Los lujos y las extravagancias de la "dama de hierro" de Zimbabwe

Grace Mugabe

Grace Mugabe, esposa del Presidente, no ha tenido límites a la hora de despilfarrar grandes montos de dinero en propiedades, joyas y vestuario.




Desde 1996 es la dama de hierro de Zimbabwe, conocida por su look de guerrillera con coloridas boinas a lo Che Guevara, pero también por sus exclusivos, trajes, joyas y lujos sin límite. Grace Mugabe (52), 40 años más joven que su esposo, ha trazado su propia agenda y tras la confusa acción militar del martes, ya estaría fuera del país.

La esposa de Robert Mugabe no ha ocupado su cargo de primera dama de manera simbólica ni mucho menos. De hecho, la destitución del Vicepresidente del país la semana pasada, que explicaría el rol que ha tomado el Ejército en estas horas, habría tenido como objetivo pavimentar el camino para que Grace asumiera las riendas del país. Ello, de cara al cónclave oficialista agendado para diciembre y dada la avanzada edad de su esposo, de 93 años. Pero la jugada habría fallado.

Grace Mugabe no se ha puesto límites como "dama de hierro". En su momento mandó a construir dos palacios, uno de los cuales terminó siendo adquirido por Muammar Gaddafi, mientras que el otro, que data de 2007, habría costado US$ 27 millones. También tendría propiedades en Malasia y Hong Kong.

Según los documentos de Wikileaks revelados en 2010, Grace Mugabe habría estado involucrada en el tráfico de diamantes. Conocida por sus extravagancias, no ha tenido límites a la hora de despilfarrar grandes montos de dinero en vestuario. Como Imelda Marcos, su colección de zapatos rondaría los tres mil pares. Y en un par de horas, es capaz de gastarse 100 mil euros en una tienda parisina.

A comienzos de los 80, Grace era la secretaria de Mugabe, entonces primer ministro. Luego se convirtió en su amante y finalmente en su esposa. Con el hombre fuerte de Zimbabwe tiene tres hijos.

En los últimos años adquirió un tremendo poder y nunca ocultó su deseo de convertirse en Presidenta. De tal magnitud han sido sus ansias de poder, que incluso obligó a su esposo a nombrar a su sucesor.

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