Río de dudas olímpicas

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A un año del fin de los JJ.OO. en tierras cariocas, el legado de la infraestructura deportiva del megaevento está marcado por la incertidumbre. Falta de uso, dificultades económicas y la persistente contaminación de la Bahía de Guanabara son algunos de los problemas en una ciudad que no celebra como lo hizo un año atrás.




Mientras la modelo brasileña Gisele Bündchen desfilaba en el reluciente Maracaná de la apertura de los Juegos Olímpicos de Río, el 5 de agosto del año pasado, se disipó toda duda de lo fabulosa que sería la cita de los anillos. Y el evento fue un espectáculo hasta su fin, en el día 21 de ese mes. Pero una pregunta seguía en el aire: ¿quedaría el show sólo en la memoria, sin un legado?

Brasil ya sufría una recesión ecónomica en la antesala de los JJ.OO, y ocho años de preparación y US$ 13 mil millones invertidos resultaron en un Olimpo que ya no brilla.

Por un lado, es obvio el impacto positivo que han dejado el BRT (Bus Rapid Transit), sistema de buses de vía exclusiva que conectó a múltiples puntos de la metrópoli, la creación de empleos por el certamen, entre otros aspectos. Pero al mismo tiempo queda la imagen de la Villa Olímpica vacía, con miles de departamentos que sólo estarán disponibles a fin de año, los malos olores en el Complejo de Deodoro y el sonido de goteras.

Eduardo Paes, alcalde carioca en la época de los Juegos, destacó en una columna a El País que "unos 6,6 millones de turistas inyectaron US$ 6.200 millones en la economía, más de 6% con respecto al año anterior", pero agregó que "la transformación asociada al legado en Río ha sufrido las tremendas repercusiones de una serie de factores económicos".

El mapa de sedes en Río se dividió en cuatro regiones (Deodoro, Barra, Maracaná y Copacabana), de las cuales tres concentran los principales locales deportivos. En la zona de Copacabana las gradas de los locales de la vela, vóleibol playa, ciclismo y triatlón fueron retiradas, mientras que el Estádio da Lagoa, de remo y canotaje, acoge torneos.

Pero de acuerdo a informes del Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) y del Ministerio Público Federal (MPF) de Brasil, son visibles los problemas en Deodoro y Barra.

De acuerdo al escrito del MPF, fechado en mayo, el Parque Olímpico estaba en ese entonces "repleto de problemas estructurales" y presentaba "riesgos de accidentes por trizaduras en el piso, exposición de cables desprotegidos y ausencia de bebederos".

"De las nueve instalaciones que lo componen, la promesa era que siete serían mantenidas tras los Juegos. Sin embargo, eso aún está indefinido", dice el texto, que destacó fallas en estructuras y corrosión de piezas metálicas del Velódromo, la falta de uso del Centro Olímpico de Tenis (con "goteras generalizadas" en la zona techada y pisos dañados), entre diversos problemas en estas y otras sedes.

Tres meses después, el TCU calificó que el Parque Olímpico de Barra, el corazón de los Juegos, tiene un "satisfactorio" estado de conservación. Pero sostuvo que "carece de mayor estructura para visitas de la sociedad en general" y que "parte de las arenas está en uso esporádico". El 30 de julio, además, un incendio dañó parte de la cubierta del Velódromo. Y los daños se pagan con dinero público, pues el local no tiene seguro.

Cuanto a los dos locales que serían temporales en Barra (la Arena del Futuro, del hándbol, y el Estadio Olímpico Acuático), su desarme está incompleto. La falta de recursos ha impedido que la primera fuera desmantelada para construir cuatro colegios con sus materiales, mientras que el segundo recinto sigue esperando la remoción de las gradas.

Por otro lado, el documento del Tribunal detalla que el Complejo de Deodoro (sede de la equitación, tiro, pentatlón y otras disciplinas) tiene serios problemas: las piscinas contienen "lodo en el fondo y en los bordes, pequeños insectos, arañas y coliformes fecales", el Centro Militar de Tiro Deportivo tiene "maderas cayéndose", "fugas de agua de lluvia generalizadas", el centro de hockey césped tiene problemas de irrigación, entre otros deterioros.

A su vez, el TCU detalla que la pista de BMX del Parque Radical "presenta desgaste por exposición a sol, lluvia y viento sin cualquier mantención específica". Por eso, indicó que sin aportes financieros "no será posible iniciar una agenda plena en algunos recintos" de la región.

En la zona de Maracaná, el mítico estadio reabrió en marzo de este año, después de tres meses de cierre y abandono por problemas políticos y jurídicos. El Estadio Olímpico, donde Bolt corrió hacia el oro en los 100 y 200 metros planos, recibe los partidos de fútbol del equipo local Botafogo.

Augusto Nardes, ministro del TCU, destacó "la necesidad de una mejor organización" del gobierno de Brasil, por la "dificultad de llegar a una solución respecto al mejor destino de las arenas deportivas construidas o reformadas para los Juegos".

Otro ámbito complejo es la Bahía de Guanabara, que recibió la vela en medio de polémicas. La descontaminación de la zona, que suscitaba descripciones repulsivas antes del evento, sigue siendo un gran problema carioca. El proceso estuvo paralizado en mayo y, actualmente, dos obras están en curso. Según el Tribunal de Cuentas de la Unión, el plazo de conclusión del proyecto está puesto para abril del próximo año.

En 1992, Barcelona dio con sus Juegos Olímpicos una clase sobre cómo aprovechar la inversión para el evento. Y la Autoridad Gubernamental para el Legado Olímpico (AGLO) también busca aprovechar los recintos de Río con un programa de diversos eventos. Hasta julio de 2018 hay 18 compromisos agendados en el Parque de Barra, de los cuales 13 son deportivos.

Sin embargo, la compleja situación económica de Brasil y las inconsistencias respecto a la infraestructura de los Juegos siembran dudas y preocupación en una ciudad que ya no vive el ambiente de fiesta de un año atrás.

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