Los duros golpes de Cristóbal Saavedra

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El liguano ha enfrentado situaciones límite en su vida, como el suicidio de su padre. Hoy, con 26 años, lucha por llevar su carrera hacia un mejor rumbo.




Para la gran mayoría de la gente que no está muy vinculada al tenis, ser jugador significa una vida de lujos y contratos millonarios. Sin embargo, esa es la realidad de un puñado de elegidos. Con suerte, 100 entre más de 2.000 jugadores con ranking. El resto tiene que rascarse con sus propias uñas y ver de dónde puede generar recursos para continuar su carrera. En ese lote está Cristóbal Saavedra (26), uno que pintaba para estar en el primer grupo, pero que terminó en el segundo.

El dinero nunca abundó en la casa de los Saavedra-Corvalán. Al contrario, había que hacer esfuerzos para llegar a fin de mes. Ni pensar en poder financiarle la carrera de tenista al menor del clan: "De donde vengo es imposible ni siquiera que hubiese jugado tenis a nivel nacional. No tenía ni para encordados, las raquetas que tenía eran regaladas", comienza.

"Me regalaron una raqueta cuando iba en tercero básico y la tuve tirada como seis meses hasta que mis viejos me dijeron que la iban a regalar si no la usaba. Entonces me fui al Club de Tenis de La Ligua y estuve un año jugando frontón. Ahí los socios me empezaron a ver y me invitaban, yo les recogía pelotas y jugaba con ellos. Después fui número uno de Chile y ahí me tomó la Federación y pude tener más recursos", prosigue.

Pero esa incipiente felicidad tuvo un golpe brutal. De esos que nadie quisiera recibir. A fines de la temporada 2008, una noticia devastadora le cambió la vida: su padre, de 54 años y técnico agrícola del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), se ahorcó. "Nadie está preparado para que se le muera su papá. Fue muy difícil", confiesa, antes de relatar lo que vino después: "Casualmente estaba en mi casa, de vacaciones, después del Challenger de Lima. Fue un shock para toda la familia y, dentro de todo, el que estaba más lúcido era yo. Mi mamá estaba muy mal. Entonces, yo fui el que debió ir a hacer el reconocimiento del cuerpo, que lo había encontrado un compañero de trabajo".

Ese año, Saavedra había estado entre los 20 mejores juveniles del mundo y ya sumaba sus primeros puntos ATP. Sin embargo, su estructura interna se desmoronó: "Tuve que asumir responsabilidades que no me correspondían, la vida familiar cambió. No pudimos seguir viviendo donde mismo. Imagínate que cuando mi papá trabajaba ya teníamos problemas económicos. Tenía que ganar partidos para poder distribuir la plata entre toda la familia y también seguir viajando. Tuve que asumir un papel importante. Si faltaban 200 lucas, yo me ponía".

Volver a jugar no fue fácil, pero había que hacerlo. A la temporada siguiente, el nivel subió. Vinieron grandes victorias, como la que tuvo sobre el ex campeón de Roland Garros, Gastón Gaudio, en el Challenger de Lima. Junto con eso, aparecieron las luces y personas de todo tipo. "No tomé buenas decisiones por no tener lucas ni el mejor grupo humano. Hay otros que tienen todo eso y no se pueden reprochar nada. En cambio, yo ni siquiera he tenido lo mínimo y con eso he hecho lo que he podido. No me puedo recriminar nada".

En sus palabras, Cristóbal no esconde su decepción del entorno que rodea al tenis y del doble discurso que se instala en esas personas. "Yo tengo 26 años y la gente que habla de tenis es la misma. Fui promesa y los tipos me tiraban para arriba, decían: 'tú vai a llegar'. Pero esos mismos se dieron vuelta la chaqueta de forma poco respetuosa. Decían: 'se perdió, ya no entrena, está metido en las apuestas'. Si pierdo un partido que no tengo que perder, dicen: 'este hueón se apostó'. Hablan mal y no te lo dicen a la cara. Te abrazan y te clavan un puñal".

Es por eso que le duele tanto que lo vinculen a los arreglos de partidos, algo que desmiente tajantemente. "Yo lo he escuchado mucho, pero nunca me han ofrecido. Si quisiera ganar plata, me pongo a trabajar de entrenador. En Alemania me ofrecen cinco mil euros, me dan residencia y me ponen casa", argumenta.

Esta temporada, Saavedra, por primera vez en seis años, no ha ganado títulos en singles y hoy ocupa la casilla 650 del ranking. Sin embargo, en dobles ha levantado la corona en seis Futuros, lo que le ha permitido trepar al puesto 347 del planeta. Las pocas semanas que está en Chile entrena con Guillermo Pérez Roldán. "Es una gran ayuda, porque no me cobra lo que les cobra a otros", afirma. Y agrega: "Mi meta es hacer un año donde no me tenga que recriminar y decir: 'lo pude planificar mejor'. Ojalá no tenga que jugar tanto interclub ni torneos por plata. Muchas veces iba evadiendo mi responsabilidad. Y ahora que tengo 26 años me digo: 'O juegas y te demuestras que realmente tienes un nivel para hacer algo, o nos ponemos a trabajar'. Y asco al trabajo no le vamos a hacer".

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