Marcelo Díaz: "Me irrita este 'verdugueo' a la Presidenta y a las reformas"

Marcelo Díaz

En el balance del ex vocero de gobierno Marcelo Díaz destaca su molestia con la indisciplina de parte de la Nueva Mayoría y -en particular- con el afán por responsabilizar al comité político del gobierno de los errores de conducción: "El Estado Mayor de la coalición no es solamente el comité político, incluye a los jefes de partidos y a los líderes parlamentarios", afirma.




Un mes se dio como plazo el ex vocero de gobierno Marcelo Díaz (PS) para estar alejado de la primera línea desde que el viernes 18 dejó su cargo. En ese período debe despejar la circunscripción por la que competirá al Senado en 2017, porque su interés es volver al Parlamento que dejó en el último período. Este es su balance del paso por el gabinete de Michelle Bachelet.

¿Cuándo empezó a evaluar su salida del gobierno?

El último mes o mes y medio. Había que abandonar el cargo un año antes de la elección parlamentaria y era una reflexión a la que, además, me invitaban dirigentes del PS. Me parecía importante dar ese paso para poder integrar una plantilla parlamentaria para las próximas elecciones del Congreso.

¿Por dónde va a competir?

Tengo una idea en la cabeza, pero es un tema que tengo que hablar con el partido. Mi pretensión, que es evidente, es ser parte de la lista electoral del PS en las próximas elecciones parlamentarias.

Se ha hablado de Aysén...

Es una posibilidad, efectivamente.

¿Y cómo se condice con el interés de Camilo Escalona, que también está mirando ese lugar?

Esta es una conversación que todavía está en pleno desarrollo al interior del PS, me parece muy bien que tengamos opciones alternativas, lo importante es que hagamos una reflexión colectiva que nos permita que la plantilla del PS sea fuerte y nos permita una buena representación en el próximo Congreso. Hoy día podría decir que tengo plena disposición para ser parte de cualquier definición, entre ellas, por cierto, una primaria.

¿Por qué quiere volver al Parlamento?

Siento que la contribución histórica que ha hecho la Presidenta Bachelet -tomando una decisión que no debe haber sido fácil, allí hay un acto de coraje, de valentía, de generosidad, porque todos saben que es muy difícil que un segundo mandato sea tan popular como el primero- para impulsar una agenda distinta, una de las más ambiciosas respecto de la transformación de la sociedad, va a perseverar. Es el tipo social que estamos cambiando y es lo que los chilenos quieren, por eso es que a veces me irrita -lo digo con franqueza- este "verdugueo" a la Presidenta, al gobierno y este "verdugueo" a las reformas. Hay cuestiones que eran objetivos largamente anhelados por la antigua Concertación y que fueron concretados en este gobierno. Nuestra lealtad debe ser con quien encabeza este proyecto, la Presidenta Michelle Bachelet, pero también con el proyecto que les prometimos y les comprometimos a los ciudadanos, porque yo siento que la Nueva Mayoría tiene que darse cuenta, si mira bien los resultados de la elección municipal, que el futuro no está escrito, que la próxima elección presidencial la puede ganar cualquiera y, por tanto, ¿de qué depende? Primero, de que nosotros pongamos en valor lo que hemos hecho y que empecemos a resolver nuestras controversias de un modo distinto y que todos pongamos voluntad.

¿Usted quiere ser también candidato a la presidencia del PS?

Me encantaría, pero sé que hay otros buenos nombres y sé que hay que tomar decisiones colectivas.

La parte final de su gestión en el gabinete estuvo marcada por el tema del informe que usted compró siendo parlamentario a la empresa del ex ministro Insunza. ¿Ya fue citado a declarar en la fiscalía?

No, no he sido citado. Si me citan, por cierto voy a colaborar en todo lo que pueda.

¿Fue tema para su salida, como se ha señalado?

No, pero fue un tema que no es agradable. Yo compré un informe de análisis, un trabajo que se hizo, que estaba bien hecho, que sirvió para el propósito para el que fue adquirido y solo puedo dar cuenta de aquello, de lo demás, es algo que está afuera de mis posibilidades y de mis responsabilidades.

¿Le pesa haber dejado el gobierno en un período particularmente complejo, donde la Nueva Mayoría sigue enfrascada en tensiones?

