De epílogos y prólogos

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La ex Presidenta Michelle Bachelet y el ex ministro Jaime Campos en una actividad en marzo de 2017. Foto: Agencia Uno


Los términos empleados tienen su significado vinculados a la literatura particularmente de ficción, sin embargo, con alguna libertad, pueden ser usados para otros menesteres, como la política. No es riguroso analizar los funcionamientos de los gobiernos por sus inicios o sus finales ni tampoco por una sola área de las múltiples responsabilidades que asume quien gobierna.

No sería justo juzgar solamente al mandato que recién termina, solo por su gestión económica, la que sin duda fue pobre. Más allá de los largos periodos de depresión en el valor de nuestra principal exportación, las cifras de crecimiento promedio de las administraciones desde el 90, hablan por sí solas: el cuatrienio que termina de lejos el más paupérrimo.

Sin embargo en ese mismo periodo se instaló, todo parece indicar que para siempre, una sociedad con bases de mayor justicia redistributiva, gratuidad, una carga tributaria más justa, temas culturales sin retorno, aún para un gobierno entrante, más bien crítico de lo consumado legislativamente.

Ahora bien, hecha la salvedad, convengamos que el epílogo fue, parafraseando el título de la gran novela de Osvaldo Soriano, triste y solitario final. Dejo aparte el postrer intento de una nueva Constitución y la inacción respecto de la situación de Carabineros, y me refiero a los decretos fallidos, uno por retiro, el otro por ausencia de firma ministerial. Qué mal consejero aquel que recomendó cambiar un nombramiento notarial, por otro, que hasta el más desaprensivo de los asesores debió prevenir sería muy mal leído. El acto reglamentario fallido de potestad exclusiva del gobernante, tuvo un dejo kirchnerista, muy ajeno a nuestra tradición. También es de la potestad exclusiva del Ejecutivo el tema carcelario, lo es además la instalación o cierre de un penal. Si existen razones de política penitenciaria, bien sea destinadas a poner fin a privilegios, o alguna otra con fundamento, se tuvo cuatro años para ejecutar tal decisión. Esperar las últimas horas para hacer lo que no se quiso hacer, y que resultaba imposible ejecutar, no tiene explicación razonable; otro pésimo consejo.

Mal epílogo. Deja una sensación amarga. También sería un error impropio juzgar con largo alcance por el prólogo al gobierno que se inauguró hace pocos días. Sin embargo, se agradece a aquellos ministros que buscan los grandes acuerdos para los pendientes de nuestra sociedad, y causa preocupación la falta inicial de expedición de aquellos ministros de vocería rápida, de sentencias categóricas, en temas opinables. En fin. Ni finales, ni inicios son suficientes para marcar una impronta.

Pero aprovechando que estamos en los prolegómenos de una nueva administración, la ciudadanía agradece la búsqueda honesta de acuerdos, en la no corta lista de políticas públicas sin duda mejorables. La entrevista del ex ministro de Hacienda Alejandro Foxley (el del cuatrienio que promedio sobre el 7 % de crecimiento), analizando una interesante iniciativa de la bancada de diputados DC, marca una impronta a concretar.

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