Obama pide un "análisis" de pena de muerte tras mala ejecución en Oklahoma

"Como sociedad debemos hacernos preguntas difíciles y profundas" sobre la pena de muerte, afirmó el mandatario estadounidense luego que un reo condenado a muerte agonizara más de 40 minutos.




El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo hoy que ha pedido al secretario de Justicia, Eric Holder, un "análisis" amplio de la pena de muerte ante los problemas surgidos en una ejecución esta semana en Oklahoma, que prolongaron el sufrimiento de un reo que acabó muriendo de un ataque cardiaco.

"He pedido que me den un análisis de qué medidas se han tomado, y no sólo en este caso en particular sino más ampliamente en esta área", afirmó Obama en la rueda de prensa conjunta que ofreció con la canciller alemana, Angela Merkel, en la Casa Blanca. 

"Como sociedad debemos hacernos preguntas difíciles y profundas" sobre la pena de muerte, agregó Obama en referencia a la ejecución de Clayton Locket, que el martes murió de un ataque cardíaco más de 40 minutos después de recibir la inyección letal y pese a que las autoridades penitenciarias intentaron suspender la ejecución al darse cuenta de que los fármacos no hacían el efecto esperado.

"Lo que pasó en Oklahoma es profundamente perturbador", agregó el presidente, que se apresuró a destacar que Lockett, de 38 años, había cometido "crímenes terribles" y reiteró su opinión de que "hay ciertas circunstancias en las cuales el crimen es tan terrible que la pena de muerte es apropiada".

Entre esas circunstancias el presidente de EE.UU. mencionó las matanzas colectivas o el homicidio de niños.

Obama también apuntó que la aplicación de la pena de muerte en EE.UU. tiene "problemas significativos", como la desproporción de condenados negros y de otras minorías, o el hecho de que tras su ejecución, se ha demostrado que algunos reos eran inocentes.

"Todo esto abre cuestiones significativas acerca de cómo se aplica la pena de muerte", señaló el gobernante.

Lockett había sido condenado a la pena capital por haber disparado en 1999 contra Stephanie Nieman, de 19 años, y haber ayudado a enterrarla viva en una sepultura donde la joven murió.

Según los informes emitidos posteriormente por las autoridades penitenciarias, cuando lo preparaban para su ejecución, el martes pasado, el reo se resistió a que se le sujetara y recibió una descarga eléctrica que le causó una lesión en su brazo.

Como consecuencia de ello y porque tenía una vena colapsada en el brazo, se le insertó en la ingle la aguja que debía administrar la mezcla de químicos usada en la pena capital.

Los compuestos no tuvieron el efecto esperado y, después de 43 minutos en los que Lockett sufrió convulsiones y las autoridades incluso llegaron a suspender la ejecución, el condenado murió de un ataque cardiaco. 

En Estados Unidos hay, actualmente, más de 3.000 personas condenadas a muerte y a la espera de ejecución. Aunque los negros son poco más del 12 por ciento de la población de EE.UU. representan el 41 por ciento de los condenados a muerte.

Desde que el Tribunal Supremo restableció la pena de muerte en EE.UU. en 1976, han sido ejecutadas 1.378 personas.

En el caso de homicidios interraciales, 20 blancos han sido ejecutados por haber matado a una persona negra, en tanto que 270 negros han sido ejecutados por el homicidio de un blanco.

Estados Unidos, que lleva a cabo más ejecuciones que cualquier otra democracia en el mundo, es junto con San Cristóbal y Nieves el único país americano que practica actualmente la pena capital.

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