Argumentos políticos

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Chile comenzará hoy a exponer su defensa oral en el marco del juicio desencadenado por la demanda boliviana contra nuestro país. A estas alturas, sería ingenuo creer que los jueces de La Haya solo considerarán argumentos jurídicos. La experiencia del "fallo creativo" en el límite marítimo con Perú y la presentación de la causa boliviana el lunes y el martes deberían convencer a nuestros representantes de que, cuando se trata de impartir justicia, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) no solo atiende aspectos legales abstractos, sino que también es permeable a las realidades concretas de la política.

Es deseable que nuestra diplomacia -tan apegada al legalismo y tan manejada históricamente por abogados- tome de una vez nota de esta situación y utilice además recursos políticos que puedan ayudar a que la Corte se incline por la tesis chilena.

De manera paradojal, quien provee el mejor argumento para robustecer en este sentido la postura chilena es precisamente el principal promotor de la causa boliviana: Evo Morales. La defensa chilena no puede desaprovechar el hecho de que Evo haga un uso político interno desembozado de la demanda contra Chile, unido a que está dejando caer la máscara democrática que ha usado en los últimos años.

Los abogados nacionales deberían hacer ver con claridad a los jueces de La Haya que un fallo favorable a La Paz será utilizado por Morales para consolidar su posición política interna y eternizarse en el poder, en especial ahora que ha manifestado su voluntad de desoír la voluntad popular contra una nueva reelección -expresada en un referéndum que él mismo convocó- y se muestra dispuesto a recurrir a subterfugios para quedarse en el gobierno más allá de 2019. En definitiva, la defensa chilena debe dejar en claro a los magistrados que la manera en que fallen puede ayudar a que Bolivia termine convertida en una dictadura personalista.

Esto cobra más importancia todavía si la defensa chilena utiliza con habilidad las palabras del propio Evo Morales. Por ejemplo, que él haya sostenido -como lo hizo esta semana- que "Antofagasta fue y será boliviana" puede servir para que los abogados chilenos insistan en un aspecto clave: si La Paz quiere forzar una negociación, ¿cómo es posible dialogar con un gobierno como el de Bolivia, que avanza hacia una dictadura y cuyas reivindicaciones -según las propias palabras de su mandatario/caudillo- van mucho más allá de un acceso soberano al mar? El irredentismo del que ha hecho gala Morales debe ser utilizado por la defensa chilena para demostrar que es él quien no actúa de buena fe, pues esconde sus verdaderas intenciones.

Resultaría imperdonable que nuestra diplomacia, por definición llamada a defender el interés nacional chileno, se limite a hacer una defensa jurídica en La Haya y deje de lado los argumentos políticos, cuando ya es más que evidente que la CIJ razona también con esa lógica.

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