Ricardo Lagos: "No es izquierdización, es un nuevo ciclo político y económico"

El ex Presidente analiza el escenario político que se abre para la centroizquierda con un eventual triunfo de Bachelet, así como el programa de reformas con que el sector busca recoger las demandas instaladas por las movilizaciones. "Esta agenda no es ni más ni menos izquierdista, es lo que corresponde a esta nueva etapa", afirma.




Dijo que no a la candidatura de su sector para las elecciones presidenciales pasadas, dejó el camino abierto para otro ex Mandatario, Eduardo Frei, y todo terminó con la primera gran derrota electoral de la Concertación. El ex Presidente Ricardo Lagos sabe bien lo que la centroizquierda se ha jugado en cada una de las elecciones desde el retorno a la democracia.

Cuatro años después de esa decisión, cuando la coalición ha cambiado de nombre y la posibilidad de volver al poder -de la mano de Bachelet- parece a la vuelta de la esquina, el ex mandatario hace un análisis de los desafíos que se abren a partir de los resultados de mañana, así como de la forma en que la Nueva Mayoría debiera enfrentar las demandas de la calle. "Los que están más descontentos son los hijos de la democracia, y con justa razón. Cada generación tiene que vivir su épica", señala.

Esta es una elección inédita por diversas razones, pero una de las más llamativas es la fuerte presencia de una agenda que no proviene precisamente del mundo político... proviene de la calle. ¿Cuánto cree que eso termine influyendo en los resultados que se conozcan la noche de este domingo?

Es que yo creo que esos movimientos son consecuencias de los cambios que ha tenido la sociedad chilena desde el triunfo del No en el plebiscito, responden a un proceso natural que se inició en ese momento. Durante estos 20 o 25 años fuimos resolviendo los temas pendientes y de transición, pero el país cambió. Terminó un ciclo político, terminó un ciclo económico. ¿Y por qué terminó un ciclo económico? ¿Acaso no hay que seguir creciendo? Sí, señor, sí hay que seguir creciendo pero, ¿sabe lo que ocurre después de los 20 mil dólares per cápita, que es mucho más de los cinco mil con que asumió Aylwin? Que la relación que hay entre crecimiento del per cápita y mejora de indicadores sociales se rompe, y lo que determina la mejoría de los indicadores económico-sociales pasa a ser la distribución del ingreso y no cuánto ingreso per cápita. Entonces, claro que estamos ante un nuevo ciclo económico.

Usted no cree entonces que la agenda de izquierda sea hoy más potente que antes...

No es que sea una izquierdización. Esta agenda no es ni más izquierdista ni menos izquierdista, es lo que corresponde a este nuevo ciclo político y económico. Yo no estoy de acuerdo cuando se dice que aquí se izquierdizó mucho esto. No, ¡si se actualizó a la nueva realidad! Ahora, este nuevo ciclo tiene que ver también con que, así como el año 90 se cayó toda la estantería de los socialismos reales, el 2008 se cayó toda la estantería del neoliberalismo extremo y de quienes plantean que los mercados se autorregulan. Entonces, si antes algunos no estábamos de acuerdo con el Estado subsidiario, hoy día yo digo: ¡Quién puede defender un Estado subsidiario después de lo que pasó!

Usted lo plantea como parte de un proceso natural de cambios pero, ¿cómo se hace cargo eso de que hoy estemos con niveles de descontento nunca antes vistos?

Bueno, pero eso pasa justamente porque las condiciones hoy son muy distintas. Los que están más descontentos son los hijos de la democracia, y con toda razón. Cada generación tiene que vivir su propia épica. Ellos viven la épica de cómo mejorar lo que hoy existe en Chile; nosotros vivimos la épica de cómo zafar de una dictadura.

El problema es que, aun cuando aparezcan como favoritos para encabezar un próximo gobierno, la izquierda tendrá que hacerse cargo de demandas completamente distintas a las que tuvieron que enfrentar los anteriores gobiernos de la Concertación...

