VIU, el fondo que convierte la investigación en emprendimiento

En 2011 Conicyt lanzó un programa que busca promover y desarrollar negocios basados en investigaciones realizadas en universidades chilenas. Todo, para convertir a la ciencia en un aporte a la economía local.




Evitar que las investigaciones científicas realizadas por estudiantes terminaran archivadas en un mueble acumulando polvo, fue lo que motivó a Conicyt a crear, a través del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico Tecnológico (Fondef), el programa Valorización de la Investigación en la Universidad (VIU).

La herramienta busca promover nuevos negocios basados en la investigación realizada en las casas de estudio nacionales, en las que participen de forma asociada alumnos de pre o postgrado, profesores e investigadores. Esto, con énfasis en el desarrollo de investigación, desarrollo e innovación científica y tecnológica.

Christian Nicolai, director ejecutivo de la entidad, sostiene sobre la creación de este fondo que “la incorporación de jóvenes investigadores y estudiantes en procesos dinámicos de investigación aplicada y desarrollo tecnológico, brinda la oportunidad de hacerse preguntas respecto de algunas problemáticas relevantes y obliga a buscar soluciones donde la ciencia pueda generar respuestas satisfactorias. Así, se potencia en las nuevas generaciones capacidades para la investigación y el desarrollo en temas importantes para la población”.

Rescatanto talento

El fondo está orientado a potenciar la creación de negocios tomando como base investigaciones en áreas como la biotecnología, energías renovables y farmacología, entre otras. Para ello, el apoyo se divide en dos etapas. En la primera, el programa entrega hasta $ 2 millones para elaborar un plan de negocios y uno de trabajo. Luego, los proyectos que logran pasar a la segunda etapa, reciben hasta $ 24 millones para ejecutarlo y concretar el emprendimiento.

Desde su creación, en 2011, el VIU ha tenido cinco convocatorias a nivel nacional, sumando un total de 504 postulaciones. De esa cifra, 295 proyectos lograron adjudicarse la primera etapa, pero sólo 121 lograron obtener la segunda parte del financiamiento.

“Cerca del 10% debe estar en proceso de las primeras etapas de la creación del negocio. Se debe considerar que para lograrlo, estos investigadores tuvieron que sumar otros fondos del Estado disponibles para financiar innovación y también recursos privados”, explica el director ejecutivo de la entidad.

La Universidad de Santiago de Chile (Usach) y la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM), son algunas de las casas de estudio que han decidido mirar con otros ojos sus investigaciones. En el caso de la Usach, esta se trabaja con 10 proyectos financiados por el VIU. De ellos, la mitad se encuentra en la primera etapa, mientras que los otros cinco están elaborando los prototipos de sus negocios.

Luis Lino, director del Centro Innovo de la Usach rescata que “el VIU nos desafía a ver cómo vendemos las ideas que proponen las investigaciones que se están generando en la universidad y hacerlas interesantes para el mercado, porque el mercado no compra ideas, compra servicios o productos”.

En el caso de la UTFSM, la entidad comenzó a trabajar con este fondo de financiamiento desde que entró en vigencia. Su incubadora 3IE ha recibido a 32 proyectos que han trabajado con este programa. De ese total, 10 se encuentran en la segunda fase de financiamiento. A la fecha, de los proyectos que han trabajado con esta herramienta de Conicyt, sólo dos se encuentran en el mercado: Meetcard y Tetralux.

“Es una oportunidad para los alumnos poder llevar a la práctica sus investigaciones y verse retribuidos económicamente si su tesis se transforma en un emprendimiento, funciona y se convierte en una oportunidad de negocio”, plantea Werner Kristjanpoller, director de la incubadora 3IE.

Los proyectos

Diego Stevens es uno de los pocos emprendedores que logró superar las dos etapas del VIU y pudo consolidar su idea como negocio. Meetcard, su proyecto, es una plataforma de tarjetas de presentación inteligentes que pueden ser leídas en un celular o tablet y que salieron al mercado en agosto del 2015.

“El VIU te hace ordenar bien las ideas, mirarlas como un negocio, que es justamente lo que no hacemos, porque generalmente, investigamos y los resultados se guardan”, sostiene Diego Stevens.

Pero concretar una idea no es  algo sencillo, así lo aseguran otros casos. “En la universidad te preparan en lo académico, lo técnico, pero no para hacer un negocio”, sostiene Leandro Ampuero, emprendedor tras el proyecto “Sistema automatizado de limpieza para paneles fotovoltaicos”, de la Usach.

Si bien los emprendedores que se encuentran trabajando con este fondo agradecen el apoyo, acusan que el ingreso a la industria es algo omplejo.

“Cuando te dedicas a la industria farmacéutica, como es mi caso, te das cuenta que es complejo, porque no es tan rentable como algo relacionado a la minería. El mercado está girando en torno a producir otras cosas”, acusa Enrique Lorca, emprendedor que está enfocado en un proyecto que busca nuevas formulaciones (fármacos) para el tratamiento de la Esquizofrenia y otras enfermedades neuropsiquiátricas asociadas.

En esta misma línea, Luis Lino agrega, “en el ecosistema se aplaude a las aplicaciones que incitan al consumo, eso me mortifica, porque deberíamos estar aplaudiendo e incitando otras cosas que apoyen el desarrollo científico-tecnológico del país”.

Sobre esto, Christian  Nicolai explica: “Somos conscientes de que hay bastante que hacer respecto a la vincuación de la ciencia con el sector privado, preocupación que trasciende el trabajo de Conicyt. Por eso, además de proveer subsidios a través del VIU, nuestro organismo trabaja promoviendo instancias de acercamiento temprano de estos proyectos con las empresas”.

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