Cuestionemos la cárcel



SEÑOR DIRECTOR

Dos personas privadas de libertad, bajo tutela del Estado fueron brutalmente torturadas dentro de la cárcel, con descargas eléctricas y golpes. Días antes, el gobierno lanzaba una agenda antidelincuencia que, como siempre, endurece las penas y restringe la aplicación de otras sustitutivas a la privación de libertad, potenciando la cárcel como respuesta al delito. Esto ilustra una diferencia significativa. Por un lado está la cárcel como discurso político, que es atractivo, genera votos y popularidad. Por otro lado está la cárcel como realidad: abandonada, violenta, ajena a las lógicas que rigen la vida en libertad, contraproducente a todo fin socialmente deseable y opuesta a un Estado de Derecho. Cuánta falta hace eliminar la cárcel como discurso punitivo populista, humanizarla y reestructurarla como realidad, y racionalizar su uso indiscriminado. Enfrentar la delincuencia implica impulsar estos temas que, lamentablemente, son impopulares y de nula rentabilidad política.

Agustín Walker

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