Silvio Rodríguez: "Medio siglo de discrepancias no se resuelven en dos días"

El músico cubano, que en mayo regresa a Chile, habla con La Tercera del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre su país y Estados Unidos.




Los períodos de ausencia y las novedades discográficas son casi una anécdota en la relación entre Silvio Rodríguez y sus seguidores chilenos. Y es que a poco más de dos años de repletar el Estadio Monumental -con una audiencia de cerca de 40 mil personas- y a cinco de la publicación de su último disco oficial (Segunda cita), el cubano regresa al país para actuar frente a un público tan renovable como incondicional, que agotó en sólo diez días todas las entradas disponibles para sus tres próximos conciertos en el Movistar Arena.

Al del 20, 22 y 23 de mayo perfectamente se le podría haber sumado un cuarto recital, de no ser por la apretada agenda del autor de Playa girón en su nuevo paso por el Cono Sur, que también contempla una escala en la capital argentina. En ambos lados de la cordillera el motivo es el mismo: Amoríos, el esperado álbum que el trovador lanzará próximamente -y el número 19 de su carrera-, cuyas canciones son parte de la actual gira del mismo nombre.

"Me siento muy afortunado de que una parte de Chile no me olvide. Por eso regreso a darle lo que tengo", declara a La Tercera desde su país el cantautor de 68 años, quien vuelve a Santiago escoltado por un grupo de viejos conocidos: "Iré con el trío de cuerdas pulsadas Trovarroco, que me acompaña hace más de diez años. Ellos son Rachid López en la guitarra, Maikel Elizarde en el tres y César Bacaró en el bajo", enumera Rodríguez.

A los ya mencionados se suman Oliver Valdés y la esposa del cantautor, la multiinstrumentista Niurka González, además de un cuarteto de vocación jazzera con quienes concibió los temas de su próximo álbum. Se trata del mismo conjunto con el que se presentó hace dos semanas, frente a 80 mil personas, en el Zócalo de Ciudad de México, en un celebrado concierto que combinó adelantos de su nuevo trabajo con los clásicos inagotables de su amplia discografía, como Exposición de mujer con sombrero, Quien fuera, La gota de rocío, La era está pariendo un corazón y Angel para un final, entre otras.

"Amoríos se hizo con el sonido acústico del cuarteto de jazz que me acompaña: Jorge Aragón al piano, Jorge Reyes en el contrabajo, Emilio Vega en el vibráfono, Oliver Valdés en la batería y yo en la guitarra. Llevamos un año tocando Amoríos sin abandonar aquellas otras que nos suelen pedir", añade el músico sobre el balance de sus actuales presentaciones en vivo, que combinan con éxito la nostalgia y la historia, con la búsqueda de nuevas vías de expresión.

Esos aires de reinvención no sólo se reflejan en el trabajo autoral del cubano, sino también en las alianzas y tributos que ha protagonizado junto a nombres más actuales, desde el homenaje que le rindieron Los Bunkers con el disco de covers Música libre, hasta su participación junto al dúo puertorriqueño Calle 13, que lo invitó a ser parte de Ojos color sol, uno de los sencillos de su más reciente álbum, Multi viral (2014).

"Siento afinidad con esos músicos que no se pliegan las modas. Me da lo mismo la edad que tengan o el tipo de música que hagan", explica Rodríguez, consultado por sus conexiones con los grupos latinoamericanos actuales. "En Cuba ahora mismo hay unos cuantos, como Lien y Rey o Tanmy López Moreno, por sólo mencionar a dos", añade.

SEÑALES

Los tres shows que Rodríguez hará en mayo marcan otro hito particular en su relación con Chile: los 25 años que se cumplen desde su multitudinaria actuación  en el Estadio Nacional, sólo días después del retorno a la democracia en el país y con el cubano consagrado como la gran estrella de la música popular latinoamericana. "Son gratos los recuerdos de aquellos días", rememora el artista sobre esa presentación, que muchos aseguran fue la  más masiva en la historia de los megaeventos en Chile, con más de 80 mil personas en el recinto.

De paso, desliza la idea de una posible conmemoración de aquel histórico concierto, que dio pie a un disco doble (Silvio Rodríguez en Chile) y a un especial que Televisión Nacional transmitió días después.

Un festejo que, en cualquier caso, el autor de Ojalá contempla para un futuro no tan inmediato. "Quizá lo pudiéramos hacer para cuando se cumplan 30 años. Si fuera a ocurrir, avisaré".

Además del cuarto de siglo de su fiesta en Ñuñoa, la próxima visita coincide con otro hito, claro que más cercano. Los de mayo serán los primeros conciertos del cubano en suelo local luego que en diciembre pasado el gobierno de su país y el de Estados Unidos acordaran reiniciar la normalización de sus relaciones diplomáticas, después de décadas de discordia. Una decisión histórica que el músico celebró en su blog personal, y que definió como "un día feliz" y un proceso que "deberá abrir puertas a otras cosas".

"La señal más positiva es que hay diálogo", dice ahora el autor, que el jueves pasado, e interpretando Carta a Violeta Parra, inauguró en Ciudad de Panamá la Cumbre de los Pueblos, evento que se desarrolla en paralelo a la  VII Cumbre de las Américas. Este último, reunirá por primera vez desde 1994 a un gobernante cubano con su par estadounidense.

"Medio siglo de discrepancias no se resuelven en dos días. Aún así, confío en que poco a poco la razón se abra paso y el diálogo resulte una verdadera contribución a la justicia y a la paz de nuestro hemisferio", comenta Rodríguez a propósito de los vientos de cambio en la isla y las diversas lecturas a las que han dado pie.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.