Bueno, es que las expectativas cuando tienes 20 mil dólares per cápita son distintas. Y lo que ocurre es que este per cápita es un promedio, y el 80% de los chilenos está bajo ese promedio. Si no abordamos el tema de la distribución y la recaudación, no vamos a satisfacer las demandas que existen, porque esos sectores medios emergentes tienen demandas mucho más difíciles de satisfacer que cuando, hace 20 años, el gran tema que nos ocupaba era que no queríamos que tantos chilenos vivieran bajo la línea de la pobreza.

¿Y cuán contraproducente puede resultar el tener que lidiar con todas esas expectativas? Porque la gente pedirá soluciones rápidas al próximo gobierno...

La única forma para la izquierda chilena es explicar con claridad que la derecha tiene que comprender que estamos en una etapa distinta y no puede seguir con los mismos cuentos de siempre. No pueden seguir con eso de que "ah, no, que hay que bajar los impuestos, que tantos impuestos afectan el crecimiento".

Para usted, la forma de comunicar es clave.

Por supuesto. Porque acá lo que está en cuestión es qué tipo de sociedad queremos para Chile. Yo quiero una sociedad en donde los que determinan el tipo de país que vamos a construir sean los ciudadanos, a través de su voto, porque los ciudadanos somos todos iguales. Pero los que están en la vereda del frente creen en el mercado, creen que la sociedad se debe construir a imagen y semejanza del mercado, y quienes la construyen son los consumidores. Como consumidores somos todos distintos. Entonces, si definimos lo que queremos hacer como consumidores, la sociedad que va a emerger va a mantener las desigualdades del mercado. Son los ciudadanos los que deben definir, y eso es lo más importante que está en juego en esta elección.

Poner el foco tan fuertemente sobre el tema tributario, según han advertido tanto el gobierno como la candidata presidencial de la Alianza, puede impactar en el crecimiento.

Hoy día yo vi a alguien diciendo que a lo mejor nosotros no sabíamos manejar bien el cuento del crecimiento. La única observación que me permito hacer a quienes planteen eso es la siguiente: mire, amigo, Perú tenía un producto bruto más grande que Chile, pero el 92 los pasamos y fuimos capaces de mantener la brecha por muchos años. ¿Sabe cuándo perdimos esa ventaja y Perú nos volvió a pasar? En abril de este año, según el Fondo Monetario Internacional. Entonces, cuando me dicen "mira que está bien Chile en sus indicadores de crecimiento", yo les respondo: "¡¿Respecto de qué?!".

Evelyn Matthei ocupa la metáfora de la casa para explicarles a los electores lo que está en juego en relación con el modelo de desarrollo de nuestro país. Ella dice que la elección definirá si la casa se desmorona o bien si se opta por ampliarla y arreglarla. ¿Comparte que el modelo está en juego?

Es que lo que pasa es que el modelo, cuando establecíamos cosas como, por ejemplo, el subsidio al agua potable -no sólo en la ciudad, sino también en el campo-, lo estábamos erosionando. En consecuencia, aquí no se trata de destruir ninguna casa. Por el contrario, aquí se han construido muchas casas. La diferencia es que las casas del año 90 son muy distintas a la calidad de las casas de hoy, porque ha cambiado el país.

¿Y cómo hacen los partidos de la izquierda tradicional para sobrevivir, cuando empiezan a aparecer alternativas mucho más radicales?

No se trata de sobrevivir, se trata de entender. Hemos sido exitosos en lo que hicimos, yo no conozco otro país que haya logrado tanto como lo que nosotros hicimos en 20 años, pero eso es parte del proceso, la gente no tiene por qué andar por la calle feliz de la vida por eso que se hizo. Una elección es una definición sobre el futuro, y este ciclo que se inicia obviamente no es un ciclo de cuatro años; es un ciclo de unos 20 o 25 años. Lo que hará la Presidenta Bachelet serán los pasos que se pueden dar en el horizonte de lo que dura su período, pero hay que saber tener la mirada larga en el horizonte.

