Complejo inicio de proceso constituyente

Diputados del Frente Amplio festejan la aprobación, durante la sesion especial de la Cámara de Diputados de ayer, donde se votaron los proyectos de paridad de género, independientes y pueblos originarios en el proceso constituyente. Foto: Agenciauno


El entusiasmo con que ayer el Presidente de la República promulgó en La Moneda la reforma constitucional que dará paso al proceso constituyente -partiendo con un plebiscito el próximo 26 de abril- contrastó con el ambiente de divisiones y polarización en que se ha sumido la clase política. Ello fue evidente en la propia ceremonia celebrada ayer en el palacio de gobierno, donde no asistieron todos los presidentes de partidos, así como tampoco lo hizo el presidente del Senado; también fue manifiesta la tensión entre los principales dirigentes de Chile Vamos, lindando en lo bochornoso.

Muy lejos parece haber quedado el ambiente de unidad que rodeó la histórica firma del Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución, momento en que los principales partidos políticos dieron muestras de generosidad y responsabilidad de Estado. El inicio formal del proceso constituyente debió haber sido justamente la oportunidad para volver a recuperar un sano espíritu cívico, lo que lamentablemente no sucedió, abriendo legítimas dudas acerca de lo que se puede esperar de la futura discusión constitucional.

El ambiente ha estado cruzado por funas -en algunos casos especialmente violentas- hacia parlamentarios o ministros de Estado, como también por ásperas divergencias tanto al interior de las propias fuerzas políticas como entre ellas. Pero particularmente llamativas han sido las divergencias que han surgido en torno a la posibilidad de establecer escaños reservados para pueblos originarios en el órgano que será elegido para redactar la nueva Constitución, así como introducir criterios de paridad de género y participación de independientes. Estos aspectos, que no formaron parte del acuerdo original establecido en noviembre pasado, suponen complejidades y es un hecho que no existirá unanimidad de pareceres. Pero la forma de buscar entendimientos no ha resultado sencilla, y es así que tanto sectores del oficialismo como de oposición se han recriminado reiteradamente de intransigencia y poner en riesgo el acuerdo.

Aun cuando la reforma constitucional fue despachada por el Congreso sin dichos elementos, en la Cámara de Diputados se aprobaron como reformas conexas -siendo incierto si serán aprobadas en el Senado-, en medio de estruendosas manifestaciones desde las tribunas y escenas de un grupo de mujeres protestado en pleno hemiciclo para presionar en favor de la paridad.

Justamente fue el tema de la paridad el que ha dividido las aguas al interior de Chile Vamos, materia que fue respaldada por Renovación Nacional y Evópoli, no así por la UDI, que a raíz de estas divergencias decidió congelar su participación en el conglomerado, poniendo en duda incluso la continuidad del mismo.

Este conjunto de episodios sugiere un ambiente aún muy polarizado, con escasa capacidad para abordar temas sensibles con serenidad y sin caer en bataholas. Si esto está ocurriendo al inicio del proceso constituyente, parece difícil imaginar que una vez que tenga lugar la discusión de aquellos capítulos constitucionales más sensibles se puedan lograr buenos acuerdos en favor del país. Los partidos y dirigentes políticos tienen la obligación de no defraudar las expectativas que han forjado en la ciudadanía.

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