Un tesoro que costó conseguir

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En un día que partió muy mal, siguió algo peor y terminó perfecto para él, Jordan Spieth consiguió su primer Open británico, el tercer major de su carrera.




Algo así como golf fuera de cancha, a través del bosque o urbano. Así vivió ayer sus primeras horas el jugador que partía la ronda final del Open británico con tres golpes de ventaja y que después de pasar por cuanto inconveniente fuera posible, era alcanzado; el inicio de la tarde de Jordan Spieth, que cuatro horas después besaba el Claret Jug, como si nada malo hubiera ocurrido.

El golfista de Texas tuvo un inicio de ronda horrible (ver tarjeta del campeón) con tres bogeys en los primeros cuatro hoyos. Encontrar los fairways fue cosa complicada para el ganador del Masters y del US Open hace dos temporadas, y que parecía que sólo tenía que administrar su ventaja para ganar ayer.

Pero las pelotas lanzadas por el texano conocieron cada rincón del Royal Birkdale. En el peor momento del día, la bola se fue a la punta de una loma, un lugar imposible, con mucho pasto; una vista hermosa, cierto, pero con cero visibilidad hacia el green.

Más tarde, Spieth terminó pegando desde los estacionamientos, a lo Seve Ballesteros. El español sería recordado por eso y por otras cosas más tarde.

A esa altura, que el estadounidense había bajado de 11 bajo el par a apenas ocho bajo la exigencia, otro nombre ganaba protagonismo: el veterano (39 años) Matt Kuchar, quien callado y jugando bien lo superaba en la pizarra.

La montaña rusa en Southport se detuvo en el hoyo 14 para Spieth, de 23 años. Tras el bogey en el hoyo 13, aquel de los camiones, sólo quedaban cinco banderas para el final y el título no se podía desechar. ¿Se olvidó de todo lo que había pasado? ¿Dio vuelta la página? ¿O simplemente atacó el Royal Birkdale que lo había hecho sufrir durante un par de horas? Lo que haya hecho, le permitió escalar hasta el triunfo.

Spieth erró cuatro putts de menos de dos metros y medio en la primera mitad del día y en la mejor parte de su jornada casi emboca un hoyo en uno y acertó tiros de green de 15 y de nueve metros.

Ya en los días previos, en la segunda mitad de la cancha había tenido resultados mucho más parejos el texano que en la primera. Era el lugar para golpear y golpeó. Eagle al 15 y dos birdies más antes de terminar harán que pocos se acuerden del sufrimiento inicial y la historia diga que le sacó tres golpes al segundo y que fue el único del field en bajar del par en cada una de las cuatro rondas, pese al viento del jueves, las tormentas del viernes, el sol del sábado y las dificilísimas posiciones de bandera de ayer.

Los 12 bajo el par son el mejor resultado de la historia del Open en ese campo.

Es el tercer major para Spieth. Con 23 años, es el segundo jugador más joven en ganar el abierto británico desde que Ballesteros lo hiciera con 22 años, en 1979. La misma edición de cuando pegó desde el estacionamiento.

Es el segundo golfista en recolectar tres grandes antes de los 24 años, tal como lo hiciera nada menos que el legendario Jack Nicklaus. Y justo, porque Spieth cumple 24 esta semana.

Día triste para los locales, que de nuevo vieron a un norteamericano besar la Claret Jug, como ha pasado 10 veces desde el año 2000. Un inglés no vence desde hace 25 años (Nick Faldo).

"Desde niño quería jugar en majors y competir con los mejores del mundo. Las cosas han pasado muy rápido", declaró Spieth, que hoy aparecerá como el número dos del ranking mundial.

El 10 de agosto parte el PGA Championship, el major que le falta a Spieth. Si lo gana, sería el más joven en completar el Grand Slam.

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