¿Y no le preocupa que se instale en la opinión pública que muchas de las demandas de estos movimientos serán resueltas en el próximo gobierno?

El principal comunicador social de un país es el Presidente de la República. El presidente tiene que poner las metas, y es lo que hemos visto cuando se ha explicado, por ejemplo, que los cambios tributarios van a tener estas características y que, por lo tanto, el año 2018 empiezan a operar en régimen, y antes no. Hay una gradualidad en eso.

Esta será la primera elección en la que la palabra Concertación no aparecerá en ninguna papeleta, lo que en la práctica implica que esa coalición definitivamente murió. ¿A qué atribuye que ese fenómeno terminara dándose, pese a que era algo resistido por sus fundadores?

Es que las coaliciones políticas, por definición, nacen y mueren, tienen fecha de término. Los que más resisten a morir son los partidos; basta ver que en la actualidad todavía hay partidos que dicen ser la equivalencia de la Izquierda Cristiana... Y el Partido Radical, con el mayor de los respetos, lo han dado por difunto tantas veces y ya tiene 150 años de vida. Por lo tanto, si las coaliciones y los presidentes tienen fecha de término, es obligación de los partidos políticos, que no tienen fecha de término, definir cómo se interpretan las distintas etapas por las cuales el país transita. Así como el Partido Socialista de la década del 60 estaba inmerso en América Latina con el influjo de Fidel Castro, y después de que se cae el Muro de Berlín tuvo que sacar las experiencias, ahora yo digo que toca que los partidos saquen las experiencias de la crisis económica internacional.

Pero la izquierda, al menos en Europa, ha tenido responsabilidad...

Ahh, ¿ha visto usted que todo el mundo dice que la crisis en Europa se debe al Estado de bienestar? Esa es la falsedad más grande que conozco. En algunos casos puede haber excesos, pero... ¿qué país estaba más endeudado en el sector público el 2007, antes de la crisis: Alemania o España? Pues bien, la deuda pública de los españoles era la mitad que la de los alemanes. La economía española era mucho más sólida. Y entonces, ¿cuál es el problema que ha tenido España? El problema es que se produjo el derrumbe de la banca, y el Estado tuvo que salvarla con plata. La deuda española es para salvar la banca, la deuda portuguesa es para salvar la banca, la deuda de Irlanda es para salvar la banca y, sin embargo, les dicen "más austeridad".

Más allá de las diferencias, la derecha, en este gobierno, logró instalar un tema que no se había instalado con la misma fuerza en los anteriores: el tema de la necesidad de combatir los abusos.

Los abusos son por imperfecciones de la regulación. Si después de estos abusos el actual gobierno manda proyectos como, por ejemplo, que justifiquen el lucro en la educación superior, ¡¿qué cree usted que va a ocurrir?! Usted cree que yo ministro o yo Presidente mando un proyecto para impedir las sociedades espejo, ¿qué iba a ocurrir? Me iban a decir que no, pues. Entonces, basta de este baile de disfraces. ¿Por qué todas las veces que se quería aumentar los inspectores laborales se decía que no?

Ojalá ahora hayan comprendido. El país ha comprendido perfectamente, gracias a que la derecha ha estado en el gobierno estos cuatro años, cuáles son los puntos de vista de uno y de otro. Y aunque sé que ha habido problemas en la definición de los candidatos que representarán a la derecha en esta presidencial, hay un tema mucho más de fondo. Esos abusos a los cuales usted se refiere, cuando se quiere legislar, uno ve dónde está cada uno, y la ciudadanía lo sabe.

¿No ve entonces como mérito que este gobierno destapara irregularidades que venían de antes?

