Parque O´Higgins: Cita con 407 mil personas

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El Papa lideró ayer en la mañana una multitudinaria misa que congregó a chilenos y visitantes extranjeros.




Carpas, termos y mantas fueron los mejores amigos de quienes empezaron a llegar ayer a partir de las dos de la madrugada a la entrada del Parque O'Higgins para presenciar la primera misa masiva del Papa Francisco durante su estadía en Chile.

A pesar de que una gélida noche sorprendió a varios feligreses, muchos ya estaban en el lugar desde las 21.00 del día anterior para completar los 17 sectores de la elipse del lugar, que incluso habilitó el sector con pasto para los seguidores del Papa.

"¡Vamos, arriba el ánimo, sonriamos porque por fin llegó el día!", gritaban algunos organizadores, encargados especialmente de alentar a las personas que llegaron en la madrugada, muchas de las cuales se molestaron porque Carabineros los obligó a botar todo líquido inflamable, como desodorantes y perfumes.

Luego, cerca de las siete de la mañana un grupo de personas ingresó por la calle Beauchef al parque con invitaciones impresas para los primeros cuatro sectores más cercanos al escenario, las únicas zonas que tenían sillas para ver la misa. La mayoría de esas entradas fueron entregadas previamente por personas cercanas a la iglesia y de colegios católicos.

A las 8 de la mañana, y al momento de cerrar las puertas de ingreso, todo el público ya estaba preparado y siendo animados por quienes, con desplante arriba del escenario, alentaban a cantar "Mi paz les doy", canción oficial de la visita del Pontífice en Chile.

Según la información oficial, el lugar reunió a cerca de 407 mil personas, cifra que contrasta con algunas misas que ha celebrado en otras ciudadas latinoamericanas. En septiembre de 2017, por ejemplo, el Papa congregó a más de 1 millón 300 mil fieles en Bogotá; mientras que en julio de 2015 reunió a alrededor de 900 mil personas en Quito y a más de un millón en Paraguay, según informaron en su momento medios locales.

Un fugaz Papa móvil

"Esta es la juventud del Papa", repetía ayer una y otra vez un grupo de jóvenes que recibió al líder de la Iglesia Católica durante su llegada anticipada al parque, cerca de las 10.00 de la mañana.

Al lugar ingresó en el papamóvil junto al cardenal Ricardo Ezzati, y al bajar saludó desde lejos al grupo de la entrada, siempre acompañado de Domenico Giani, guardaespaldas que lo escolta en todo momento.

Por más de 20 minutos, el Pontífice recorrió los pasillos de la elipse, saludando a los que estaban más alejados del escenario. En ningún momento se detuvo a tocar o bendecir a las personas apostadas, generando molestias por la rapidez del recorrido. Una de ellas era Ana María Saez, quien corrió para verlo pasar en sólo dos segundos. "Por lo menos lo tuve cerquita", comentó.

Otro punto que destacó en la previa de la misa fue la presencia de inmigrantes y de extranjeros que estaban de visita en Chile. Por las pantallas que instalaron para que todos pudieran recibir el mensaje del Papa Francisco y seguir la actividad que previamente tenía en La Moneda junto a la Presidenta Bachelet, la autoridad eclesiástica apareció dando un mensaje -desde la sede de gobierno- respecto a los inmigrantes, uno de los temas que más fuerza ha tomado en los últimos tres años en Chile.

Más tarde, entre el público que lo miraba expectante mientras subía al escenario, figuraba emocionada una compatriota del Papa. Desde Argentina llegó especialmente María Nieves González para ver al Pontífice. Cuando supo que el religioso sólo pasaría por Chile, inmediatamente cotizó pasajes a Santiago para poder participar de la visita. "El mensaje sobre inmigración le haría muy bien a toda Latinoamérica", dijo.

Banderas de distintos países, diferentes colores y gritos en distintos idiomas fueron parte de la jornada. Incluso, entre religiosas que estuvieron ahí. Gloria Valencia, monja colombiana radicada hace siete años haciendo servicio en la comuna de Concón, se manifestó entusiasta con la visita y las palabras que el Pontífice mencionó tanto en La Moneda como en la misa del Parque O'Higgins. "Es una alegría muy grande lo que él ha dicho. Nos invita a renovarnos en el espíritu", dijo Valencia.

El momento más álgido para la religiosa, que estuvo junto a cinco compañeras de servicio, fue cuando el Papa expresó su "dolor y vergüenza" por los casos de abusos sexuales en La Moneda. Todas ellas, sin excepción, enmudecieron y reflexionaron brevemente sobre sus palabras. "Cuando aprendemos a ser humildes somos más significativos y parecidos a Jesús. Tenemos que reconocer que el único perfecto es él y que nosotros, los mediadores, cometeremos siempre errores", dijo Valencia.

El viaje del Pontífice a Chile es el número 23 durante su papado y el sexto en Latinoamérica. Su primera visita fue en 2013 a Río de Janeiro, con motivo de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud.En esa ocasión estuvo presente Alejandro Mancilla, integrante de la comunidad cristiana Camino Neucatecumenal, quien ayer vio por segunda vez al Papa. "Su visita es extraordinaria por el mensaje de paz, unión y fraternidad que tanto necesitamos los chilenos. Hoy estamos cayendo en divisiones de quién es mejor que el otro", comentó. Y al terminar la misa, Mancilla, que andaba con tres sillas playeras y un quitasol, se sentó junto a su familia en una de las salidas del Parque O'Higgins a conversar sobre la misa del Papa Juan Pablo II que se realizó hace 30 años en el mismo lugar.

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