La coalición de centroderecha liderada por Silvio Berlusconi se impuso en las elecciones generales de Italia con un 36% de los votos, mientras que el antisistema Movimiento 5 Estrellas (M5S) se convirtió en el principal partido del país, al conseguir cerca del 32,7% de los votos. Sin embargo, al contrario de lo que se preveía, en la centroderecha el partido ultranacionalista La Liga de Matteo Salvini superó a la colectividad de Berlusconi , convirtiéndose en los hechos en el líder de la coalición.

El resultado revela una preocupante polarización de la política italiana y el fracaso de los partidos tradicionales. Además, adelanta un panorama complicado para formar gobierno porque nadie logró superar la barrera del 40%. Tanto Matteo Salvini, líder del partido de extrema derecha italiana, La Liga, como el líder de M5S, Luigi di Maio, aspiran a liderar un futuro gobierno. Sin embargo, ninguno de los dos cuenta con los votos necesarios para alcanzar el cargo, lo que aumenta las posibilidades de un bloqueo que termine forzando unas nuevas elecciones en Italia en el corto plazo.

Ante este escenario, el rol del Presidente de Italia, Sergio Mattarella, será clave. Deberá asumir un papel central y ejercer como posible mediador para dirimir este eventual bloqueo y lograr un acuerdo en favor de la unidad nacional. Estas elecciones reafirmaron el fin de la lógica "bipartidista" que imperó en Italia durante las últimas dos décadas y vislumbran un nuevo escenario, más fragmentado y con nuevos protagonistas. La ausencia de una mayoría clara no hace más que agregar incertidumbre en un mundo que enfrenta un panorama cada vez más complejo.