Las cartas de Lollapalooza 2018 para su versión más ambiciosa

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Además de Pearl Jam y The Killers, la cita tiene en carpeta a Lana del Rey, David Byrne y LCD Soundsystem. El cartel de artistas se revelará el miércoeles a las 10 horas y también tendrá sorpresas en el listado de chilenos.




Es un déjà vu de los últimos siete años: se acerca ese día D en que Lollapalooza Chile revelará su cartel definitivo de invitados, aumentan las expectativas, se aceleran los nervios y las apuestas por los nombres que darán vida a la nueva versión. Pero esta vez habrá una diferencia sustantiva.

Para 2018, la cita del Parque O'Higgins creció a tres días -del viernes 16 al domingo 18 de marzo- y prepara desde hace meses su lineup más voluminoso, con una cifra que ronda los 100 artistas y, por sobre todo, con un apetito de renombre y estelaridad en sincronía con su nueva era en el país.

En ese propósito, la próxima edición definió que su lista de invitados se revelará este miércoles a las 10.00 horas, por lo que ya está cerrada casi la totalidad de comensales que animarán la fiesta.

En agosto estaban prácticamente acordados los retornos de Pearl Jam y The Killers -ambos ya se presentaron en el espectáculo-, a lo que en las últimas semanas se sumaron otros protagonistas que asoman como cabezas de cartel: Lana del Rey, LCD Soundsystem y David Byrne, según cuentan distintas fuentes de la industria de conciertos y según ha informado la prensa brasileña (en el continente Lolla se replica en Sao Paulo y Buenos Aires).

De concretarse, la cantautora neoyorquina anotará su segundo show en la capital, luego de pasar en 2013 por otro festival, el Indie Fun Fest que se hizo en el Movistar Arena, en pleno despegue de su figura y donde compartió cartel con Travis, Palma Violets y Mala Rodríguez. Para esta vez, Elizabeth Woolridge Grant, su verdadero nombre, aterrizará bajo la consolidación de una propuesta que remite al Hollywood en sepia y a un erotismo fantasmagórico, aunque ahora adicionó algo de inevitable crítica a la coyuntura política de su país, ejercicio que materializa en su última entrega, Lust for life (2017).

Lo de LCD Soundsystem también sería una vuelta a escenarios locales, aunque con otro telón de fondo. Tras presentarse en el Teatro Caupolicán en 2011, en lo que significó su último concierto fuera de EE.UU. antes de una pausa de casi un lustro, el proyecto de cuerpo electrónico que encabeza el músico James Murphy regresó a principios de septiembre con American dream, su primer álbum en siete años. Como en casi toda su trayectoria, guiada por su talento para imaginar paisajes sonoros inventivos y saturados de quiebres y detalles, la ovación de la crítica fue casi unánime.

En contrapunto, David Byrne está por sobre cualquier contingencia. Es el hombre llamado a ocupar el casillero del artista clásico, pero con una huella de estilo e influencia que sobrevive hasta hoy, tal como sucedió en las versiones pasadas con New Order, The Specials, Joan Jett y Duran Duran. El fundador, rostro y cerebro de los desaparecidos Talking Heads enfrenta en el nuevo siglo una actualidad musical intermitente, distribuida entre iniciativas compartidas -como el notable álbum Love this giant (2012), con St. Vincent- y la edición de libros que ponen de manifiesto su acervo cultural, como sucedió con el extenso ensayo Cómo funciona la música. Pese a ello, sus últimos conciertos en solitario, que datan de principios de siglo, balancean su repertorio solista -esa búsqueda que empezó a mirar con ojo expedicionario los sonidos de África y Latinoamérica- con los hits de su ex conjunto, donde destacan And she was, Once in a lifetime y Psycho killer.

De manera más global, el Lolla chileno pretende que su jornada extra, la del día viernes, tenga el mismo peso artístico de las siguientes, más allá de que se trate de un día laboral y, por tanto, de una apuesta casi inédita en el historial de festivales nacionales. Además de una serie de ilustres del circuito anglo que se barajan para el anuncio de mañana, los organizadores también han decidido ampliar el abanico de fichajes chilenos, ya no sólo centrándose en el apartado del pop rock alternativo, tan habitual en las versiones pasadas de la cita, sino que también extendiéndolo a representantes de otros nichos. Por ejemplo, este año estuvo Villa Cariño, dando cuenta del espacio que se ha ido abriendo para la nueva cumbia local, de fuerte e incuestionable arrastre masivo en las últimas temporadas.

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