Es una crisis más global que afecta a Chile muy fuertemente también. No fue una decisión fácil y quizás voy a cometer una infidencia de las que suelo no cometer, pero agradezco la generosidad de la Presidenta de la República, primero, para nombrarme ministro y por comprender mi decisión de renunciar al gabinete. Conversé mucho con ella de esta decisión y conté con su comprensión. Eso es para mí motivo de gratitud.

Estuvo casi un año y medio de ministro, ¿cuál es el balance personal de ese período?

Siempre he sido bien autocrítico: creo que debo haber hecho cosas buenas, unas regulares y otras malas. Aporté lo que pude, me entregué de lleno, porque creo que ser parte de un gobierno en los tiempos que vivimos requiere mística, convicción. No es una pega, hay un acto de vocación detrás de servir un cargo público de este tipo.

Usted dice que son otros los que tienen que evaluar y la evaluación ha sido demoledora de parte del propio oficialismo. De todas las críticas que hizo la Nueva Mayoría al desempeño del comité político, ¿de cuál se hace cargo?

Nosotros en algún momento tuvimos diversidad de opiniones en el gobierno, lo quiero reconocer, y eso se saldó, se resolvió. La llegada del ministro Fernández jugó un papel importante en que el comité político tuviera una sola voz y actuara como un solo cuerpo. Creo que se le critica injustamente, porque cumple su rol.

¿Con Burgos había más disonancias?

Tuvimos dificultades en la reforma laboral, eso fue evidente; se nos criticó mucho que el gobierno llegó a esa discusión con más de una opinión que circulaba en las conversaciones con los distintos actores de la reforma. Y creo que eso no estuvo bien. Hay cosas que uno puede decir con la libertad de no estar en el cargo: hay una contribución directa del ministro Fernández a la solidificación del comité político en una sola voz. En segundo lugar, los problemas de conducción de la coalición, no sólo es una materia que les corresponde a los ministros del comité político. También es responsabilidad de los partidos...

¿Cómo así?

Si un diputado quiere A y el otro quiere B, eso no se puede hacer al mismo tiempo. Ayudar a construir cuál es el punto medio, cuál es la solución para poder resolver esa diferencia no es una tarea exclusiva del gobierno, también hay una responsabilidad enorme de los jefes de partidos, y también de los jefes de las fuerzas parlamentarias. Las críticas a veces exceden el tono que uno entiende razonable por aquellos que son parte de la coalición.

¿Cuándo se pasa esa línea?

Cuando el ataque es personal, descalificatorio, cuando no se cuida no entregarle municiones al adversario. Si la pega de la oposición es esa, lo que no es razonable y los ciudadanos no esperan es que la pega de algunos sea tirotear todo el día y todo el rato al gobierno, por cada cosa que decide… Lo digo habiendo sido parte del movimiento de los díscolos del gobierno anterior...

Cómo ex díscolo usted conoce algo de eso...

Uno reflexiona en la vida y se da cuenta de que cuando tú tienes una coalición que tiene mayoría en las dos Cámaras, y que sin embargo se vuelve trabajoso y difícil poder conseguir mayoría para proyectos, a veces, de ley simple como el reajuste, tienes un problema..., y yo creo que ese problema se resuelve por dos vías: fortaleciendo a los partidos políticos, debemos abrirmos una discusión en serio sobre las órdenes de los partidos, porque yo creo que a ningún partido le sirve tener parlamentarios que hagan número, sino que sean parte de la coalición...

Usted es partidario de eso, de que haya órdenes de partido en ciertas situaciones...

Para ser honesto, soy más partidario de una solución más de fondo. Yo creo que hay que hacer un profundo cambio al régimen político y avanzar hacia un sistema semipresidencial en el que los incentivos de cohesión entre la mayoría gubernamental y la mayoría parlamentaria sean más nítidos, más claro. Hoy día tenemos un Congreso en el peor de los mundos, porque tiene poco poder colectivo y alta capacidad de daño individual, y es cosa de revisar lo que ha pasado estos dos años y medio, la inmensa mayoría de los parlamentarios de la Nueva Mayoría respalda al gobierno, pero a veces tenemos dificultades con unos cuantos que son capaces de hacer muy difícil la discusión de un proyecto de ley. Y pueden tener mucha razón, muy legítima, pero hay que buscar el modo de resolver las cosas.

