Mozart ríe: Las Bodas de Fígaro en el Municipal

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Desde el miércoles se presenta la ópera bufa, parte de la trilogía mozartiana que sigue con Don Giovanni y Così fan tutte en el 2018 y 2019. Es la cara desenfadada y mordaz del genio austríaco y al mismo tiempo un alegato contra la aristocracia.




Es probable que para Mozart la vida pasara con la misma intensidad y rapidez que las notas de Las bodas de Fígaro, una ópera que según el director de orquesta italiano Attilio Cremonesi no da tregua y conduce vertiginosamente hasta el acorde final sin que nos demos cuenta. El fugaz y poderoso paso del compositor de Salzburgo por la Europa ilustrada del siglo XVIII, es decir apenas 35 años de vida repartidos entre 1756 y 1791, tuvo su etapa de mayor gloria carnal y financiera en 1786. Ese año alquiló el departamento más caro de un exclusivo barrio de Viena, compró una mesa de billar, tuvo servidumbre para las tareas diarias y envió a su hijo a un exclusivo internado con precios infinitos.

Tenía 30 años y, como siempre, demostró una habilidad inaudita para derrochar dinero y un talento incomparable para crear música: las deudas fueron responsables de que cinco años más tarde su cadáver terminara en una fosa común, pero el genio le hizo componer Las bodas de Fígaro, para muchos su mejor ópera. Con un libreto de su gran colaborador italiano Lorenzo Da Ponte, esta ópera bufa de tres horas de duración y cuatro actos, es una sucesión ininterrumpida de tramas cómicas, burlonas y levemente dramáticas ambientadas en la mansión del conde de Almaviva.

El noble sevillano quiere exprimir hasta la última gota de su potestad aristocrática y pasar una noche con su criada Susana antes de que se case con Fígaro, otro de sus servidores. Pero el abusador oligarca no cuenta con que su esposa, la herida condesa Rosina, ejecutará un plan junto a Fígaro y Susana para hacer que caiga en el peor de los ridículos: la condesa se hará pasar por Susana, sorprenderá a su esposo en flagrante infidelidad y lo humillará. Todo este tipo de acciones, claro, está pasado por el sedazo de la música de Mozart y el libreto de Da Ponte, una combinación irrepetible que se dará desde el próximo miércoles 16 de junio en el Teatro Municipal. Se trata de la primera vez que se da la ópera en el recinto tras nueve años.

"Para mí, el libreto de Lorenzo Da Ponte (que se basa en la obra teatral de Pierre Beaumarchais) es casi shakespereano en su riqueza y brillantez", explica el director Attilio Cremonesi. "Y para esta historia Mozart compone de una forma que yo llamo pictórica, dándole a cada pasaje un color diferente. A la larga el tono que predomina es el rojo: es el color del amor, del goce, pero también de la urgencia, de no saber si va a haber boda, de la rapidez", agrega Cremonesi, a cargo de la dirección musical de esta producción escénica del francés Pierre Constant. En su reparto internacional están la soprano bielorrusa Nadine Koutcher (Condesa), la soprano estadounidense Angela Vallone (Susana), el barítono chino ZhengZhong Zhou (Conde de Almaviva) y el barítono ruso Igor Onishchenko (Fígaro).

Si en creaciones como el famoso Réquiem, la melancólica Sinfonía N° 40 o la muy popular ópera La flauta mágica, asoma el Mozart taciturno y trágico de los últimos meses de vida, en Las bodas de fígaro es posible asistir al pícaro y sagaz talento que agitó la corte imperial de Viena en la década del 80 del siglo XVIII. Es el Mozart de antes de Revolución Francesa y, de cierta manera, está más cerca del personaje burlón y vividor que Anthony Shaffer delineó en su obra Amadeus. También, por su puesto, es la cara del compositor masón, librepensador y enemigo de las convenciones. En ese sentido, Las bodas de fígaro es una obra coherente: su historia está del lado de los sirvientes y quien sale mal parado es una y otra vez el Conde.

"Esta ópera tiene mucho que ver con aquellas ideas del Mozart bon vivant, un gozador, un sibarita y un amante de las mujeres. No por nada fue él quien pidió a Da Ponte estos libretos. Uno ve ahora a los genios sentados en una nube, pero olvida que son seres humanos carnales y apasionados", comenta Cremonesi. Durante el 2018 y 2019 se presentarán además Don Giovanni (1787) y Così fan tutte (1790) en el Municipal, completando la trilogía de las óperas de Mozart con libreto de Da Ponte, todas con dirección escénica de Pierre Constant.

"No siempre todo el mundo vio con buenos ojos estas obras. Las bodas de Fígaro y Don Giovanni tuvieron éxito, pero Così fan tutte no le gustó al público. Sobre todo fue rechazada por los críticos e intelectuales. Da Ponte hizo un libreto 'peligroso' donde las mujeres eran infieles, pero esto no tenía nada que ver con el ideal romántico de la mujer pura. Fue rechazada por intelectuales de la talla de Goethe o por músicos posteriores del nivel de Wagner", dice Cremonesi acerca de los "excesos" dramáticos de la dupla Mozart-Da Ponte.

En cualquier caso, la imbatibilidad de las tres creaciones sería avalada por su vigencia hasta nuestros días: después de La flauta mágica, son las más representadas de Mozart. Muchos creen que Las bodas de Fígaro es su cumbre operística y el compositor alemán Johannes Brahms llegó a decir: "En mi opinión, cada número de Fígaro es un milagro. Esta fuera de mí entender como alguien pudo crear algo tan perfecto. Nunca se volvió a repetir, ni siquiera Beethoven".

Poseída por momentos hilarantes y emotivos a partes iguales, Las bodas de Fígaro pone en juego las fuerzas del amor (la Condesa), del abolengo (el Conde) y del sentido común (Fígaro). Sin embargo, el motor de todo y el alma de la fiesta es la incombustible Susana. Su inteligencia le permitirá huir de la humillación y le granjearán las bodas con Fígaro. "De cierta manera es la fuerza y la energía de la ópera. Además estás más en el escenario que cualquier otro personaje", explica la soprano Angela Vallone. ¿Será difícil mantenerse alerta vocalmente durante las tres horas de la ópera? La cantante que interpreta a Susana en el reparto internacional se lo toma con tranquilidad. Responde con una ligereza y templanza a lo Mozart: "Puede ser, pero antes que nada Susana es pura diversión".

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