Los factores que influyen en las elecciones francesas de hoy

elecciones Francia

El país europeo concurre a las urnas para unos comicios presidenciales inéditos y fragmentados. De los 11 candidatos solo cuatro tendrían opciones, y de ellos solo uno es de un partido tradicional.




 Incertidumbre

A la luz de los sondeos y del sentido común, la proyección más convencional o, si se quiere, tradicional, sería que la elección presidencial francesa la ganara el centrista Emmanuel Macron. Pero los sondeos en el último tiempo han errado demasiado como para dar a un candidato como ganador, por lo que los comicios de hoy están marcados por la incertidumbre. Más aún cuando son 11 los postulantes en competencia. De cualquier forma, solo cuatro tienen alguna posibilidad de pasar a la segunda vuelta, el 7 de mayo. Macron aparecía arriba en las encuestas (24,5%), junto a la candidata del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen (23%), y detrás le seguían el derechista François Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, ambos con 19%. Mucho más atrás aparecía el socialista Benoît Hamon (7,5%), mientras que los seis postulantes restantes ni siquiera superaban el 5%. De esta forma barajaban seis combinaciones de balotaje: el del "moderado" contra la "ultra" (Macron-Le Pen), el de los "extremos" (Le Pen-Mélenchon), el de los ex socialistas (Macron-Mélenchon), el "convencional" (Macron-Fillon), el de los "terceros" (Fillon-Mélenchon), y el de la repetición de 2002 (Le Pen-Fillon), cuando el candidato de la derecha, Jacques Chirac, se enfrentó y derrotó a Jean-Marie Le Pen.

Abstención

Uno de los protagonistas de estos comicios será la abstención, a tal punto que los analistas estiman estará por encima del 30%, con lo que superaría a cualquiera de los candidatos en competencia. Una cifra altísima y sin precedentes en un país con participación elevada. En la primera vuelta de las presidenciales de 2012 se registró una abstención del 20,5%. No por nada todos los candidatos hicieron llamados a la movilización y a la búsqueda de estos votos en el aire. Por ejemplo, Fillon llamó a movilizarse "con todas sus fuerzas", no dar por sentado el resultado, y sostuvo que "la victoria está a nuestro alcance". En tanto, Marine Le Pen convocó a su militancia a "convencer a un indeciso y tomar de la mano a un abstencionista" para ganar hoy. Las razones para esa negativa a concurrir a votar van desde el disgusto por los escándalos que han salpicado a parte de la clase política, al malestar con las propuestas y plataformas de los candidatos.

Populismo

La elección francesa es considerada la prueba clave para determinar qué tan fuerte soplan los vientos del populismo en Occidente. Eso tras el triunfo del Brexit, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, y de Donald Trump en Estados Unidos. Y en estos comicios esa carta la juega con fuerza Marine Le Pen. Su partido, el Frente Nacional, apuesta por sacar a Francia de la Unión Europea y es marcadamente antiinmigrante y antiglobalización. Le Pen no solo quiere llegar a la segunda ronda, tal como lo hizo su padre en 2002, sino generar tal desconcierto en la escena política que le permita, esta vez sí, alcanzar el Palacio del Elíseo. En todo caso, eso no basta para gobernar: como Francia tiene un régimen semipresidencial, es necesario tener mayoría en la Asamblea Nacional, cosa que el FN no posee, con lo que se generaría una nueva "cohabitación": el gobierno en manos de un partido distinto al del Presidente. Eso sí, en la eventualidad del triunfo de Le Pen, ella controlaría la Defensa y las Relaciones Exteriores. De cualquier forma, para eso debe convencer a una buena parte de los votantes, aquellos que no forman parte de su electorado más duro y que hasta ahora son, según el semanario Le Journal du Dimanche, un público principalmente masculino, jóvenes de menos de 35 años y obreros, y que votan al FN más bien por rechazo a otros partidos que por las ideas que propugna el partido de Le Pen.

Crisis del PS

Benoît Hamon corre como el abanderado del Partido Socialista, el partido del actual Presidente, François Hollande, del primer ministro Bernard Cazeneuve y la tienda política mayoritaria en la Asamblea Nacional. Sin embargo, Hamon tiene todas las de perder. Por un lado, debido a la impopularidad de Hollande. El mismo jefe de Estado decidió, por lo mismo, no postular a la reelección, algo que no ocurría desde 1969. Además, ha jugado en su contra la sangría electoral generada por la irrupción de dos ex militantes socialistas, uno de izquierda y otro de derecha, Mélenchon y Macron, respectivamente. Por lo magro del resultado que obtendrá Hamon se habla de la grave crisis que sufre el Partido Socialista, que algunos la tildan de terminal. Sin embargo, lo mismo se dijo en 1993, cuando quedó como tercera fuerza política, aunque volvió a levantar cabeza en los comicios de 1997.

Una elección extendida

La posibilidad de un cambio político en Francia, el que podría irrumpir en las elecciones presidenciales, tendrá su prueba de fuego en los comicios legislativos que deben celebrarse el 11 y 18 de junio. Ahí se determinará quién controlará la Asamblea Nacional, de las filas de qué partido o movimiento saldrá el futuro primer ministro, si será necesaria la formación de una alianza de gobierno y si se producirá una nueva "cohabitación". De hecho, a la luz del Parlamento actual, solo dos de los candidatos favoritos para ganar la Presidencia podrían contar con una bancada medianamente poderosa: Macron podría buscar el apoyo de los socialistas que, junto a sus aliados, tienen 295 escaños (de un total de 577), y Fillon, cuyo partido, los Republicanos, tiene 196 diputados. Mélenchon podría contar con el respaldo de unos 30 parlamentario y Le Pen, con apenas dos diputados.

Terrorismo

Aun cuando el ataque contra policías en los Campos Elíseos la noche del jueves, en París, se trató de un atentado reducido, vino a recordar a los franceses que todavía pueden ser blanco del terrorismo, y eso pudo colarse en el fin de la campaña. El extremismo islamista, que estuvo detrás de los ataques contra Charlie Hebdo, París y Niza, alienta el discurso antiinmigrante que ha erigido con fuerza el Frente Nacional de Marine Le Pen y al que se ha sumado el candidato de la derecha, François Fillon.

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