Lance Armstrong: Una dilatada historia de negaciones

El otrora considerado mejor ciclista de la historia confesó el uso de sustancias ilícitas. Sin embargo, desde 1999 lo negó sistemáticamente.




Finalmente, Lance Armstrong confesó el uso de sustancias prohibidas para incrementar su rendimiento físico. Así, concluye una historia de negaciones que efectuó cada vez que alguien le tocó el tema.

La primera vez, fue en 1999. En esa oportunidad, salió al paso de los rumores con seguridad: "Hay gente que dice: es un chico diferente al de antes en el Tour. No puede ser. Tiene que ir dopado. Pero están equivocados". Cuatro años más tarde, en 2004, lo pusieron en la situación de que, en el futuro, su hijo supiera que su padre no había competido en buena ley. "Cuando mi hijo vaya a la escuela no quiero que le digan: eh, tu padre es un tramposo, un dopado. Eso me mataría", aseguró en ese entonces.

El 2005, nuevamente el nombre de Armstrong era asociado al dopaje, sin embargo, en declaración jurada ante un tribunal, el deportista, visiblemente molesto, inquirió: "¿Cuántas veces tengo que decirlo? Pero si no puede ser más claro. Jamás he tomado sustancias dopantes". Tiempo después, tras ganar su séptimo y, a la postre, último Tour de Francia, el estadounidense encaró a sus críticos. "A los escépticos les digo: siento que no creáis en milagros. No hay secretos. El ciclismo es un deporte duro y se gana si se trabaja duro".

Dos años después, se le volvió a consultar sobre la estela de dudas que siempre estuvo sobre su carrera y sus triunfos. "Salí de una enfermedad mortal. Estuve en el lecho de muerte. ¿Crees que voy a regresar al deporte y decirle al doctor, venga, dame cualquier cosa para ganar, sólo quiero ir más rápido? De ninguna manera. Jamás lo haría", sentenció.

Por último, hace cuatro años, en 2009, fue claro al decir que, al final del día "cuando me voy a dormir. No tengo nada que ocultar".

Una historia de negaciones que terminó de la peor forma. La Agencia Antidopaje de Estados Unidos le arrebató todos los títulos obtenidos en su carrera. Al final, no tuvo más alternativa que confesar.

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