Uno de los principios básicos del hombre es la incertidumbre. Que las preguntas superen a las respuestas y que cada día se agreguen nuevas preguntas y se desechen antiguas respuestas. La sensación de vivir en la cornisa, sin garantías, es incómoda pero inevitable. A medida que se acerca esta doble fecha eliminatoria y que la clasificación de Chile depende de tantos factores, entre los más relevantes el hecho que necesita resultados relacionados, el principio de la incertidumbre entre los hinchas crece. En un país donde el fútbol importa más que la educación, ir o no ir al Mundial parece un asunto de estado. Preferimos no tener salud pública, pero no nos vayan a quitar la parrilla y apagar la tele. Matar o morir y todas esas cosas.

Por lo mismo ese hincha, que sitúa a la Selección como eje de su existencia, necesita señales concretas, algo de que aferrarse, alguna arista firme de donde agarrar sus esperanzas. La reaparición de los adivinos en algunos medios pinta bien el momento: desde Francia 1998 (cuando aseguraron que Perú ganaba a Chile en Santiago), no los veíamos.

En la última semana al menos cinco veces por día, incluyo varias en el recital de The Who, muchas personas se han acercado para saber mi pronóstico. Y les digo, francamente, que no tengo ni idea. Que en el fútbol, y eso es lo que lo hace atractivo, el azar tiene demasiado peso. Se puede mecanizar, organizar, planificar, analizar, pero al momento de entrar a la cancha son tantos los factores en juego, que es imposible dar un pronóstico certero. A lo más se pueden trazar lineamientos generales, intuir para dónde irá la cosa. No mucho más.

Es un ejercicio interesante ver los pronósticos de connotados expertos (y estoy hablando de entrenadores de primer nivel o jugadores de categoría mundial) y contrastarlos con los resultados: el porcentaje de aciertos no supera al del taxista o el habitual puestero de La Vega entrevistado cada vez que juega o jugó la selección chilena. En 1994 Alfredo Di Stefano, el fútbol hecho persona, dio a Irlanda como candidato a ganar el Mundial.

Supongo que ese cándido hincha (para ser hincha se necesita candidez) cree uno maneja información privilegiada, secretos tan importantes que no pueden salir publicados. A veces me dan ganas de darles en el gusto. En vez de decir, como hago habitualmente: "Ni idea, ojalá Chile gane. Ecuador viene mal y Alexis mejoró su rendimiento. Pero se lesionó Charles Aránguiz, está complicado el cuento"… podría decir: "Mira, lo hablé con Salah, hubo una reunión en Asunción y está todo arreglado. Chile gana 2-1 y después empata en Brasil. Tranquilo, ya se negoció la clasificación. Estamos adentro. Vaya con Dios".