Según la experiencia que usted tuvo en este año y medio como ministro, ¿un jefe de partido puede comprometer los votos de sus parlamentarios?

Los presidentes de los partidos han asumido que es difícil hacer esa afirmación tan categórica. Quiero destacar lo que ha sido la conducta de la presidenta del PS, la senadora Allende, recorrí mucho el país y el alegato que me hacían los militantes era la exigencia de lealtad, probablemente porque en el socialismo, la historia de lo que fue el gobierno de la Unidad Popular, y las debilidades del PS en su apoyo a Salvador Allende están en la retina y memoria de los viejos socialistas, pero también de los nuevos socialistas. Y lo que los socialistas nos pedían era lealtad en torno a la figura de la Presidenta de la República, y yo pienso que el PS y su inmensa mayoría estuvieron a la altura de esa demanda militante.

¿Y el resto de la Nueva mayoría?

Yo creo que todos los partidos han colaborado. Lo que no me parece correcto, lo que no me parece propio de una coalición es que el modo de discutir y procesar esos matices, esas diferencias, sea de la forma virulenta en que a veces ocurría, del modo disruptivo, que se debata por la prensa.

¿Sintió que faltó lealtad de la Nueva Mayoría para cuadrarse con ciertas decisiones de gobierno?

Sí, ha faltado lealtad. Ha faltado lealtad en primer lugar con la Presidenta de la República. Nosotros pasamos el período en que estuvimos en la oposición durante el gobierno del ex Presidente Piñera con mucha tranquilidad, entre otras cosas, porque sabíamos que había una figura como Michelle Bachelet a la que podíamos recurrir para recuperar el gobierno. Para volver a La Moneda. Es re fácil ser oposición así, si tú tienes el futuro más o menos asegurado podías darte muchos gustitos y mucha libertad. Se hizo una buena pega, se construyó una coalición distinta, se formó la Nueva Mayoría y eso me parece un tremendo aporte. Por tanto, la primera lealtad que le debemos es a quien le pedimos que pusiera su capital político a disposición de una coalición para retornar al poder, y poder concretar una agenda de transformación. Y en segundo lugar, lealtad al proyecto. ¿Cuál es la palabra que se empeña en una candidatura presidencial, en una campaña presidencial? Que no la empeña sólo el candidato, la empeñan los partidos y la fuerza parlamentaria, los candidatos que piden el voto para esa candidata o candidato presidencial, el programa.

¿Qué episodio recuerda como más amargo? ¿El reajuste donde se logró cero votos?

La memoria es selectiva y diría que debe haber varios, pero el que se me viene a la cabeza ahora es el de la ley exprés del Servel. Nos hicimos cargo de un problema que no le correspondía al gobierno. Acogimos una propuesta que no surgió de nosotros, sino que del Servicio Electoral, desde donde se nos pedía, desde los propios partidos, que tomáramos decisiones, la tomamos, enviamos la ley. Esperamos más generosidad y más republicanismo por parte de la derecha y no el cálculo pequeño. Nos esforzamos en sacarla adelante, decidimos retirarla porque así nos lo pidió prácticamente en forma unánime la Nueva Mayoría en el Senado, no porque fuera una convicción nuestra, y las críticas que vinieron después fueron muy, a mi juicio, destempladas.

¿La Nueva Mayoría esconde sus diferencias, sus propias faltas, en las críticas al gabinete, como lo planteó el ministro Eyzaguirre, que se estaban convirtiendo en una suerte de chivo expiatorio de todos los males oficialistas?

El Estado Mayor de la coalición no es solamente el comité político, no son los cuatro ministros del comité político, incluye a los jefes de partidos y a los líderes parlamentarios, si no, no tendríamos esa reunión lunes a lunes, y desde esa perspectiva cada uno tiene que asumir la cuota de responsabilidad que le toca para que ese Estado Mayor sea eficaz y decisivo. Y reconocerle, como corresponde, el rol de Jefa de Estado a quien lo encabeza, que es la Presidenta de la República.

¿Es usted de los que creen que el equipo político funcionaba extraordinariamente bien como la Presidenta sostuvo?

