¿Área verde o Vivienda Social?: Costos y beneficios de la segregación ABC1

VIVIENDAS SOCIALES 3


La reciente discusión entre los alcaldes de Vitacura y Las Condes por la decisión de construir viviendas sociales o parques en un terreno en disputa de ambas comunas, conlleva a observar un fenómeno atingente a los segmentos ABC1 en particular.

La segregación de las clases acomodadas concita menos interés en la opinión pública que la de los más pobres. Sin embargo, las consecuencias que tiene esta última en el crecimiento y equidad, demandan que se comience a poner más atención en ella.

Si hacemos el ejercicio de medirla en diferentes áreas metropolitanas, no sólo de Chile, sino que del mundo, constataremos que la segregación de las personas con más recursos es sistemáticamente mayor que la de los menos favorecidos (Agostini et al. 2016 lo muestra para nuestro país).

La pregunta es, entonces: ¿Por qué los ricos se empeñan en vivir juntos entre sí excluyendo a los demás habitantes de la ciudad?  La respuesta es simple: a las familias de mayores ingresos les resulta provechoso vivir aglomeradas.

Algunos mecanismos que explican lo anterior son: el acceso a más y mejores bienes públicos locales, redes de contacto y el efecto de par, como la imitación de roles exitosos. Por ejemplo, si los padres de los amigos de una joven tienen un grado universitario, ella también querrá tenerlo.

Pero entonces, ¿qué sucede con la sociedad en su conjunto? Como en toda situación, hay costos y beneficios, que dependerán del modelo productivo que las ciudades escojan.

El mayor costo que esta segregación genera es impedir que los procesos virtuosos de retroalimentación y oportunidades favorezcan a otros grupos socioeconómicos, dificultando así la adquisición de educación a los más pobres, y el acceso a servicios, lo que incrementa la desigualdad (Benabou, 1993 y Ananat, 2011).

Por el lado de los beneficios, las familias de mayores ingresos, al vivir segregadas, se tornan más productivas, y reducen la desigualdad entre ellas.

No obstante, existen diferencias en cuando a la segregación y el tipo de ciudad en que esta se produce. Si el espacio urbano está orientado mayoritariamente a la manufactura y a la extracción de recursos naturales, resentirá este tipo de segmentación; pero si su especialización es hacia una industria con mayor intensidad en el uso de mano de obra calificada, como la tecnológica o de servicios financieros, se verá favorecida.

La explicación radica en las complementariedades productivas entre: mano de obra calificada y mano de obra no calificada. Si esta es importante, la pérdida de productividad de la mano de obra no calificada —como resultado de la segregación—, reducirá la productividad agregada. Esto sucede en el caso de la industria manufacturera, por ejemplo. Pero si la complementariedad productiva no es relevante, habrá una mayor productividad agregada, tal como se observa en ciudades especializadas en industria tecnológica.

Según análisis realizados a ciudades en Estados Unidos, se observa que la segregación de individuos con título universitario tiene un impacto positivo en la productividad de sus entornos inmediatos. No obstante, el impacto es negativo si la ciudad en la que se despliega se especializa en una industria extractiva.

Berkes y Gaetani (2017) han señalado que las áreas metropolitanas donde más patentes tecnológicas se inscriben son las más segregadas, es decir, los clústeres que impulsan la innovación también son responsables de la segmentación espacial que nos divide.

En la economía del conocimiento es vital promover el desarrollo tecnológico, el emprendimiento y la innovación. Sin embargo, las ciudades que han sido exitosas en este ámbito se han caracterizado por exhibir altos grados de segregación. El desafío de las políticas públicas, en este sentido, es mayúsculo: encontrar la manera de impulsar el crecimiento y, al mismo tiempo, hacerse cargo de la exclusión que conlleva. La respuesta no es sencilla, pero seguramente, parte por entender, como en la controversia entre los alcaldes Torrealba y Lavín, que un ser humano y sus posibilidades de participación en las oportunidades de la sociedad cobran mayor valor que un área verde.

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