Trump se autoinfiere una derrota y retrasa el muro con México

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Presidente de EE.UU. exigió al Congreso US$ 1.500 millones para empezar la construcción. Mandatario echó pie atrás para evitar el cierre del gobierno federal.




Ocurrió en octubre de 2013. Durante 17 días la administración de Barack Obama enfrentó el cierre del gobierno federal luego de que el Congreso, de mayoría republicana, no lograra un acuerdo sobre el presupuesto. La reforma a la salud que impulsaba el Presidente demócrata, el Obamacare, era rechazada por gran parte de la oposición. Los conservadores intentaron a toda costa forzar a Obama a retrasar la implementación e intentaron impedir su financiamiento. Y así lo hicieron. La Cámara de Representantes y el Senado no llegaron a ningún acuerdo, y el presupuesto no fue aprobado. El resultado: la paralización del gobierno, algo que no ocurría desde diciembre de 1995, cuando Bill Clinton estaba en la Casa Blanca.

Ahora, el Congreso tiene hasta la medianoche del viernes para votar la aprobación del presupuesto federal. El Presidente Donald Trump había exigido que se incluyera el financiamiento de una de sus promesas de campaña más emblemáticas: el muro en la frontera con México.

No obstante, ante la inminente amenaza de que la paralización del gobierno coincida con sus 100 días en la Casa Blanca (el sábado) y se genere una crisis política, Trump se autoinfirió una derrota al posponer la petición de US$ 1.500 millones para comenzar la construcción del muro. Recién en septiembre el mandatario intentará que el Congreso apruebe esos fondos. Según los expertos, el muro tendría un costo de US$ 20 mil millones.

Trump, que cuenta con un 42% de aprobación, el más bajo de un Presidente de Estados Unidos en las primeras semanas en el poder, corría el riesgo de ser culpado de la paralización del gobierno federal, lo que le sumaría aún más críticas.

Este es un nuevo fracaso de Trump, luego de haber sufrido el rechazo para desmantelar el Obamacare, que no ha podido ser reemplazado, tal como prometió que haría al "pisar la Casa Blanca".

Donald Trump sumó también un nuevo revés después de que un juez federal de San Francisco bloqueara la orden del gobierno que recortaría el financiamiento a las comunidades que limiten su cooperación con las autoridades de inmigración, en las llamadas "ciudades santuario".

A pesar de que los republicanos son mayoría en el Senado (cuenta con 52 escaños frente a 48 de la oposición) para que el presupuesto sea aprobado se necesitan 60 votos en la Cámara Alta. El problema para Trump es que entre los 52 conservadores muchos no están de acuerdo con la medida. Funcionarios de la Casa Blanca aseguraron el lunes que el Presidente está abierto a un acuerdo con el Congreso que incluya dinero para la seguridad fronteriza, como agentes en esa zona, pero no para el muro.

De acuerdo al diario The Washington Post, no existe "apetito" entre los líderes republicanos del Congreso para llevar a cabo ahora la pelea por el muro. Así, prefieren esperar y trabajar para definir con exactitud el camino a seguir.

Según el Post, Trump ya dio muestras de "flexibilidad" respecto del muro la tarde del lunes. En una reunión privada, les dijo a un grupo de periodistas que estaba dispuesto a dejar la negociación del financiamiento del muro con México para después del verano boreal. Sin embargo, aclaró que está decidido a cumplir su promesa de campaña. "Mi base definitivamente quiere un muro fronterizo", le dijo Trump a The Associated Press el viernes.

Trump insistió en este punto. "No permitan que los medios falsos digan que yo he cambiado mi posición respecto al muro. Será construido y ayudará a detener las drogas, la trata de personas", escribió en Twitter, su red social preferida

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