Provocación futurista: la amenaza islámica en la nueva novela de Michel Houellebecq

El día del ataque a Charlie Hebdo, llegó a las librerías francesas Sumisión, el libro que imagina a un presidente musulmán el 2022.




François, profesor de literatura francesa decimonónica en la Sorbona Nueva-París 3, despertó dueño de una total lucidez la madrugada del domingo 29 de mayo de 2022. A las 4 AM, horas antes de la segunda ronda de las elecciones presidenciales, se levantó y casi sin pensarlo comenzó a hacer una maleta, decidido a abandonar por un tiempo su departamento parisino. A las 5.30 su Volkswagen Touareg estaba ya en la puerta meridional de la ciudad, vacía en esos momentos. "No tenía ningún proyecto, ningún destino preciso", comenta el académico de 44 años, narrador y protagonista de Sumisión. "Sólo la sensación, muy vaga, de que quería dirigirme al Sudeste. De que, si una guerra civil iba a estallar en Francia, le tomaría más tiempo llegar al Sudeste".

No hubo guerra civil ese día ni la hay en las 300 páginas de la última novela de Michel Houellebecq (1958), el más mediático y controvertido de los escritores franceses. Pero hay, en el primer tercio, un estado de alteración que se expresa en violencia callejera que los medios no reportan, en apagones y en volantes callejeros de grupos radicalizados llamando a preparar… la guerra civil. También hay una novedad absoluta: un musulmán, el ficticio Mohamed Ben Abbes, es ungido nuevo Presidente de la República, con el apoyo de un "frente republicano amplio" que derrota a la ultraderechista Marine Le Pen. Otro musulmán, más adelante, será electo en Bélgica, y otros integrarán coaliciones de gobierno en Inglaterra, Alemania y Holanda.

Con esta premisa, y la polvareda levantada en torno a ella, llegaba el pasado miércoles a las librerías el anticipado libro del autor de Las partículas elementales, quien ya arrastraba larga fama de "islamofóbico" (ver nota secundaria). Coincidentemente, elmiércoles se producía el ataque terrorista a Charlie Hebdo, la revista satírica que en su número de esta semana llevaba al autor en la portada, desdentado y vestido de hechicero. Como si algún publicista desquiciado se hubiese ocupado de planearlo.

Conforme al estilo y a las inquietudes houellebecquianas, el libro es un retablo de decrepitudes y cinismos en torno a una sociedad, un país y una civilización en decadencia. También, una ucronía delirante y una fábula imposible. Hasta cierto punto.

COMO DISPONE EL ISLAM

La fantasía política en curso es de la mayor importancia en el libro. Pero los cambios y golpes de timón son leídos desde la soledad de un profesor universitario. François, como tanto protagonista/alter ego houellebecquiano, no es de una gran autoestima, lo que no le impide despreciar a sus coetáneos ni valorar sus propias capacidades. De joven pasó siete años investigando la vida y la obra de su autor predilecto, J.K. Huysmans (1848-1907), y tras publicar su tesis doctoral a este respecto se aseguró la seguridad laboral de una cátedra y el respeto que provee el hecho de ser una autoridad internacional en alguna materia. Hijo único de padres divorciados, está más o menos resignado a la vida que lleva y a su propia soltería. Como consuelo sexual tiene a alumnas o ex alumnas que se van renovando cada temporada y con quienes no llega a involucrarse seriamente.

Lo previsible de su vida se ve trastocado, sin embargo, con la llegada al poder de la imaginaria Fraternidad Musulmana francesa. Por de pronto, París 3 se transforma en una universidad islámica donde las estudiantes llevan velo. Acto seguido, lo despiden: no siendo musulman ni aspirando a serlo, se acoge a un retiro (muy) anticipado y económicamente interesante, tras lo cual empieza a ver en qué invertirá el resto de su existencia. Por ejemplo, a pasearse por las calle, donde sin embargo ya no se ven los escotes ni las breves faldas que solían encenderlo. Nada grave, eso sí: los aires islámicos no han barrido con la prostitución virtual y por ese lado François se desquita.

Siendo un "moderado" que navega sensatamente en las aguas políticas, Ben Abbes promueve el fin del trabajo femenino, así como vestimentas más adecuadas a las nuevas circunstancias, inserto ello en una política pro-familia y patriarcalista  -e "imperial", al decir de un miembro de los servicios secretos- que gana muchos adeptos. Y que aspira, en un plazo de tres años, a reducir en un 85% los gastos sociales. Partiendo por la Educación. François se adapta a las circunstancias.

El cinismo del protagonista no es tan fuerte como su distancia abismal respecto del ethos contemporáneo. No es creyente, pero algo del descascaramiento de la civilización "occidental -socialdemócrata" le hace clic cuando escucha al rector de su universidad, que lo quiere reintegrar: un belga convertido hace largo tiempo, que se encamina a las altas cumbres del poder y que tiene dos esposas (una de ellas, de 15 años), le dice que "la suma de la felicidad reside en la sumisión más absoluta". La de la mujer hacia el hombre y la del hombre hacia Dios, "tal como lo contempla el Islam". ¿Acaso son peores ahora las cosas que antes? ¿No tendría sentido dejarse llevar y hacer lo impensado? Las últimas páginas dan una respuesta escrita en condicional.

Reconociendo la mordacidad y la ironía perversa de su autor, los críticos de medios franceses como Libération y Marianne han reprochado (nuevamente) su nihilismo reaccionario y antihumanista, su gusto por la soledad del individuo sin ideales, democráticos o de algún tipo. Otros, como el escritor Emmanuel Carrère en Le Monde, han celebrado su "extraordinaria consistencia novelesca". Si bien queda un largo año para que Anagrama permita al lector hispanoparlante formarse su propio juicio, una máquina de pareceres y controversias está ya en marcha. Más aún en los violentos días que corren.

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