Las promesas de Trump y el proteccionismo de los 30

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Según el economista Nouriel Roubini, Estados Unidos ya vivió una época de aislamiento hace casi nueve décadas con resultados negativos. Sin embargo, los analistas destacan que la situación económica actual es muy distinta a la que existió después de la crisis de 1929.




Uno de los pilares de la campaña presidencial de Donald Trump fueron sus duras críticas a las políticas comerciales de mayor integración global impulsadas por sus antecesores que, a su juicio, han permitido que Estados Unidos sea "estafado" por sus socios. Su argumento: gracias a la mayor interconexión y menores aranceles aduaneros, las grandes multinacionales han decidido fabricar sus productos en lugares donde los costos laborales son más bajos, lo que se ha traducido en una pérdida significativa de empleos en Estados Unidos, especialmente en sectores con sueldos elevados, como la manufactura.

Para revertir este proceso, y con la idea de "hacer Estados Unidos grande de nuevo", el mandatario prometió altas tasas arancelarias a las importaciones provenientes desde México y China, aplicando un impuesto de 35% y 45%, respectivamente.

Estas amenazas se vieron reforzadas en las últimas semanas cuando, a través de Twitter, Trump apuntó contra las automotrices. "Construyan la fábrica en Estados Unidos o paguen un gran impuesto en la frontera", fue el mensaje que les envió a inicios de mes a General Motors y a Toyota. Esta semana, la advertencia se extendió a los fabricantes alemanes.

Algunas compañías, como Ford y las propias GM y Toyota, han cedido a las presiones, anunciando la cancelación de nuevos proyectos en México o una mayor inversión al norte de la frontera.

Si bien Trump se ha jactado por esos "logros" conseguidos antes de haber asumido este viernes, algunos expertos han advertido que la potencia ya vivió una era de aislamiento con resultados negativos: "Cuando Estados Unidos aplicó políticas similares en los años 20 y 30, ayudó a sembrar las semillas de la Segunda Guerra Mundial", aseguró en una reciente columna el economista Nouriel Roubini, y añadió que dicho proteccionismo "generó represalias en la forma de guerras comerciales y de divisas, que empeoraron la Gran Depresión".

La Ley Smoot-Hawley

Ocho meses después del estallido de la crisis, en octubre de 1929, el Presidente Herbert Hoover aprobó la Ley Smoot-Hawley en un intento por proteger los precios y el mercado nacional. La iniciativa incrementó los aranceles en un promedio de 59,1% a más de 20.000 bienes.

En su primer año de implementación, la medida pareció haber surtido efecto: las importaciones se desplomaron 30,5% y, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas entre 1929 y 1932, las internaciones se hundieron 70%.

Sin embargo, la reacción de otros países no era algo esperado. "Cuando Estados Unidos subió el arancel en los años 30, todos los demás hicieron lo mismo, perjudicando a los americanos", afirma el economista Joseph Ramos.

Las consecuencias fueron desastrosas: las exportaciones estadounidenses se derrumbaron 69,6% entre 1929 y 1932, el desempleo subió de 9% a 25% entre 1930 y 1933, la participación de sus envíos en el mercado global cayó desde un 15,8% en 1929 a 11,3% en 1934 y el PIB se contrajo a casi la mitad, de US$ 104.600 millones a US$ 57.200 millones medido en dólares corrientes, de acuerdo a la Oficina de Análisis Económico.

La Ley Smott-Hawley "fue ciertamente una equivocación, pero no creo que él (Hoover) tuviera una razón para saber qué tan malo resultó siendo", comenta Alan Deardorff, profesor de la Universidad de Michigan.

Era Trump

Chad Bown, economista del Peterson Institute for International Economics, afirma que la realidad a la que se enfrenta Trump es muy distinta a la de hace casi 90 años. "Cuando Smoot-Hawley fue implementado, la economía estadounidense ya estaba en declive. El punto de partida es distinto para el nuevo presidente", dice.

"Aunque efectúe muy malas políticas en el comercio internacional, el clima económico es mucho más fuerte que en los 30", precisa.

Actualmente, el desempleo está por debajo de 5%, una cifra históricamente baja. Según Forbes, el país sigue siendo el mayor mercado único, contabilizando un 22% de las exportaciones mundiales, 10% del flujo de comercio internacional, 20% de la demanda energética global, 63% de las reservas globales de divisas extranjeras y más de 33% de la capitalización del mercado de valores mundial.

"En la actualidad no hay -como en 1930- una crisis económica que pueda explicar la toma de medidas proteccionistas por parte de los EE.UU.", afirma el ex ministro de economía Rolf Lüders.

Aunque el punto de partida es distinto, las consecuencias podrían ser parecidas, según los expertos. El decano de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, Manuel Agosín, estima que la comunidad internacional se enfrenta a una amenaza que "podría ser peor de lo que pasó en la Gran Depresión y perfectamente ser el primer impulso a una crisis muy seria en la economía mundial".

El economista proyecta que si Trump adopta las medidas prometidas, los conflictos van a crecer como una bola de nieve: al subir el arancel, bajarían las importaciones desde México, que a su vez dejará de importar; Estados Unidos y China estarán envueltos en una guerra comercial, lo que causará que el gigante asiático con-traiga su PIB.

En un tono menos alarmista, Lüders comenta que, tal como pasó en la década del 30, inicialmente habrá una recuperación en "sectores relativamente ineficientes (los que desea proteger) a expensas de otros en que EE.UU. es relativamente eficiente (los intensivos en ciertos servicios tecnológicos, por ejemplo). En neto, sin embargo, el país perderá".

En tanto, Deardorff, de la Universidad de Michigan, indica que la principal diferencia es que en 1930 se subió el arancel a las importaciones de todo el mundo, mientras que la amenaza del actual mandatario está focalizada en China y México. "Son malas ideas, pero sus efectos, si son esas las únicas tarifas que van a aumentar, serían muy pequeños en comparación a Smoot-Hawley", explica el profesor.

Por su parte, Carlos Massad, ex presidente del Banco Central, piensa que los efectos negativos en el ámbito global serán controlados por China, potencia económica que no tiene planificado bloquear el comercio internacional y que, en el peor de los casos, sólo lo haría con Estados Unidos como medida de represalia.

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