Sí, en lo que ella dice que discutíamos, debatíamos intensamente, pero se resolvía y actuábamos de manera mancomunada. Eso no excluye ni evade responsabilidades o deficiencias que se pudieron haber hecho mejor. Aquí no hay una lectura autocomplaciente.

Mucha gente lo interpretó así...

Bueno, pero no interpretemos todas las cosas... Pongamos un poquito más de buena fe. Si de verdad lo que queremos es que los ciudadanos recuperen la confianza en la política, lo menos que tenemos que hacer es recuperar la confianza en nosotros mismos.

Llama al menos la atención la disociación de diagnóstico que hay entre la Presidenta y su coalición…

Pero ella lo expresó con mucha claridad. El comité político era capaz de analizar y procesar discusiones muy de fondo respecto de las decisiones que tenía que tomar el gobierno y ser capaces de concordar una o de llevarla para su decisión ante la Presidenta, y zanjada la decisión por parte de la Presidenta, ponerla en movimiento.

Ustedes ponían en marcha la decisión que tomaban, pero su coalición no los acompañaba...

No basta con que el gobierno esté ordenadito, se requiere algo más. No es solo el comité político el que tiene el rol de conducción política. Es probablemente el principal, porque expresa la voluntad presidencial, pero hay una tarea que les corresponde a los presidentes de los partidos. No veo contradicción cuando la Presidenta dice que el comité político funcionaba extraordinariamente bien, no está queriendo decir que se hace todo perfecto, da cuenta de cómo es la dinámica interna del comité político y yo la comparto, y no creo ser delirante cuando digo que es una reflexión que se funda en lo que es mi propia participación en ese comité político. Ahora, para que este Estado Mayor sea eficaz, requiere que todos repensemos y remiremos cómo estamos funcionando, cómo tomamos las decisiones y, sobre todo, la clave del éxito, a mi juicio, es simple: ser capaces de llegar a acuerdos y tener mecanismos para resolver las controversias y que esos acuerdos se cumplan.

La demanda a la coalición es la disciplina. ¿Por qué esa coalición debe cumplir ese propósito si no se les escucha sus demandas?

Voy a ser bien directo. En pedir no hay engaño, pero a esa petición un Presidente jamás va a estar obligado. El gabinete es una decisión soberana, exclusiva, privativa del Jefe de Estado, y no conozco ninguno que vaya a estar disponible a esa decisión, que es la más esencial que la de formar gobierno, sea intervenida. Yo a veces me pregunto: ¿Este gobierno tiene más errores que el promedio del resto de los gobiernos anteriores?

Este gobierno es el gobierno peor evaluado por la ciudadanía desde el regreso de la democracia…

Sí, yo a las encuestas no les hago el quite. Qué duda cabe que errores debemos haber cometido, y cometimos. Y lo dijo la propia Presidenta en un consejo de gabinete que para mí es paradigmático, que fue el consejo de gabinete de San Jorge, en junio, al poco tiempo de asumir el gabinete al que yo integré. En que ella asumió, ella en persona, en su discurso, errores. Hizo un acto de mucho coraje, pero al mismo tiempo de decir, sabe qué, frente a la petición de tiremos la toalla, ella dijo no, aquí hay que hacer lo que hay que hacer y hay que hacerlo bien. Porque son compromisos que siguen y porque es lo que Chile requiere. Reformas importantes. Las encuestas son una herramienta, hay que mirarlas, hay que usarlas, pero lo que cuenta en política es la decisión política, es la convicción política

¿Comparte usted el análisis que se ha hecho respecto del ajuste de gabinete acerca de que la Presidenta optó por atrincherarse más en sus afectos y no poner una figura que tenga redes reales en los partidos?

Yo le puedo decir con mucha tranquilidad, porque la conozco hace muchos años, Paula Narváez es una militante de larga data del Partido Socialista, y desde esa perspectiva, yo no creo que carezca de las redes que hay que tener para desempeñar ese cargo.

¿Tiene más peso el ministro Valdés como voz en el comité político?

En mi experiencia, no lo vi así. Tiene el peso que tiene todo ministro de Hacienda, pero si hay algo que yo agradezco es haber sido parte de un comité político bien horizontal.

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