Acuerdo Nacional por la Infancia: ¡ahora a trabajar!

Foto: Agenciauno


Esta columna fue escrita junto a Benito Baranda, Presidente ejecutivo América Solidaria.

La ciudadanía ha recibido con expectación el Acuerdo Nacional por la Infancia entregado por la mesa de trabajo convocada por el Presidente de la República. Esta mesa dio una excelente señal: escuchó, propuso y acordó. Reconoció además que esta es una construcción colectiva, progresiva y acumulativa de políticas de Estado.

Los acuerdos se basaron en tres ejes de acción: protección universal a niños, niñas y adolescentes; protección especial a aquellos que estén en riesgo de vulneración de derechos; y protección y restitución de derechos en aquellos que ya han sido vulnerados. Se releva la importancia de la familia como actor central y el rol no solo del Estado en esta tarea, sino también de las organizaciones de la sociedad civil y de la comunidad en general.

La mesa llegó a 94 acuerdos que comprenden aspectos prácticos como el fortalecimiento de programas ya existentes y la reformulación de otros. Además, destaca la implementación efectiva de la tan esperada Ley de Garantías de los Derechos de la Niñez y la necesaria participación de niños, niñas y adolescentes en los Consejos Comunales. En este sentido se hace necesario -como lo señala el documento- una real articulación territorial, sin ella será difícil avanzar.

Ahora bien, si seguimos las cinco dimensiones de la pobreza multidimensional, los acuerdos abarcan de manera adecuada la educación y salud. Sin embargo, no se menciona su situación laboral y de ingresos ni tampoco su realidad previsional. ¿Cómo conciliar un adecuado cuidado familiar con las jornadas laborales actuales y con los bajos salarios? Por otra parte queda pendiente un asunto de la mayor importancia: discutir sobre el entorno social y la vivienda, es decir, los contextos donde nacen y se crían niños, niñas y adolescentes, particularmente aquellos donde exclusión y pobreza abundan, y la falta de servicios hace más compleja la vida diaria. ¿Estaríamos dispuestas las "otras familias" de Chile a criar y educar a nuestros hijos allí? Lo más probable es que no, por lo tanto, esto requiere un cambio radical. Medidas más aceleradas en esta dimensión conllevan transformaciones socioculturales difíciles; por ejemplo, implica preguntarnos si efectivamente queremos vivir junto a familias más vulnerables en barrios más inclusivos e integrados donde podamos vivir experiencias de vida equivalentes.

Debe quedar claro que este tipo de reformas toman tiempo en consolidarse. Pasó anteriormente con el "Chile crece contigo" o con la ampliación de cobertura de las salas cunas y preescolares. Es fundamental que a estas reformas se sume un cambio de conciencia ciudadana, donde el respeto a la dignidad de los demás no pase por sus bienes materiales o su aspecto físico, procedencia étnica o nivel socioeconómico, sino que se reconozcan los derechos de todos y todas.

El gran arquitecto catalán Antoni Gaudí afirmó que "para hacer las cosas bien, primero el amor y después la técnica". El trabajo que como sociedad -de manera íntegra- tenemos por delante es grande, desafiante y comprometedor. Nos obliga a poner mucha voluntad e inteligencia, a buscar la excelencia desde el compromiso vital de cada uno de nosotros y realizarlo con el horizonte amplio de la obtención del bien común.

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