¿Por qué el Santuario de la Candelaria de Copiapó no pasa agosto?

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En los últimos cinco años, el tradicional centro de peregrinación de Atacama, ha sido blanco de diversos ataques en contra de sus históricas imágenes. Y todos, en este mes.




El pasado lunes 21 de agosto, poco antes de las 6 de la mañana, un hombre y dos mujeres, de entre 18 y 21 años, ingresaron al Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria en Copiapó, el centro de peregrinación más importante de la Región de Atacama y que cada año reúne a miles de fieles en torno a esta imagen religiosa histórica. No iban a rezar.

Sin complejos, destruyeron la representación de un Cristo -casi de tamaño natural- ubicado en el patio del recinto en un lugar conocido como el santuario de piedra y que luce diversas placas de agradecimiento por milagros concedidos. Le arrancaron los brazos, y lo depositaron al interior de un basurero. Luego intentaron prender fuego a la cruz que sostenía la figura, donde aún estaban clavadas las manos. Antes de retirarse del lugar, rompieron vidrios y ocasionaron otros destrozos avaluados en $3 millones.

El hecho fue grabado y subido a las redes sociales por los autores, identificados como Jose Alister (21), Karla Galaz (18) y Escarlet Maldonado (19), lo que finalmente derivó en su detención. Si bien los jóvenes quedaron con medidas cautelares, ninguno reconoció estar arrepentido: "es solo una imagen de yeso", dijo Alister al salir de tribunales.

Exactamente dos años antes, una de las imágenes de la Virgen de la Candelaria junto a otra de San José, ubicadas al interior del templo, fueron quemadas por un individuo que fue grabado por cámaras de seguridad. Las añosas figuras debieron ser trasladadas a Santiago para su restauración, lo que significó un costo de $6 millones.

Siempre en agosto, pero de 2012, otra persona no identificada, sustrajo la corona de la Virgen de la Candelaria la cual fue recuperada gracias a la acción de un feligrés que denunció el robo.

Estos hechos han golpeado a la comunidad católica copiapina, pues se trata de un lugar emblemático, que en febrero de cada año reúne a más de 100 mil personas que celebran el día en que el arriero, Mariano Caro Inca, encontró en la cordillera una piedra de 14 centímetros que tenía grabada la imagen de la Virgen con Jesús en brazos y que luego, en su casa, puso en un altar cuya veneración perdura desde 1778 hasta hoy con dos fiestas: la grande de febrero y la chica de agosto.

La Iglesia está preocupada, pues además de la destrucción del Cristo Crucificado, también hubo un ataque a pedradas a la capilla San Isidro y un robo en la capilla Sagrada Familia, del Liceo Politécnico Belén, en Copiapó.

No obstante, el párroco Francisco Medina, rector del Santuario de la Candelaria, descarta una motivación satánica o doctrinaria en los últimos hechos. "Estarían drogados y ebrios, hacen esto para aparentar delante de los demás, burlándose en las redes sociales, para ser más choros en sus círculos. Acá confunden y mezclan sin sentido lo satánico, el punk y otras ideas. Puede que para ellos no signifiquen nada, pero para nosotros tiene otro valor invaluable. Molesta que tus recuerdos y tus creencias sean violentados, que no haya tolerancia", dice.

Medina plantea como una de las causas de los ataques, lo desprotegido que queda el templo, tras las celebraciones de agosto.

"En este mes agosto también vienen muchos de feligreses y puede que eso moleste algunos. Hay bailes religiosos y una eucaristía masiva, pero luego la parroquia queda vacía, a diferencia de febrero, cuando la gente sigue viniendo y los peregrinos la protegen", dice.

En ese escenario, pide más seguridad para el santuario. "Necesitamos resguardo, a veces llamamos a las policías y cuesta que lleguen, hay un loco rondando, grita en las misas y no vienen, además el plan cuadrante me manda al buzón de voz", alega.

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