Publican novela del reconocido narrador argentino Sergio Chejfec

<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">El destacado escritor trasandino lanza en Chile su libro Mis Dos Mundos.</span></font>




El narrador de Mis dos mundos teme terminar escribiendo las “ocurrencias más inesperadas”, que es lo que hace cuando está de paso por una ciudad del sur del Brasil. Decide ir a un parque, a caminar, donde se encuentra con sus propias cavilaciones, personas a las que saluda y no le responden, quizá un fantasma, además de botes a pedales con forma de cisnes, el recuerdo de unos cisnes en otra ciudad...

Nacido en Buenos Aires en 1956, Sergio Chejfec vivió por quince años en Caracas y desde hace diez en Nueva York.

 ¿Llamaría a Mis dos mundos novela?

Novela, narración, testimonio. Pero sobre todo la mejor palabra para definirla es relato.

El narrador se describe como un bueno para nada, salvo para caminar. ¿Siente alguna identificación? 

Completamente. Siempre me gustaron las novelas de caminantes. Sobre todo porque la caminata, en términos narrativos, es la acción minimizada al extremo. Y cuando ello ocurre el autor carece de auxilios. Por otra parte, caminar es la única actividad que no ha sido colonizada por la economía. Todo lo demás (dormir, correr, amar, etc.) tiene una industria detrás, con sus necesidades fabricadas y artículos específicos.

A él alguna vez una enfermedad le impidió caminar. ¿La pasó algo parecido? 

Hubo en la Argentina un brote de poliomielitis a finales de los 50. Me agarró y me trataron a tiempo.

¿Cree usted en fantasmas?

Creo en ellos como existencia: no tengo dudas de que existen. Pero no creo que tengan capacidad alguna para decidir manifestarse o para cualquier acción más específica. Están a merced del aire, o de la gente. Los fantasmas creen en nosotros.

¿Qué opina de la llamada “autoficción”?

Es muestra de cierto agotamiento del realismo. La literatura actual carece de nuevas estrategias realistas; ante esa ausencia surge la garantía de realidad y de espesor otorgados por una primera persona que se representa a sí misma. Es un pacto que el lector acepta y que por lo tanto le permite al autor utilizar, con éxito, un material supuestamente profano para el realismo.

¿Qué es peor: ocurrencias inesperadas o ensoñaciones abstractas?

Nunca me gustaron los relatos o novelas que están seguros de lo que buscan decir y que se arrogan el mérito de señalar una verdad. Mi campo es el de las alusiones, creo que la literatura debería hacer más complejas las cosas, no simplificarlas. Siempre se nos quiere hacer ver las cosas de manera muy simple, entre blancas o negras. La literatura apuntó siempre hacia la escala de grises; no veo por qué debería dejar de hacerlo ahora. Cuando se trata de una propuesta no-asertiva, las ocurrencias inesperadas o las ensoñaciones abstractas pueden ser elementos importantes para lo que se busca contar.

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