Un regalo caído del cielo

U de Chile, Curicó Unido

La U superó por la cuenta mínima a Curicó gracias a un dudoso penal sobre la hora que sancionó Gamboa. David Pizarro decretó el 0-1 para el campeón, que sigue en rodaje, buscando un mejor funcionamiento.




De aquel equipo que obtuvo el título de manera dramática y con buenos pasajes de juego en el torneo pasado, a éste que asomó en Curicó hay un abismo. Aunque los colores sean los mismos y ni hablar de los jugadores. Pero ya lo de la Copa Chile había sido un aviso de que el equipo está en rodaje, y sobre todo buscando las fórmulas para hacer olvidar a hombres importantes como Mora y Espinoza. Pero ni Hoyos ni el plantel imaginó una transición tan dura, porque más allá de arrancar con un triunfo por la cuenta mínima en la Séptima Región, ante un rival complicado, lo cierto es que hay mucho que trabajar para recuperar el protagonismo del semestre anterior.

Sin chispa y sobre todo peleada con el balón, a la U le costó demasiado hacer pie en La Granja. Sí, tuvo más posesión que su rival. Algo que el mismo rival se lo permitió. Pero no supo qué hacer con la pelota. Salvo por pasajes Lorenzo Reyes, el resto siempre necesitó uno o dos toques antes de resolver una jugada. Y casi siempre de mala manera. En ese sentido, el caso más evidente fue el de Beausejour, que pagó caro su inactividad, perdiendo balones casi infantiles y a ratos hasta displicente en la marca en ese lapso inicial.

En el primer tiempo, salvo una larga corrida de Jara, que terminó con un pase a Benegas, quien terminó siendo derribado antes de entrar al área, el campeón vigente apenas hizo daño. Los delanteros no tuvieron un solo remate directo y los volantes, desacomodados con tantos cambios de nombres en el mismo partido, no pudieron gravitar en el campo del local.

Quedaba claro a esa altura que las expulsiones de Nelson Rebolledo y Matías Rodríguez, por agresión mutua de acuerdo al criterio aplicado por el juez Eduardo Gamboa, terminaron perjudicando más al cuadro azul. Porque Curicó prácticamente no tuvo que mover demasiado el dibujo. En cambio Hoyos debió retrasar a Caroca a la posición de lateral, y Leiva pasar a la posición de volante derecho, sin que ninguno pudisese desdoblarse para hacer daño en ataque. Por si fuera poco, Yerko terminó saliendo antes del descanso, lo que obligó al técnico a hacer otro cambio, poniendo a Seymour en su lugar, sin que cambiara demasiado la escena futbolística.

Curicó, entendiendo que el protagonismo no le interesaba, aprovechaba cada desatención del fondo de la U para intentar hacer daño. De hecho, las mejores chances para abrir la cuenta estuvieron en los pies de Vargas y Ábalos, y también en la cabeza de Canosa. El dibujo táctico con cinco mediocampistas le permitía primero al cuadro local cerrarle los espacios al campeón y luego salir rápido de contragolpe apenas pinchaban un balón en la zona central.

Hoyos intentó cambiar el escenario con el ingreso de Pizarro por un opaco Arancibia. Decidió el técnico acentuar la posesión, pero con mejor criterio a la hora de tomar decisiones. Y a partir de ahí la U creció y comenzó a profundizar el juego, sobre todo por el costado izquierdo. Beausejour, convertido como extremo izquierdo, empezó a gravitar más en el juego, y Lorenzetti encontró a un socio para dialogar, dejando de lado el largo anonimato que vivió durante el primer tiempo.

Aunque sin inquietar demasiado a Luis Santelices, el cuadro azul parecía encontrar los caminos para hacer daño. Justamente en una de esas constantes apariciones por izquierda de Beausejour, un centro del zurdo golpeó la mano de Zúñiga. Penal para todos en el estadio, pero menos para Gamboa, quien desestimó el cobro. Los reclamos de los jugadores de la U no se hicieron esperar en contra del juez, a quien la acción le quedaría dando vueltas en la cabeza.

Porque minutos más tarde, cuando el partido se moría sin goles, cuando la U ya no tenía ideas ni piernas, el árbitro vio penal en una jugada en contra de Felipe Seymour, claramente dudosa. El volante fue a buscar un cabezazo en el área chica, siendo levemente desplazado por un zaguero curicano. Incluso, comparándola con la mano anterior de Zúñiga, no tenía por qué el juez ahora sancionar la pena máxima. Pero Gamboa decidió tomar el protagonismo sobre el final, influyendo decisivamente en el resultado. El penal lo tradujo en gol David Pizarro, que a la postre terminaría convirtiéndose en el tanto de la victoria de los azules. Y que de paso cortó una racha de casi cuatro años sin convertir para el Fantasista, que a la postre le cambió la cara al campeón.

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