Miguel Ramírez: "Mi liderazgo es democrático autoritario"

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El DT de San Luis se transformó en el entrenador más cotizado del fútbol chileno al mando del equipo quillotano. El buen juego y estilo ofensivo de los canarios llamaron la atención de Colo Colo y Universidad Católica, que fijan su mirada en el ex defensa para sustituir a sus aproblemados adiestradores.




Es el técnico más cotizado del momento en el fútbol chileno, pero Miguel Ramírez se declara dolido y preocupado. Las dos derrotas seguidas como local que suma San Luis no estaban en sus cálculos. "Nos propusimos no perder aquí en Quillota", confiesa el Cheíto a El Deportivo. Eso sí, más allá de los últimos tropiezos, se le nota confiado y orgulloso de su trabajo en el equipo canario. De hecho, su labor lo tiene en la mira de Colo Colo y Universidad Católica, que pasan zozobras en la banca. "La identidad que hemos logrado en el tiempo nos ha permitido ganar respeto".

¿Cuál es esa identidad?

Ser protagonistas, ser un equipo corto, que siempre está presionando en campo contrario. Cada uno de nuestros controles es hacia arriba para intentar hacer daño. Tenemos vocaciones ofensivas en todas las líneas. Nuestros achiques, cuando perdemos la pelota, son hacia arriba y no hacia atrás. San Luis no especula.

¿Por qué un técnico de equipo humilde decide jugar al ataque?

Cuando decidí trabajar, mi primera opción fue San Luis. Me pidieron que mostrara mi metodología de trabajo. Estudié al equipo. Estaba con un punto en siete fechas, tenían jugadores de renombre, de calidad, un buen plantel. Empezamos a analizar cómo jugaba, cuál es la identidad mía y qué es lo que quería desarrollar. La identidad de San Luis en estos casi dos años son mis propias características como jugador. Quiero que los jugadores interpreten mi forma de jugar, quiero verla representada en el día a día y en los partidos.

Pero usted era defensa…

Como defensa me gustaba mucho anticipar, ir hacia arriba, ser el primero en iniciar el ataque. No por haber sido defensa mi equipo va a ser defensivo. Todo lo contrario. Mi actitud de vida es siempre ir hacia adelante, querer crecer, mejorar, lograrlo todo, ser proactivo y vivir el día a día con pasión. Busco generar eso en los jugadores.

Dentro de esa ambición de crecer y mejorar, ¿está el deseo de dirigir un equipo grande?

En el futuro, lógico, como todos los entrenadores, pero eso es el futuro. Estoy convencido de que el presente va a marcar mi futuro. Si ahora andas bien, lógicamente en un futuro cercano o lejano llegas a cumplir los objetivos, pero el presente es San Luis y es aquí donde quiero dejar huella. Hemos podido mantener al equipo en Primera División y ahora el objetivo es meterlo en un torneo internacional. Lo que pase en el futuro da lo mismo. He tenido opciones de dirigir en el extranjero, pero el foco lo tengo bien clarito. Sé lo que quiero, los pasos que he ido dando y el camino que estoy recorriendo. Nada ni nadie me sacará del foco.

¿Hasta cuándo tiene contrato?

Hasta diciembre de 2018.

¿Con cláusula de salida?

Sí, tengo cláusula de salida, pero no es lo más importante. Lo más importante es poder cumplir con los plazos y los objetivos que nos hemos planteado en San Luis.

¿Qué es más importante: vencer a un equipo grande, metido atrás, o perder con un grande, pero encerrándolo en su arco?

Prefiero lo último. Cuando uno está en la premura de la competencia, lo que importa son los resultados, y a uno lo catalogan por eso. A la larga, para mí, lo que queda son las propuestas, cómo se juega, cómo llegas a los objetivos, cómo desarrollas el fútbol y cómo se identifica la gente y los jugadores con la propuesta. Eso es lo que te hace crecer como institución. Esta institución subía a Primera, bajaba, subía otra vez. Hemos logrado con los dirigentes que San Luis crezca de la mano de lo deportivo con lo institucional. Nuestro ejemplo es O'Higgins.

¿Cómo ha sido su breve etapa como técnico solo?

Muy buena. Tuve la suerte de ser capitán en Colo Colo, Católica, en algunos partidos de la Selección. Eso fue una ayuda súper importante para el crecimiento personal y para cómo te miran los jugadores. Estaba trabajando en el CDF cuando ingresé al Inaf para ordenar mis 25 años de carrera en el fútbol. Quería ordenar mi cabeza para explicar conceptos en el poco tiempo que uno tiene en cámara. Estaba en el primer año cuando Católica me invitó a hacer la práctica con los Sub 13. Me gustó bastante. Al año siguiente la hice con la Sub 17 y luego con los juveniles. Fue el click que hizo que me decidiera a seguir ligado al fútbol, en la cancha.

