Luis Barragán, el arquitecto mexicano que fue convertido en diamante (y la polémica que causa)

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525 gramos de las cenizas de Luis Barragán, el arquitecto más importante de la historia moderna de México, forman ahora un diamante.




Tiene 2,02 quilates, está sin tallar y es muy brillante, de un sutil tono azulado.

Está engarzado en un aro plateado, a modo del clásico anillo de compromiso de los anuncios de Tiffany's.

No por nada se llama The Proposal (La propuesta).

Pero la artista estadounidense Jill Magid, de quien es la obra, no la creó para pedir a alguien en matrimonio.

La hizo tratar de lograr que el archivo profesional del único mexicano en lograr el Priztker -considerado el Premio Nobel de la disciplina- regrese a su país de origen.

Sin embargo, hoy por hoy en México es la joya de la discordia.

Expuesta hasta octubre en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC, el museo de la UNAM), ha hecho que varios sectores de la sociedad pongan el grito en el cielo y cuestionen los límites del arte, la gestión del patrimonio y el papel de los organismos públicos en ello.

El archivo y el legado

Barragán, quien ni se casó ni tuvo hijos, murió en 1988 a los 86, tras sufrir Parkinson durante años.

Atrás dejó una serie de edificios reconocibles por sus líneas depuradas, su sobriedad, los colores brillantes y el juego de luces y sombras, y que siguen siendo referentes para los arquitectos actuales.

Y también dejó en herencia su biblioteca personal, que desde 1990 atesora la Fundación Tapatía Casa Barragán, y su planos, maquetas y demás documentos, su acervo profesional.

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Éste lo terminaron adquiriendo en 1995 Rolf Fehlbaum, el jefe de la empresa suiza de muebles de diseño Vitra, y su entonces novia Federica Zanco, una historiadora italiana de la arquitectura y coleccionista.

Desde entonces está en la Barragan Foundation, en un espacio ubicado bajo la sede de Vitra en Basilea, Suiza, custodiado por la propia Zanco.

Y mientras ella lo niega, decenas de investigadores que trataron de consultarlo insisten en que el archivo es prácticamente inaccesible.

Esa fue también la experiencia de Magid, una artista cuyo cuerpo de trabajo explora temas como el poder institucional y la legalidad.

"Todo comenzó cuando visité la Casa Barragán y me enamoré del arquitecto", contó la semana pasada la artista en el coloquio Obra, fetiche y ley, llevado a cabo este jueves en la UNAM justo antes de inaugurarse la exposición, que lleva por nombre Jill Magid: "una carta siempre llega a su destino". Los archivos Barragán.

"Empecé a hacer preguntas, a interesarme por el estado actual de su archivo. Y mientras la Casa Barragán me dio permiso para consultar el suyo, la fundación en Basilea me lo negó", recordó.

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"Además, me informaron que no podía reproducir nada de su archivo profesional", porque los derechos del autor correspondientes también están en posesión de Zanco.

Entonces le surgieron las preguntas de las que parte, según explica ella misma, su obra: "¿Cuál es la condición actual de los archivos? ¿Cómo se genera un legado a partir de ellos?".

"Si lo aceptas..."

Luego escuchó que Zanco había recibido el archivo como regalo de compromiso de Fehlbaum, un rumor nunca confirmado, y se le ocurrió lo del anillo.

Con esa idea ya en mente, se reunió con 18 miembros de la familia Barragán, quienes le dieron en beneplácito.

Y así, con la venia de estos y las autoridades de Jalisco, en septiembre de 2015 se plantó en Guadalajara, la capital del estado, en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.

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De allí sacaron la urna que contenía las cenizas de Barragán y la artista metió en una bolsa una cuarta parte, que luego se llevaría a Nueva York.

A los seis meses una empresa especializada en ello habría convertido los restos en el polémico diamante, y tras hacerlo montar en un anillo, Magid viajaría con él a Suiza, a reunirse con Zanco.

Sentada frente a ella en la cafetería de la sede de Vitra, colocó sobre la mesa la cajita con el anillo y le hizo la proposición.

"Si lo aceptas, tendrás que devolver el archivo a México", le dijo.

