Secuestro en Sydney abre debate sobre control de armas en Australia

Voces legislativas se contraponen al indicar que un control más estricto en el porte de armas habría evitado la toma de rehenes, mientras otros piden liberalizar la posesión de armamento.




El secuestro que tuvo lugar esta semana en un café de la ciudad australiana de Sydney y que acabó con la muerte de dos de los secuestrados y del captor abrió el debate sobre el control de armas en el país.

El senador David Leyonhjelm afirmó hoy jueves que Australia es una "nación de víctimas" porque no le está permitido a su ciudadanía portar armas para su propia defensa.

"Es muy poco probable que lo que sucedió en ese café pudiera ocurrir en Florida, Texas, Vermont o Alaska, en Estados Unidos, o tal vez tampoco en Suiza", dijo el parlamentario, del Partido Liberal Democrático, a la radio ABC.

Leyonhjelm era antiguamente miembro del Partido Liberal gubernamental pero abandonó la formación cuando el gobierno adoptó una postura intransigente hacia las armas luego de la masacre de Port Arthur de 1996, en la que murieron 35 personas. El ahora diputado formó entonces su propia agrupación liberal, a favor de la tenencia de armas.

Por otra parte, el actual líder de los Verdes, Adam Bandt, señaló que la facilidad con la que el extremista islámico que mantuvo rehenes este lunes a 17 personas en un café de Sydney logró obtener un arma demuestra justamente la necesidad de contar con leyes más estrictas. 

"La idea de que lograremos que Australia sea más segura siendo más parecidos a los Estados Unidos... y dándole acceso a más gente a las armas es absolutamente increíble", subrayó Bandt.

El portavoz de las oficinas a cargo del control de armas, Roland Browne, dijo a ABC que sólo las personas "correctas" pueden obtener una licencia de portación. Sin embargo, admitió que existen muchas formas para evadir la ley y que es relativamente fácil obtener un arma ilegalmente.

La confusión ha crecido en la opinión pública luego de que la policía estatal dijera no tener registro de que el captor del café Lindt tuviera una licencia oficial para el uso de armas, mientras que la policía federal, por el contrario, señaló que sus registros indicaban que sí la tenía.

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