Cuenta pública, demandas sociales y participación

Piñera


Cuando Sebastián Piñera se paró ante el Congreso Pleno el pasado 1 de junio, no solo se paró ante diputados, senadoras y otras autoridades. El Presidente de la República se enfrentó, a través del gesto institucional y simbólico de la cuenta pública, a toda la ciudadanía.

Al deber de dar cuenta sobre sus avances y promesas, se sumaron  distintas movilizaciones, demandas y conflictos sociales levantados por la ciudadanía en los últimos meses: tomas por una educación no sexista, presión nacional e internacional por leyes que protejan los derechos de las personas transgénero, demandas transversales de mejor trato a niños y niñas vulnerables, peticiones de fin al nepotismo, entre otras.

La atención de la ciudadanía movilizada por estas causas estuvo particularmente pendiente de este discurso ya que solo algunos de los elementos que la ciudadanía está demandando fueron contemplados en el programa que el presidente presentó durante las elecciones. ¿Qué debió hacer el presidente en esta situación? ¿Hacer oídos sordos y continuar con la hoja de ruta que presentó durante las elecciones y que le permitió ser electo? ¿Corregir el rumbo y responder a las demandas de movimientos y grupos sociales?

La cuenta pública 2018 mostró que solo algunas de las demandas sociales fueron recogidas, otras parcialmente, y otras ni siquiera lograron una mención. Pero el principal ausente no fue una demanda temática en particular, sino que el compromiso del gobierno por buscar canales permanentes para dar curso a estas demandas ciudadanas e integrarlas al quehacer del gobierno. La participación ciudadana estuvo completamente ausente de los compromisos del presidente, sin reparar en que avanzar en ella es tanto un deber democrático como una necesidad urgente en las actuales condiciones de desconfianza y desafección ciudadana con la actividad política.

Las elecciones le han entregado al presidente la legitimidad para gobernar y su deber es cumplir con lo comprometido con la ciudadanía. Es una buena noticia que en su discurso se haya ratificado su compromiso de hacerlo así con sus principales promesas de campaña, pero es preocupante la ausencia de una voluntad por integrar de forma relevante la visión y las demandas de la ciudadanía. Tanto para definir sus prioridades de gobierno como para desarrollarlas y convertirlas en acciones concretas.

Hoy el gobierno tiene la oportunidad y necesidad de abrir sus puertas para integrar a la ciudadanía en sus procesos de toma de decisiones mediante mecanismos de participación concretos, que sean accesibles, relevantes y transparentes. Donde distintos grupos y personas puedan aportar con su visión para construir políticas de calidad, más representativas, legítimas a los ojos de la ciudadanía y pertinentes a las necesidades de la población. Y quizás, en un año más, cuando el presidente rinda cuentas nuevamente, pueda decir que la ciudadanía está verdaderamente presente en su discurso.

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