¿Dónde está la agenda educacional 2018-2022?

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Escuela de Ingeniería de la U. de Chile.


La administración de Michelle Bachelet dio lugar a alrededor de 30 leyes en materia de educación, siendo las más emblemáticas: la Ley de Inclusión; la Carrera Profesional Docente, la Nueva Educación Pública; la Gratuidad en Educación Superior y  la Ley de Educación Superior. La agenda estuvo marcada por dotar de una institucionalidad mínima, aunque hasta ese entonces inexistente, al sector educativo del país. Esa fue la posta que se pretendía entregar al gobierno entrante, posta que no ha sido recibida aún.

A la fecha, el gobierno no ha sabido establecer una agenda clara en materia de educación. En concreto, únicamente se ha incurrido en la revisión de las leyes impulsadas por la administración anterior (no teniendo quórum en el parlamento para modificarlas); el ingreso de un proyecto de ley que aumenta marginalmente la gratuidad de las instituciones superiores técnico profesionales al 70%; la instauración de una comisión desburocratizadora del sistema escolar "Todos al Aula"; y la creación de un proyecto de sistema centralizado de la información de educación parvularia.

A esto se suma el anuncio de un Plan de Trabajo con foco en cinco pilares: educación inicial; nuevo sistema de financiamiento de educación superior;  fortalecimiento de la educación técnico-profesional;  deserción escolar; y mejora en calidad.

Si bien todos los puntos de este plan de trabajo son correctos en su intención, en general, no hay propuestas concretas para enunciados tan grandilocuentes como "mejorar la calidad".

Desde la oposición el panorama no ha sido muy distinto, siendo únicamente la eliminación del CAE la bandera de lucha educacional, en conjunto con un acople a las demandas del movimiento feminista por una educación no sexista y la no postergación de la desmunicipalización, sin entrar en el debate de cómo construir una mejor educación pública a partir de la institucionalidad que quedó en el papel.

¿Entonces, hacia dónde marcar la agenda? Pues hacia donde las personas siempre han querido: "la calidad en la sala de clases"; idea que responde al inconsciente colectivo de los apoderados, ya que sienten que en "la sala" ocurren los aprendizajes significativos, lo que es verdad, aunque la generación de capacidades a nivel sistémico pasa también por: lo que ocurre en el establecimiento completo; el marco que regula a los directores; el uso de las subvenciones; las capacidades docentes; las prácticas pedagógicas; el Sistema de Aseguramiento de la Calidad; y la correcta constitución de la Nueva Educación Pública, entre otras cosas. En educación superior, la agenda debiese volver a su origen: la calidad y el acople entre el estudio de una carrera y el mercado del trabajo.

En razón de lo anterior, la agenda educacional 2018-2022 tiene que  hacerse cargo de la materialización de las leyes del gobierno anterior, y su foco, por razones técnicas, legislativas y políticas, debiese estar en los siguientes temas:

En lo que respecta al núcleo del debate, la calidad educativa en el aula, debatir el rol de evaluaciones sumativas -desde el Simce hasta las notas de promoción escolar- (este es un mínimo que nos dice qué entendemos por calidad educativa y por tanto por qué medimos lo que medimos); monitorear la redacción de estándares de Acreditación de Carrera de Pedagogía en los reglamentos de la ley (desde el 2019 la acreditación es obligatoria para impartir la carrera); revisar el portafolio a presentar para la evaluación docente; evaluar el sistema de mentorías docentes (un docente como investigador educativo continuo); implementar y monitorear la Nuevas Bases Curriculares 3º y 4º medio que flexibilizan el currículum y promocionan la metodología Aprendizaje Basado en Proyectos.

En lo que respecta a educación escolar en general, se debiera conversar sobre una Carrera Directiva (paso lógico posterior a la Carrera Docente) que permita a los directores y sus equipos directivos gestionar efectivamente lo que ocurre en sus establecimientos (ej: hoy los directores no pueden desvincular a más del 5% de los docentes de menor rendimiento, por ley).

En lo que tiene que ver con instituciones que propendan a la mejora contínua del sistema educativo, es fundamental la revisión del Sistema de Aseguramiento de la Calidad en cosas como: lo estándares Indicativos de la Calidad; el rol rector del Mineduc; el rol de generación de capacidades de la Agencia de la Calidad; la desburocratización de parte de la Superintendencia; y la promoción de política educativa de vanguardia de parte del Consejo Nacional de Educación.

En el caso de la Educación Pública, es vital poner atención a la creación de la Estratégia Nacional de Educación Pública (hoy en una comisión especial para esto); los Convenios de Desempeño de los Directores de los Servicios Locales de Educación; los Convenios de Desempeño de los Directores Escolares; y cómo conversan estos tres elementos con los Proyectos Educativos Institucionales de los distintos establecimientos, y entre si.

Por último, en educación superior, relevar el debate respecto de la Tasa Minceriana en Educación Superior (relación entre años de estudio e ingreso marginal percibido); y estar atento a los reglamentos que definen los estándares de acreditación para la educación superior (técnica y universitaria).

Es de esperar que más temprano que tarde una agenda educacional vuelva a tomar forma, pues el tiempo pasa y  los estudiantes del país siguen sin educación de calidad. Ya han sido muchas las generaciones que noblemente han dado su tiempo para avanzar, no es momento de bajar los brazos. La verdad, nunca es momento de bajar los brazos.

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