¿Qué pasó después?

Me invitaron a la selección nacional cuando estaba Claudio Borghi para trabajar en la edición de partidos y seguimiento de jugadores. Más me gustó todavía. Claudio también me dio la posibilidad de estar en cancha. Pude ver su manejo, cómo planificaba, cómo trabajaba, la relación con los jugadores, las respuestas que había en el partido, lo que decía en el entretiempo. Es un mundo totalmente distinto al del jugador y eso me gustó. Me ayudó mucho. Empecé a dirigir una Sub 16, una selección. Luego fui ayudante de Jaime Vera, que me dejó crecer, porque me permitió trabajar y desarrollar lo que quería con respecto al funcionamiento, a los entrenamientos, a la planificación. En conjunto pudimos hacer un muy buen trabajo en Iquique, salimos campeones de la Copa Chile. No seguimos en Iquique y fuimos a Antofagasta. Después vino el trabajo en solitario, como número uno, que es muy distinto al que se hace como ayudante, pero sentía que estaba destinado a ser número uno. Sabía que algún día lo iba a poder realizar.

¿Qué DTs marcaron su carrera?

Tendría que nombrar desde Daniel Díaz, Bernardo Bello, Aldo Oyarzún, Pedro Morales, que fueron los que me seleccionaron cuando me probé en Colo Colo. Después viene Eddio Inostroza, Arturo Salah, Ignacio Prieto, Mirko Jozic, Nelson Acosta, Juvenal Olmos, Vicente Cantatore, Azkargorta, que decía frases súper buenas, como que "al fútbol se juega como se vive". Al principio uno escucha, pero no lo digiere ni lo entiende bien. Con el tiempo, uno se da cuenta de que es así. Siempre hay que estar perfeccionándose. Me hubiese encantado ir a los entrenamientos de Bielsa o de Sampaoli. Hice las gestiones, pero nunca pude entrar. Veo videos de los entrenamientos de Pep Guardiola, Klopp, Unai Emery y Simeone, que son dos que me identifican mucho. Ahora estamos viendo la posibilidad de ir en diciembre a ver al Paris Saint-Germain. Emery jugó conmigo en la Real Sociedad, entonces tengo contacto con él y estamos viendo la factibilidad de ir a ver su metodología. También de Nelson Acosta, porque me llevó a un Mundial. Mario Salas me permitió, al salir de Antofagasta, ir a San Carlos de Apoquindo y ver su metodología de trabajo. Estuve cinco meses aproximadamente con él. Me mostró su planificación, cómo entrenaban, editaban, trabajaban y qué buscaban. No es fácil que un técnico te abra así las puertas. Por eso deseo de corazón que a Mario le vaya bien, lo único que quiero es eso, porque para mí es un técnico que está preparado para ir a la selección nacional.

¿Está usted preparado para dirigir un equipo grande?

Estoy preparado para las altas exigencias, para darme cuenta de que a San Luis lo miran con otros ojos. Ya no nos ven como equipo chico, nos ven como equipo fuerte. Ahora me tengo que preparar porque cada vez que venga un equipo a jugar a Quillota no va a ser fácil. Va a ser como lo fue con Wanderers o la U, que perdió toda identidad para jugarnos de una forma totalmente distinta. Nos jugaron de chico a grande, esperándonos y saliendo de contra.

¿Cómo se maneja un camarín "cabrón", de pesos pesados?

Todos los entrenadores tenemos nuestra forma de liderar. Acá en San Luis, mi liderazgo es democrático autoritario. En el fondo, a mi cuerpo técnico le permito compartir su opinión y le exijo darme respuestas de lo que sucede, pero el que toma la decisión final soy yo. Con los jugadores pasa lo mismo. Los hago participar, pero el que decide soy yo. Siempre busco lo mejor para el equipo. Para mí no hay nadie más importante que el equipo. Somos exigentes, porque creo que es la única forma de llegar al éxito. Aquí tenemos la obligación de pensar en el nosotros por encima del yo. Eso lo aprendí leyendo de Phil Jackson, cuando dirigía los Chicago Bulls, cuando estaba Michael Jordan. No era fácil manejar un equipo donde estaban Jordan, Scottie Pippen, Dennis Rodman. Cada uno de los participantes del plantel necesita del que está al lado para lograr un objetivo. Tenemos un sicólogo le da mucho énfasis al trabajo en equipo. Por eso nos vemos fuertes, porque como equipo somos fuertes.

