Sátira y periodismo: el peligroso poder del humor

La revista francesa Charlie Hebdo es heredera de una tradición intelectual que cruza irreverencia, periodismo y caricaturas políticas.




El aparece vestido con turbante y túnica larga; ella, con peinado afro, un cinturón de balas en el pecho y una AK 47 en la espalda. En la pared, hay un retrato de Osama Bin Laden, y en la chimenea arde la bandera de EE.UU. El y ella son Barack y Michelle Obama y golpean sus puños en señal de triunfo. La ilustración es de Barry Blitt y fue  portada de la revista The New Yorker el 21 de julio de 2008.

La imagen pretendía hacer una sátira sobre los prejuicios de la derecha contra  Obama. Pero al senador y entonces candidato a la Presidencia no le causó gracia: la consideró ofensiva y de mal gusto. Y en su primera gira internacional, no hubo cupo para periodistas del New Yorker.

La revista fundada en 1925, probablemente la más respetada en el ámbito de las ideas y la cultura, suele recurrir a la sátira en sus portadas. Lo hizo también en febrero de 2006, cuando publicó una ilustración del Presidente George W. Bush y el secretario de Defensa, Dick Cheney, como dos cowboys, pero en una pose que imitaba al afiche de Secreto en la montaña, el filme de Ang Lee sobre dos vaqueros gays.

"La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos", ha dicho el dramaturgo y comediante italiano Darío Fo, Premio Nobel de Literatura.

La revista francesa Charlie Hebdo es un ejemplo de esa tradición (ver página 59) .

Arma privilegiada para hacer crítica social, la sátira tuvo fabulosos precursores en Rabelais (Gargantúa y Pantagruel) y Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver).  En la Inglaterra del siglo XVIII proliferaron los pasquines y las caricaturas políticas: es la época de oro de la sátira, con las dibujos de George Townshend y William Hogarth. La Revolución Francesa, a su vez, es un gran escenario de batallas en clave satírica.

Desde entonces el humor, la parodia, la ironía y  el absurdo se transforman en recursos de lucha política. La caricatura adquiere categoría editorial: es un comentario crítico sobre el mundo.

En el siglo XIX el humor gráfico y la prensa satírica alcanzan enorme difusión en Europa y América. En Francia, republicanos y monárquicos se enfrentan en diarios y panfletos ilustrados. Ya no es inocente: en 1834 Honoré Daumier fue condenado a seis meses de cárcel por representar al rey Luis Felipe de Orleans I, de silueta voluminosa y forma de pera en La Caricature.

En Estados Unidos,  el género alcanza gran popularidad con Thomas Nast, considerado el padre de la caricatura política en ese país, amigo de Mark Twain y creador de la imagen del Tío Sam. La revista Puck, fundada por Bernhard Gillam y Joseph Keppler, se covierte en bastión contra la corrupción y un modelo inspirador para The New Yorker,  Life y Mad.

TOPAZE Y THE CLINIC

La independencia de América también estimula a la prensa satírica en el continente. En Chile las primeras expresiones aparecen en 1811 en la forma de panfletos. En medio de las batallas por la emancipación, circula una de las más atrevidas de la época: en ella se ve a San Martín montando a un burro que representa a O'Higgins y conduciendo a un rebaño que es el pueblo de Chile.

A mediados del siglo XIX, con la llegada de nuevas tecnologías de imprenta, la sátira gráfica alcanza mayor desarrollo. Aparecen medios como  El Charivari,  La Linterna del Diablo y El Padre Cobos, que apuntan contra el gobierno, la Iglesia y las élites. Juan Rafael Allende, periodista y escritor, fue el gran líder de la prensa satírica, opositor de Balmaceda y luego detractor de la oligarquía triunfante.

Ya en el siglo XX, la caricatura política se masifica en todo el mundo. En el país, Jorge Coke Délano marca un hito con la revista Topaze, cuya portada más célebre tuvo a Arturo Alessandri Palma de protagonista en 1937. En ella se ve a un león dormido que representa al mandatario y a Carlos Ibáñez del Campo como el domador, con una bota sobre él. "El león no es tan fiero como lo pintan", se leía. Alessandri entabló una querella contra Topaze y se incautaron los ejemplares. Pero la justicia falló a favor de Délano y éste recuperó la publicación. Indignado, Alessandri ordenó que agentes de Investigaciones quemaran todas las revistas. Délano fue a la justicia, los policías resultaron detenidos y Alessandri envió una carta al juez asumiendo su responsabilidad. El magistrado se declaró incompetente y el caso se cerró.

La sátira encuentra acaso su terreno más fértil en los regímenes dictatoriales, aun a riesgo de la censura. Así, tras el Golpe de 1973, el desarrollo del género se interrumpe, pero renacerá en medios de oposición como Apsi, Hoy, Análisis y Fortín Mapocho. Luego del retorno a la democracia, la prensa satírica desaparece hasta 1998, cuando comienza a circular The Clinic, inspirado en la detención de Pinochet en Londres.

Iconoclasta, mordaz, ingeniso, The Clinic es un éxito de lectores y heredero de una tradición que hoy encuentra compañeros de ruta en la revista argentina Barcelona y el suplemento Sátira de Página/12; la española El Jueves; la alemana Titanic; Cuore de Italia y The Daily Mash de Estados Unidos, entre otras. Todas ellas se plantan frente a la política o los grupos de poder armados de ironía y desparpajo.

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