Conmigo o contra mí

Sesion especial del Senado. 19/12/2019
19 DE DICIEMBRE DE 2019/VALPARAISO Senadores de oposicion festejan aprobacion, durante la sesion especial del Senado, en donde se discute proyecto de reforma constitucional que modifica el Capítulo XV de la Constitución Política de la República FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO


Después de más de dos meses desde que empezaron las movilizaciones en Chile, los caminos de salida lentamente comienzan a asomarse, al menos en el ámbito político, tanto para hacer realidad el plebiscito para habilitar el cambio a la Constitución, como para atender las demandas sobre paridad, escaños reservados para pueblos originarios y participación de independientes. Para cerrar el acuerdo basta que el Senado haga su tarea y consolide lo que la Cámara ha aprobado.

No obstante, vale la pena recordar que para llegar hasta aquí el camino ha sido sinuoso y no exento de la tensión propia de un momento como este, donde quienes se plantean con mayor estridencia frente a la opinión pública tienen su minuto de fama llamando la atención. Lo que se ha instalado, desde los extremos del espectro político y también desde algunos actores, es algo que vale la pena mirar con atención. Es una suerte de lógica que clausura el debate democrático al plantear la amenaza "estás conmigo o contra mí". A ello ha seguido una serie de descalificaciones que no colaboran en nada en hacer frente a la grave crisis cuya solución requiere, necesariamente, encontrar la vía institucional para enfrentarla y un mundo político a la altura para escuchar adecuadamente la demanda ciudadana y procesarla.

La democracia es, en esencia, diálogo, persuasión, colaboración y acuerdo, para que se expresen las mayorías, con respeto a las posiciones minoritarias. Lo anterior implica estar dispuestos a debatir y negociar para buscar un objetivo común. La lógica de tratar de imponer posiciones, muchas veces bajo la descalificación, es la antítesis de un debate político sano.

Lo que ha sucedido en Chile en estos dos meses será motivo de análisis por mucho tiempo y tendrá consecuencias en la configuración del sistema político y en la respuesta institucional a las demandas sociales. No obstante, como los desafíos son grandes de cara al plebiscito de abril, bien vale la pena considerar las lecciones en el corto plazo, especialmente cuando desde ciertos sectores se instala una lógica de polarización que es una mala noticia para un proceso que, por su naturaleza, dividirá las posiciones entre quienes están por aprobar el cambio a la Carta Fundamental y quienes están por rechazarlo.

Cuidar el acuerdo es un imperativo democrático, especialmente porque dada la lógica de polarización, sin duda habrá sectores que querrán jugar con los miedos y la desconfianza. Dos enemigos que han tenido consecuencias complejas en otras latitudes como el resultado del Brexit o los Acuerdos de Paz en Colombia. En tal sentido, que se imponga la sensatez de la vía institucional y la necesidad de un proceso informado, lejos de la descalificación, es una necesidad. Esto es aún más importante si se considera que en paralelo a este proceso ocurrirán tres cuestiones importantes, como enfrentar adecuadamente la necesidad de mantener el Estado de derecho, a partir de una ecuación adecuada sobre orden público y el respeto irrestricto a los derechos humanos, lo que incluye verdad, justicia y reparación para los graves hechos ya acaecidos, pero también respecto a las manifestaciones del futuro. Así también será relevante el avance de la agenda social. Todo ello, frente a un tercer elemento que es preciso recordar, que la situación económica de los próximos meses seguramente traerá noticias poco alentadoras no sólo respecto al crecimiento, sino también en el empleo.

En tal sentido, lo que se abre con el camino institucional que debiera terminar de aprobarse en los próximos días en el Senado, es una buena noticia para un proceso que ha sido complejo. Que el final de la historia sea feliz dependerá sólo de la conciencia que tengan los actores del mundo político de su responsabilidad ineludible con el país.

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