La coleccionista no aceptó, y según detalló la revista estadounidense The New Yorker en agosto pasado, le respondió después por correo:

"Has convertido una especulación en arte y por el camino has hecho de mí un personaje de ficción. Así que en realidad soy irrelevante para tu proyecto. No me necesitas. Con tu imaginación te basta".

BBC Mundo se puso en contacto con Zanco y con la fundación que dirige, pero no tuvo respuesta.

¿"Audacia estética" o "oportunismo comercial"?

La coleccionista no fue la única en reaccionar así. Todo un sector de la sociedad en México ardió en cólera ante la propuesta.

"Llama a escándalo que el archivo no haya permanecido en México y que no pueda ser libremente consultado por los estudiosos", escribía así Luis Villoro en agosto de 2016 en un artículo publicado en la página web del Colegio Nacional.

"Aun así, la idea de convertir a Barragán en un diamante para tratar de recuperarlo parece digna de un museo del horror", concluía.

Y Víctor Jiménez, el exdirector de Arquitectura del Instituto Nacional de Bellas Artes, calificó el trabajo de Magid de "descabellado".

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Mientras, en la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, que preserva el archivo personal del arquitecto, se produjo un cisma por el tema y terminaron dimitiendo cuatro de sus miembros.

"Tocó un símbolo cultural importante, lo desarmó y lo hizo con complicidades, y eso no nos gustó", opinó por su parte Enrique X. de Anda, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, durante la conversación que se llevó a cabo el jueves en esa universidad.

Y recordó que, en alusiones a la nacionalidad de la artista, "la relación entre Estados Unidos y México es difícil, y tiene que ver con el abuso".

Por su parte, el promotor cultural César Cervantes Tezcucano le preguntó a la artista si, durante los cinco años en los que trabajó en el proyecto, entró a México con visa de turista o con los documentos requeridos.

"La defensa nacionalista es la última trinchera de esta discusión", respondió a ello Cuauhtémoc Medina, curador jefe del MUAC y responsable de la muestra junto a Alejandra Labastida, y pidió que se la juzgue como obra de arte.

Una obra que varios, entre otros el propio Medina, consideran una "audacia estética".

Legalidad a debate

Aunque la discusión fue por otros derroteros, los legales, en los que se ha centrado también el debate social.

De hecho, 73 personas -entre ellas los escritores Juan Villoro y Elena Poniatowska, y el arquitecto Miquel Adriá- firmaron una carta en la que piden a las autoridades que investigaran el proceso de exhumación.

Su objetivo final de estos es convertir el anillo en polvo y reintegrar los restos al lugar en el que ahora luce un caballo de plata.

De esa idea es también Luis Vega García, catedrático de la Faculta de Derecho de la UNAM, Catedrático de la Facultad de Derecho, quien durante la discusión del jueves aseguró que "es presumible que (el proceso de la elaboración del anillo) no cumplió con los principios de legalidad".

Pero Ismael Reyes Retana, abogado y socio del bufete White & Case, opina lo contrario.

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"No existió violación alguna a las leyes. Se procedió con apego al derecho", aseguró en la UNAM.

Dijo que quien autoriza inhumar puede autorizar la exhumación y que, de acuerdo al Reglamento de Panteones, correspondiente a este caso, se aplica el derecho civil, que señala que la decisión atañe a los familiares.

"Tengo mucho respeto por la obra y el legado de Barragán. Fui tan respetuosa con la ley como pude y no lo hice sola. La familia pidió las cenizas", insistió por su parte Magid.

Y recordó que su obra "es una celebración de la vida, la recreación del legado que nos dejó", y "una forma distinta de entender los legados".

Pero Cervantes Tezcucano señaló su presunto "oportunismo comercial", y le preguntó si tenía intención de vender el anillo.

"El anillo nunca estuvo a la venta y no lo va a estar. No me voy a lucrar con ello. Es algo que se decidió desde el inicio del proyecto".

El plan, según explicó Medina, es que se ceda a la colección de un centro público.

"Mi obra es una propuesta. Es un gesto. Es una oferta", subrayó la Magid. "No es una exigencia. Pueden decir que no".

O algún día, quizá que sí.

Por si acaso, la propuesta seguirá vigente: el cuerpo de Barragán -una cuarta parte, para ser exactos- por el cuerpo documental de su obra.

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