La tentación del mago

"Que el Mago sea titular". "Castillo por el Chapa". "Tres delanteros contra Venezuela". Éstas deben ser de las tres frases que más leí y escuché en los días posteriores a la derrota frente a Argentina.

No es mi intención hacer un juicio de valor respecto a estas opiniones, pero sí quiero entrar en el juego ¿Valdivia titular? Sí. Y quiero aclarar algo. Que uno o dos periodistas pregunten por el tema físico no quiere decir que todo el periodismo tenga dudas respecto a ese punto. El facilismo de generalizar obvia a muchos que ni siquiera cuestionamos el tema.

Valdivia tiene un talento especial que requiere más cabeza que piernas. No me interesa que recupere 10 balones por tiempo.

No preciso verlo desparramado en el piso peleando cuerpo a cuerpo. Sí me importa que tenga la lucidez de meter cinco habilitaciones para definir un partido. Sí me interesa que distribuya el balón de manera de descongestionar el mediocampo chileno.

Me entusiasmo y sigo en el juego. ¿Tres delanteros? Jugar así requiere de mucha movilidad (Castillo la tiene), pero también coordinación. Si contamos los potenciales delanteros y le sumamos los volantes de llegada (Aránguiz, Vidal y el lateral del lado contrario), Chile podría terminar sobrepoblando una defensa de por sí nutrida. La tentación de trasladar el partido de Buenos Aires frente a Venezuela es tan grande como caer en el "ganemos como sea". Llenar el área contraria no es garantía de buen negocio.

Si Argentina se refugió el jueves, imagínense qué hará Venezuela en Santiago.

Ante tamaño escenario lo aconsejable parece ser mas mesurado que intenso.

Primero. Amplitud de juego. Mientras más pueda ensanchar la cancha, mayor es la distancia que debe recorrer el defensor para cubrir la marca y mayor la chance de crear pasillos interiores con líneas de pase.

Segundo. Mejorar la profundidad, la única culpable de no haber ganado el jueves (a pesar de Ricci).

Tercero, cuarto y quinto. Paciencia. Hay 90 minutos para someter, dominar y ganar. Así, en orden. Como lo dijo Bielsa en su minuto. Como nos enseñó esta generación.