Destacada posición de universidades chilenas



Esta semana se lanzó el Ranking de Universidades de América Latina 2018, elaborado por el Times Higher Education (THE), que pondera las áreas de docencia, investigación, citaciones, internacionalización e innovación. En la presente versión, al igual que el año pasado, dos instituciones chilenas fueron ubicadas entre las diez mejores de la región: la Universidad Católica, que se mantuvo en el 3º puesto, y la Universidad de Chile, que aunque retrocedió respecto a 2017, se ubicó en el 6º lugar. La Universidad de Concepción, en tanto, se ubicó en el puesto 17º. En total, se contabilizan nueve universidades chilenas dentro de las 50 mejores y un total de 21 entre las 100 primeras de la región. Brasil, por su parte, es el país más destacado, con seis universidades dentro de las 10 primeras, 36 en las 100 mejores, y además ostenta los dos primeros lugares del listado.

Ahora bien, al tener en cuenta el tamaño de cada país, encontramos que el nuestro es el que tiene un mayor número de universidades destacadas en relación a su población. Así por ejemplo, al considerar a las 20 mejores universidades, se encuentra que en Chile hay una universidad por cada seis millones de habitantes, seguido por Brasil, con una universidad cada 19 millones. El resto de los países, en tanto, se encuentra bastante más atrás.

Asimismo, al comparar la cobertura de educación superior en cada uno de los países evaluados por el mentado ranking, los datos disponibles indican que Chile es el país de la región que logra el mayor acceso a educación superior tanto en términos generales, como dentro de los jóvenes del primer quintil, es decir, dentro del 20% más pobre. Brasil, por su parte, se encuentra muy lejos. Si bien tiene universidades estatales gratuitas muy bien evaluadas en éste y otros rankings, en la práctica es un sistema mucho menos accesible, especialmente para los más pobres. Ello explica que la cobertura promedio de la educación en Chile es el doble que la de Brasil, y más aún, entre los jóvenes del 20% más pobre, nuestro país lo supera casi cinco veces.

Lo anterior permite hacer algunas reflexiones. Por un lado es interesante destacar la presencia en el listado tanto de universidades tradicionales, como de universidades creadas después de 1981, esto es, universidades que no pertenecen al Consejo de Rectores (CRUCh). Ello da cuenta de los frutos conseguidos por nuestro sistema de provisión mixta durante las últimas décadas, el que paradojalmente se ha puesto en duda durante los últimos años. En ese sentido, es innegable el esfuerzo del sector privado; de hecho han sido las instituciones de educación superior privadas las que más han contribuido con el mayor acceso de alumnos que anteriormente se veían excluidos.

Asimismo, el apoyo del Estado en la entrega de ayudas estudiantiles -becas y créditos- para facilitar el acceso de los más modestos ha sido fundamental. Estos antecedentes debieran hacernos valorar y no minimizar los logros que hemos alcanzado como país en materia de educación superior, así como también debiera hacernos cuestionar la reforma que impulsó el gobierno anterior, en tanto impondrá una serie de límites a lo conseguido hasta ahora.

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