¿Cómo afronta los momentos de tensión, el temor al fracaso?

Nunca peleé un descenso como jugador. Siempre peleé por campeonatos, por ir a torneos internacionales. Y acá vine a dirigir por primera vez a un equipo que era el candidato número uno para descender. Tuve que aprender, adaptarme, conocer a los jugadores. Me preparé. Tuve a gente a mi alrededor que me ayudó, pero nosotros en los peores momentos siempre buscamos ser un equipo protagonista, y siempre jugamos de la misma forma, buscando presionar, estar en campo contrario, incluso cuando nos jugábamos la permanencia en un partido no dejamos de buscar el arco rival. Hasta en los peores momentos nos dimos el gusto de ser los protagonistas de los partidos. Salvamos la categoría así. Estoy preparado para fracasar ahora como lo estuve cuando peleamos el descenso. Ahora nos tenemos que reinventar, porque nos juegan de otra manera.

¿Cuándo sintió más presión: peleando títulos como jugador o luchando por no descender como DT?

Sentí más presión dirigiendo un equipo que estaba en los últimos lugares que jugando un clásico, con Boca en La Bombonera o partidos de Eliminatorias. Acá ha habido más presión, porque al jugar la presión la botaba corriendo o gritando. Acá estoy a la orilla de la cancha y tengo un rectángulo por donde me puedo mover.

Usted es un técnico joven, ¿dejó atrás al jugador de fútbol?

No, eso siempre va a estar. Nunca voy a dejar de ser jugador de fútbol, porque en el fondo es la llama que está encendida siempre, no se puede apagar. Lo que sí, no puedo hacer las cosas que hacía como jugador y que me encantaría hacer. Pero el respeto que he podido generar con mis jugadores de repente me permite ponerme a la altura de ellos y permitirles a ellos ponerse a la altura del jefe. Hay un momento en que uno tiene que ser así. Hay un momento en que uno tiene que ser cercano, en que uno tiene que acordarse de que fue jugador de fútbol y que pasó por situaciones complicadas. Eso es lo que me ha ayudado a mí a poder llegarles a los jugadores ahora.

¿Es más colocolino o cruzado?

Crecí y me formaron en Colo Colo. Fui formado en casa primero por mis padres, por la pasión que me mostraba mi papá, por el sacrificio que le veía cuando se iba a trabajar y lo que se exigió para llevarnos la comida a casa. Soy de Lo Prado. Venimos de un estrato social medio bajo y mi papá se pelaba el lomo para tenernos a todos bien. Después me fui puliendo en Colo Colo con su mística, su garra. Los técnicos que te nombré me implantaron ese espíritu guerrero. Esa pasión que uno trae desde la casa la va forjando en el tiempo. Creo que eso es lo que me caracteriza y lo que más me gusta, esa pasión. Por ser formado ahí siempre fui de Colo Colo, pero viví momentos maravillosos con los dos, conocí gente súper rica, jugada. Tuve la posibilidad de estar con gente que también viene de situaciones muy parecidas a la de uno y que fueron, son y serán ídolos en Católica, como Mario Lepe. Aprendí a conocer la idiosincrasia del jugador de Católica y pude convivir con ella y entregar mi granito de arena para tener logros. Soy un eterno agradecido de esas dos instituciones.

¿Lo han llamado de Colo Colo para sondearlo?

No. No tuve llamados de gente de Colo Colo.

¿Por qué Colo Colo no ha podido despegar con el plantel que tiene?

Hay que estar ahí, día a día. Lo mismo me pregunto yo: ¿por qué no le gané a Wandereres y a la Universidad de Chile (en Copa Chile)? Entonces ahora me estoy replanteando la forma de buscar las herramientas para que eso no nos vuelva a pasar. Entonces me imagino que Guede debe estar haciendo lo mismo, lo mismo que Mario Salas en Católica. Todos tenemos problemas, pero nosotros tenemos nuestras propias obligaciones para buscar variantes para lo que se nos viene. Justamente Colo Colo.

La última vez con Colo Colo en el Monumental empató, pero llegó a ir 0-3 arriba…

Se nos acabó el bistec (ríe). El primer tiempo fue muy bueno y el segundo lo bajamos mucho. Empatamos un partido que podríamos haber asegurado. Yo quise seguir jugando de la misma forma, ahora pienso que capaz debería haber esperado, haber cuidado el resultado, pero no es mi esencia. Vuelvo a lo anterior: en los peores momentos yo salía a jugar, a presionar, a ganar los partidos. Y no quiero que esa identidad se pierda, porque ha costado mucho lograrla. Tenemos que buscar equilibrio y que no nos hagan más goles.

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