenco.

Ni la alianza Marvel/Disney ha zafado de tener que corregir decisiones apresuradas. Inicialmente, la compañía había fijado para 2020 el estreno de Inhumanos, una de sus propiedades de historietas menos masivas. Finalmente, la compañía decidió cancelar el proyecto, y transformarlo en una serie de televisión.

En un año en que películas como Mujer Maravilla o la taquillera cinta de terror ¡Huye! han forzado a Hollywood a replantearse su conocimiento de la audiencia, pareciera que llegó la hora de cuestionar si la fórmula dorada de los universos compartidos trae más beneficios que costos.

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