¡En buena hora! Si yo no tengo inconvenientes en reconocer a los señores que hicieron eso... ¿Y qué le dijo el contralor de la República al señor Sernac? Que no tenía atribuciones por el tema de las repactaciones, que eso correspondía al superintendente. Eso le refleja el estado de la situación.

Ahora, yo pregunto: por excelencia, ¿quiénes son los que plantean que hay que tener una mayor intervención porque los mercados no se autorregulan? La izquierda. ¿Y quiénes son los que creen que los mercados se autorregulan, y lo siguen diciendo hoy, después de la crisis internacional? La derecha, y eso está claro.

Volviendo al tema de la Concertación. Usted en su minuto fue crítico de sus partidos antes de la elección pasada. ¿Cree que han evolucionado en estos cuatro años? Porque hoy parece que sólo dependieran de Bachelet...

Me gustaría pensar que sí lo han hecho. Pero déjeme decirle que discrepo en algo de lo que usted dice, porque yo creo que si no hubiera existido la Presidenta Bachelet, habría seguramente otras personalidades políticas que habrían interpretado este nuevo ciclo. Tal vez sin la capacidad de convocatoria y sin el entusiasmo que despierta Michelle Bachelet, pero sí con la capacidad de interpretar el nuevo ciclo.

¿Pero cree realmente que estarían con las mismas posibilidades de ganar que hoy tienen gracias a Bachelet?

¡Qué se yo! La actividad pública está llena de este tipo de situaciones. Yo he pensado muchas veces, fíjese, que llegué a ser Presidente porque perdí la carrera a senador. Porque me di cuenta cuando era ministro de que no sólo estaba haciendo cosas que me gustaban y que realizaban, sino que, además, la gente miraba con otra cara a este señor que salía en la tele todos los días para decir cosas bonitas.

Después del rol que asumió el Presidente Piñera en el aniversario 40 del Golpe, ¿reconoce usted una evolución en la derecha a partir de este gobierno?

Sí. Aunque todos han pedido perdón, menos los civiles que participaron, pero me salto eso. Este gobierno representó un avance político muy importante, que fue la alternancia.

Como muy importante fue también, y hay que decirlo, la forma de gobernar, esto de los grandes anuncios con letra chica.

Usted calificó como positiva la campaña que llama a marcar el voto para promover una asamblea constituyente...

Sí, yo dije que me parecía bien si la gente quería hacer eso. Creo que la Presidenta Bachelet ha hecho bien al señalar un camino de explorar todas las posibilidades, pero yo lo he reducido a lo que denomino la hoja en blanco. ¿Y qué significa eso? Que si usted y yo tenemos que ponernos de acuerdo en escribir una nueva Constitución, tenemos que partir de cero, con una hoja en blanco. Porque si tratamos de abordarlo a partir de algunas reformas, no nos vamos a poner de acuerdo y vamos a seguir con lo que hay.

Pero al partir desde cero, con una hoja en blanco, se hace difícil encauzar el proceso desde vías institucionales...

Pero por supuesto que se puede. ¿Por qué se llega a la asamblea constituyente y por qué yo pido una hoja en blanco? Porque al frente hemos tenido una pared y un derecho a veto, y porque ahí sí ellos saben que nunca han sido mayoría, que han sido minoría permanente, y se asilan en una Constitución que tiene un origen espurio, porque eso nadie lo puede discutir.

Pero quienes promueven la asamblea constituyente son críticos, entre otras cosas, de las reformas que se hicieron bajo su gobierno.

Yo soy amigo de todos ellos y, ¿sabe lo que le digo cuando alguno me plantea eso? "Mire, amigo, usted me está pidiendo hoy día una nueva Constitución porque no existen los enclaves autoritarios, porque si no me estaría pidiendo que se acabaran los enclaves autoritarios, que se acaben los senadores designados, que se vayan los comandantes en jefe cuando el Presidente lo defina, o el Consejo de Seguridad Nacional... En fin". Este es un pleito que he tenido con mi amigo Manuel Antonio Garretón desde hace ya no sé cuántos años.

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